El último clásico de la liga consolida al Barça y deja tocado al Real Madrid

El delantero del Real Madrid Cristiano Ronaldo.
El delantero del Real Madrid Cristiano Ronaldo.

El Barça del Tata, sobrio pero efectivo, liderado por Neymar derrotó a un Real Madrid que regaló una hora de partido, condicionado por el planteamiento defensivo de Ancelotti.

El último clásico de la liga consolida al Barça y deja tocado al Real Madrid

El pasado sábado se disputó en el Camp Nou el primer Barça-Real Madrid de la temporada que, como siempre, estuvo cargado de pasión y de polémica. La victoria del equipo culé les sirve para consolidar el liderato en la liga y para distanciarse en cinco punto del equipo merengue, manteniéndose entre ambos un sorprendente Atlético de Madrid.

 

El primer duelo entre Martino y Ancelotti se decantó del lado del técnico argentino ya desde el momento de hacerse públicas las alineaciones. El Tata sorprendió optando por jugar con Cesc de falso nueve y escorando a Messi a la banda derecha, en previsión de que el Madrid poblase en exceso la parte central de su defensa para desactivar al astro argentino. Y acertó, ya que Carletto desempolvó los peores libretos de Mourinho y colocó a un central como Sergio Ramos como mediocentro defensivo por delante de los centrales, en lo que ya fue toda una declaración de intenciones.

 

Por lo demás, el técnico rosarino optó por jugar sobre seguro y alineó a Piqué-Mascherano como pareja de centrales, ante la inactividad de Puyol y la juventud de Bartra. En el bando contrario, Ancelotti optó por meter con calzador a Bale, y para ello prescindió de sus dos delanteros centros, enviando a Benzemá al banquillo y a Morata a comer pipas a la grada.

 

Con ese panorama los compases iniciales del partido fueron los esperados: el Barça dominando la pelota, con Iniesta recuperando su mejor versión, Busquets dominando el juego y Neymar ofreciéndose y encarando el área. Y así llegó el primer gol. En esos momentos los azulgranas pudieron sentenciar el partido, pero un desafortunado Messi falló una clara ocasión lo que permitió que el equipo madrileño cogiese aire y se fuese vivo al descanso.

 

En la segunda parte el técnico blanco recuperó la cordura y realizó dos cambios consiguiendo que su equipo llevase la iniciativa en el juego. Primero salió Illarramendi en el puesto de un Sergio Ramos al que Undiano acababa de perdonarle la expulsión, y posteriormente Benzemá por un desubicado Bale. El Tata reaccionó sentando a Cesc y apostando por la velocidad de Alexis quien, en el momento en el que parecía que estaba más cerca el empate, se fabricó una pequeña obra de arte para decantar el resultado para su equipo. Desde ahí y hasta el final del partido el Real Madrid demostró por enésima vez que nunca se les puede dar por muertos y acortó distancias por medio de Jesé, aunque el tiempo ya estaba prácticamente cumplido.

 

El arbitraje de Undiano Mallenco estuvo rodeado de polémica, cosa habitual en estos clásicos en los que hasta se discuten los saques de banda. Repartió errores para ambos bandos, por lo que no influyo en el resultado, aunque los merengues se quejaron amargamente intentado culpabilizar al árbitro del planteamiento rácano de su entrenador quien, por su cobardía, le regaló una hora de partido a su rival.

 

En la primera parte se reclamó un penalti de Adriano, que estaba tirado en el suelo, por tocar el balón por la mano. Mano involuntaria, además de que, según reglamento, no es penalti si el contacto del balón con el brazo se produce estando el infractor en el suelo. Pero ya estamos acostumbrados a que, no solo los aficonados, sino también técnicos, jugadores y periodistas especializados desconozcan la normativa.

 

Y en la segunda parte Undiano perdonó la expulsión a Sergio Ramos, quien tras haber propinado en el primer tiempo dos codazos en la cara a Neymar en tiempo record, lo que se saldó con una tarjeta amarilla, al comienzo de la segunda realizó una entrada por detrás a destiempo y sin balón sobre Iniesta, lo que tenía que haberle supuesto la segunda amonestación.

 

Pero con el marcador 1-0 llegaron las dos jugadas más polémicas: primero un claro penalti por un clamoroso pisotón dentro del área de Pepe sobre Cesc, y posteriormente un forcejeo de Mascherano sobre Cristiano Ronaldo terminó con el portugués volando tres metros y reclamando insistentemente una falta máxima que el colegiado no entendió como tal, quizás debido a la excesiva teatralización del protagonista.

 

El Madrid, apocado ante un Barça que quiso ganar
En resumen, merecida victoria del Barça porque fue el único que demostró desde el primer minuto que iba a ir a por el partido. Y una pena que el Real Madrid saliese tan apocado porque en la segunda parte dejó claro que tiene jugadores para plantarle cara a su gran rival y para hacerle daño cuando le quita la posesión del balón.
Todavía estamos en octubre y seguramente tanto Barça como Real Madrid irán a más; pero lo que sí es cierto es que, a día de hoy, ninguno de los dos presentan un nivel de juego suficiente como para plantearse ganar la gran competición de la temporada como es la Champions League.

 

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