¿Se acuerda de cuando los mileuristas eran los precarios en el mercado de trabajo español?

Un camarero.
Un camarero.

España tiene el mismo nivel de PIB que hace diez años, mientras que la desigualdad ha crecido y los trabajadores han perdido 25.000 millones de euros de masa salarial.

¿Se acuerda de cuando los mileuristas eran los precarios en el mercado de trabajo español?

Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) sitúan la cota de parados por debajo de los cuatro millones, por primera vez desde hace ocho años y su caída marca el mayor descenso en un trimestre de toda la serie histórica.

En lo que va de 2017, los parados han bajado más de 660.000 personas y la tasa de desempleo se sitúa en el 17,2%,  tres puntos menos que hace un año. Crece el sector servicios por encima de todos los demás, le siguen con repuntes importantes la industria manufacturera, la construcción y la agricultura, con preeminencia del sector privado frente al público.

Los datos de empleo confirman la estimación de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en un 0,9% para el segundo trimestre de 2017 y del 1% para el tercero, según la Airef

Estos datos confirman la estimación de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en un 0,9% para el segundo trimestre de 2017 y del 1% para el tercero, según la Airef. La recuperación del PIB ha alcanzado los niveles de 2007, tras siete semestres consecutivos de crecimiento. El retrato económico parece perfecto, al menos pinta una realidad bien distinta a la de hace un lustro cuando el PIB español caía por encima del 3%, cada dato de la EPA era peor que el anterior, el desequilibrio presupuestario superaba el 8% y la prima de riesgo –sí, esa de la que ya nadie se acuerda- rondaba los 650 puntos básicos. Hoy,  la previsión de crecimiento superará el 3,2%, el dato de la EPA es positivo, el déficit se ajusta a lo establecido por la autoridad europea y el diferencial con el bono alemán a 10 años está por debajo de los 100 puntos básicos.

La economía parece haberse engrasado de nuevo pero, lamentablemente, el demonio está en los detalles. Para encuadrarlos permítame traer a colación una cita de Tolstoi, de la obra Anna Karenina, que dice que “todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”. Y así es. Si hacemos un paralelismo con la recuperación económica que acabamos de describir, comprobamos cómo los “dichosos” –llamemos a éstos los que declaran más de 600.000 euros anuales- están disfrutando de incrementos de renta por encima del 40%; mientras, los trabajadores con rentas inferiores a los 1.000 euros al mes son cada vez más y superan ya los 6,5 millones de declarantes del IRPF. Eso sí, cada uno sufre a su manera la odisea para llegar a fin de mes.

El 60% de los activos declaran cobrar menos que hace  una década y las condiciones laborales son peores. Esta es la conocida devaluación salarial con la que las empresas han conseguido obrar el milagro de la productividad

Hemos constatado que España tiene el mismo nivel de PIB que hace diez años, mientras que la desigualdad ha crecido y los trabajadores han perdido 25.000 millones de euros de masa salarial. El 60% de los activos declaran cobrar menos que hace  una década y las condiciones laborales son peores. Esta es la conocida devaluación salarial con la que las empresas han conseguido obrar el milagro de la productividad a la que habitualmente nos remitimos para explicar el crecimiento, pero sin ponerle sujeto. ¿ Es esto sostenible en el tiempo?

Parece que no, menos aún cuando uno de los pilares de la recuperación se asienta en el consumo, al que los ciudadanos acceden a través de la renta. Entonces, cabe preguntarse, si después de la normalización de las grandes cifras macroeconómicas no será hora también de ir actualizando los salarios. Sí, sin duda. Los salarios deberían empezar a subir en los sectores productivos donde la ganancia de productividad haya sido real. Este incremento salarial, si se extiende, comenzaría a activar el círculo virtuoso del consumo, la producción, el empleo, cotizaciones sociales, etc. necesarios para hacer sostenible el modelo. De lo contrario, difícilmente vamos a poder mantener el estado de bienestar y un sistema social de reparto, donde la realidad pinta como más frecuente un salario inferior a los mil euros, mientras la pensión media de jubilación supera los 1060 euros. No se precisan muchas matemáticas para saber que el camino del empleo y la recuperación salarial es necesario para mantener el equilibrio intergeneracional que ha sido clave en el pasado y que pretende seguir siéndolo en el futuro.

Hay que resolver déficits estructurales, pero más pronto que tarde, los distintos sectores productivos han de ir ajustando al alza la remuneración de su principal factor de producción: el trabajo

Hay que resolver muchos déficits estructurales primero, pero más pronto que tarde, los distintos sectores productivos han de ir ajustando al alza la remuneración de su principal factor de producción: el trabajo.  Para ello, los trabajadores también precisan adaptarse a los nuevos tiempos, adquirir las habilidades técnicas necesarias para responder a las demandas del mercado, que pide cada vez de mano de obra más cualificada, y  no solo la que se forma en la universidad.

En España se precisan obreros tecnológicos que pueden formarse desde una FP dual, que recicle a los parados de la burbuja,  a la vez que incorpore nuevos talentos con habilidades técnicas y flexibilidad suficiente para adaptarse a la nueva realidad. Solo así, poniendo de todas las partes, se podrá transitar de hacia un crecimiento sólido y estable basado en la productividad real.

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