Una temporada más, la sombra de los maletines aparece en las últimas jornadas de la Liga

¿Será capaz el fútbol español de desterrar las sospechas sobre compra-venta de partidos, primas a terceros, amaño de resultados o participación de jugadores en apuestas ilegales?
Una temporada más, la sombra de los maletines aparece en las últimas jornadas de la Liga

Aeropuerto de Oslo Fútbol, aeropuertos y maletines / Maria Victoria Rodriguez via Compfight

En esta época del año en la que se acerca el final de la liga de fútbol, cualquier persona que transite por un aeropuerto español con un maletín en la mano es considerado sospechoso de intentar amañar el resultado de un partido. Nadie pensará que se trata de un político que lleva un cargamento de billetes de 500,00 euros a algún paraíso fiscal (conocidos últimamente como paraísos fecales), ni de ningún empresario que vaya en buscar del gobernante de turno para ayudarle a decidir sobre la concesión de alguna obra pública.

Desde hace años, a partir del mes de abril comienzan los rumores de compra-venta de partidos o de incentivar a tal o cual equipo para que sus jugadores redoblen sus esfuerzos para conseguir una victoria.

En este tema siempre hay un punto en el que todo el mundo está de acuerdo: comprar un partido (o sea, pagar para que un equipo se deje ganar) es una infracción que debe estar perseguido y sancionado, ya que en ese caso nos encontramos ante un caso flagrante de adulteración de la competición. Otro caso es el de las conocidas como primas a terceros, es decir, motivar económicamente a los futbolistas de un club que no se juega nada para que no se relajen y cumplan con su obligación, como es salir al campo a intentar ganar todos los partidos. La legislación actual prohíbe ambas prácticas, aunque nunca se ha llegado al fondo de ningún caso y nadie ha sido sancionado por cometer dichas irregularidades.

En esta temporada un equipo como el Depor se ha visto implicado en un desagradable asunto. En la jornada 31 jugaba en el campo del Levante y en el descanso de dicho partido, con resultado favorable de 0-3, el jugador levantino Barkero entró en el vestuario acusando a sus compañeros de estar dejándose ganar. La noticia provocó un incendio en la liga, al ser un partido clave en la lucha para evitar el descenso y hallarse implicados más equipos. Lo más curioso es que dos jornadas más tarde y en ese mismo campo el propio Barkero, jugando contra el Celta otro encuentro fundamental por la salvación, lanzó fuera un penalti, cuando es una suerte que no acostumbra a fallar; en este caso, y siguiendo su criterio, ¿tendríamos que sospechar que su fallo fue intencionado y obedeció a oscuros intereses?

Como, para desgracia de nuestro fútbol, nuestros dirigente aportan de todo menos calma,  primero el presidente de la   LFP, Javier Tebas, se encargó de avivar el fuego con gasolina, declarando que “el Levante-Depor ya estaba siendo investigado antes de jugarse”, y posteriormente Lendoiro entró como un elefante en una cacharrería lanzando acusaciones contra clubes, instituciones públicas y políticos, todas ellas sin pruebas.

Al final lo que está fuera de toda duda es el comportamiento intachable del Depor, equipo al que esa polémica no le ha favorecido en nada, quedando en duda la actitud del Levante, equipo que está siendo investigado por la participación de familiares de algunos de sus jugadores en apuestas en las que podrían haber obtenido pingües beneficios.

Sería deseable que en la dos jornadas que faltan sólo se hablase de fútbol y que se salvasen aquellos equipos que, durante nada más y nada menos que 38 jornadas, hayan hecho más méritos. Pero será inevitable convivir con el runrún y con la sospecha de prácticas irregulares, por lo menos hasta que la justicia deportiva se decida y actúe de verdad en este tema, investigue hasta las últimas consecuencias y, caiga quien caiga, acaben sancionado a algún equipo.

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