Rubiales – 1, Tebas – 0

Javier Tebas, presidente de LaLiga. / RR SS
Javier Tebas, presidente de LaLiga. / RR SS

El desenlace para mi no ofrecía duda alguna desde un principio, y por eso manifesté en reiteradas ocasiones aquí en MUNDIARIO que el Girona-Barça de la Liga tenía que jugarse en Montilivi y así será.

Rubiales – 1, Tebas – 0

La decisión ya es oficial por la negativa de los culés a jugar y por la retirada por parte de la patronal de la petición de la medida cautelar. La postura del F.C. Barcelona me parece inteligente al intuir cual iba a ser el fallo del juzgado y la de LaLiga se me antoja una patada más, al empeñarse en prolongar en el tiempo la asunción de la derrota.

Javier Tebas, aunque tardará en recuperarse de este revolcón, ya anunció que proseguirá en el juzgado su particular “sostenella y no enmendalla”, que le saldrá o muy caro a los clubs profesionales o supondrá otro gol encajado por la LFP en propia puerta, en este partido que no ha hecho nada más que comenzar y que ya apunta a una posible goleada de los “federativos”.

Alguien –la inacción de los clubs es digna de estudio– debería convencerle de que no patalee más, que no debe encapricharse porque ese “balón” es de otro niño y le va a hacer aparecer como “Tebas contra el mundo”, porque la solución del problema del partido en Miami hace tiempo que ya no pasa por la autorización de la FEF, sino que la postura federativa había sido asumida como propia por todos los organismos internacionales que también debían aprobar la celebración del encuentro en EEUU (FIFA, UEFA, CONCACAF, US SOCCER), por lo que ni nuestros jueces hubiesen podido modificar esa decisión, porque la competencia ya es compartida con las citadas instituciones.

Y toda esa declaración de “guerra mundial” por un Girona-Barça, con el que Tebas intentó confundir a los aficionados con unas declaraciones tan vehementes como engañosas, en las que se preguntaba por qué una Supercopa de España se había podido disputar en Tánger, o por qué un River-Boca se había podido jugar en el Bernabeu … y, por contra, por qué no se podía celebrar un Girona-Barça de Liga en Miami.

Él conocía perfectamente las respuestas, pero seguro que a muchos aficionados nadie les había explicado que es de dudosa legalidad el Barça-Sevilla de Tánger –con el beneplácito de LaLiga– porque era una final a doble partido y se disputó a partido único. Los andaluces protestaron pero, que yo sepa, no denunciaron la posible ilegalidad, ni exigieron la repetición de la final según la norma, cuando la razón que adujo la FEF fue una carencia de fechas muy discutible.

Y si resulta difícil entender el ejemplo que pone de Tánger se me hace imposible comprender el paralelismo que puede ver entre el Girona-Barsa y el River-Boca, que fue una decisión unánime de los comités disciplinarios de la CONCACAF con el objetivo de evitar la violencia.

Por mucho que se nos diga, un Girona-Barça no impulsa de verdad LaLiga. Si queremos prestigiarla en América debemos ofrecer un gran partido, una Supercopa con el cartel insuperable de los indiscutibles mejores clubs del mundo. A nuestro fútbol lo lanza internacionalmente un Madrid-Barça, u otros equipos como el Atleti, Sevilla, Valencia… y más si se pone un título en juego.

Nos debe servir como ejemplo lo vivido en el River-Boca: ¿habría ocurrido algo parecido si el partido a disputar fuese un Lanús-River ó un Vélez-Boca ? Es evidente que no. Ellos, con un fútbol más que justito, nos han dado una gran lección, porque han vendido lo que saben hacer mejor que nadie: el fútbol en estado puro.

Nosotros tenemos que vender, porque podemos, “el mayor espectáculo del fútbol mundial”, presentando a dos de los más grandes clubes de la historia en disputa de un título, puesto que no se trata de abarrotar el mayor estadio de Miami, cosa tan fácil como ineficaz, sino que el reto debe ser intentar robar durante unos días en EEUU –en la cuna de la NBA, NFL, MLB, NHL– el protagonismo mediático, de la misma forma que el Clásico argentino eclipsó a merengues, culés, colchoneros… Ese sí es un objetivo por el que vale la pena luchar. Lo otro, por fácil, es como robar a un niño.

A nadie en su sano juicio se le podría ocurrir –perdónenme esta cuña publicitaria- para prestigiar el pescado gallego de calidad, diseñar una costosa campaña mediática para lanzar el rodaballo de piscifactoría en lugar del rodaballo salvaje… o proclamar como el rey del marisco los mejillones de Lorbé, que por cierto están buenísimos, y dejar en el olvido los percebes que crecen en las batidas rocas del Roncudo en mi Costa da Morte.

Pues lo mismo pasa si queremos exportar de verdad nuestro fútbol. El camino es disputar en 2019 la Supercopa a partido único entre los campeones de Liga y Copa, y, si coincidiesen en el mismo equipo, el título lo disputarían el Campeón y Subcampeón de Liga.

Si presumimos de disfrutar de la mejor liga del mundo urge que aprovechemos el momento para mostrar a nuestros primeros espadas y poder firmar jugosos y largos contratos antes de tener que pensar en el fútbol español después de Cristiano y Messi. @mundiario

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