La selección española vence a Angola y entierra los fantasmas de Barcelona 92

El baloncesto se apodera de la afición. El conjunto español mejora en su juego exterior y peca de exceso de confianza y relajación defensiva en los minutos finales.

Todavía planeaba el recuerdo de Jean Jacques Concençao sobre nuestras mentes y aquella escandalosa eliminación en nuestras olimpiadas frente al combinado angoleño. Los Epi, Villacampa, Jofresa… y compañía, mantienen muy fresco el recuerdo de aquel enfrentamiento.

Los de Orenga decidieron tomar cartas en el asunto y recuperar el honor mancillado en aquel encuentro. La actual campeona de África sufrió la apisonadora local en los dos primeros cuartos, donde los españoles llegaron a rozar los veinticinco puntos de ventaja. Una vez más, el poderío interior de los anfitriones hizo mella en la muy descuidada defensa africana. Pau Gasol e Ibaka se mostraron fuertes en la pintura, mientras que Navarro y Llull hicieron lo propio en perímetro durante la primera y segunda parte respectivamente.

En la segunda parte, la relajación volvió a adueñarse de la selección española, algo que ya habíamos vivido frente a Canadá, y nuestra defensa dió facilidades a los hombres altos del conjunto africano.Un ultimo cuarto con una España a medio gas propició el acercamiento en el marcador de los angoleños que en ningún momento inquietaron a los hombres de Orenga.

Mejora sustancial del equipo español que todavía debe limar asperezas en determinados aspectos de concentración tanto en defensa como en ataque a partir del tercer cuarto. Estamos acostumbrados a los comienzos explosivos de la selección, que acaban diluyéndose con el paso de los minutos. Un exceso de confianza puede, en competición oficial, llegar a causarnos serios problemas.

En el apartado de bajas, recuperado Rudy para la causa, Álex Abrines continúa con molestias debido a sus problemas en el brazo.

Próxima parada, el martes ante los turcos, en Granada a partir de las nueve y media de la noche. Una prueba más para seguir engrasando la maquinaria de los chicos de oro antes de que empiece lo duro.