La Champions League 2016 ha sido la obra cumbre de Florentino Pérez para su Real Madrid

Gol de Ramos en fuera de juego. / Captura TV
Gol de Ramos en fuera de juego. / Captura TV

Obra de arte de Florentino Pérez que construye una Champions a su medida usando al Atleti como tonto útil para luego robarles la final y fumarse un puro.

La Champions League 2016 ha sido la obra cumbre de Florentino Pérez para su Real Madrid

Cualquiera que haya visitado Milán estará conmigo en que la capital lombarda es una ciudad monumental: la Piazza del Duomo, su catedral, el teatro de La Scala y un no acabar de piezas de arte que deslumbraban a cualquiera. 

Sin embargo tras lo de hoy, ya nada volverá a ser como antes. Los guías de Milan ya no mostrarán los caducos y rutinarios tours por la ciudad, los famosos mercados milaneses cerrarán sus puertas antes la falta de visitantes. El turismo será monopolizado por la obra maestra que hoy ha culminado el Visir de Chamartín desde el palco de San Siro.

A golpe de talonario, Florentino ha ido esculpiendo con detalle sorteo tras sorteo, la roca de una competición a la que ha llegado a la final sin jugar ni siquiera un solo partido exigente, para acabarla con ese toque final que solo los elegidos son capaces de dar: un atraco estratosférico al equipo que utilizó para eliminar mediante un robo con fuerza en las cosas y violencia en las personas a los dos equipos favoritos para ganar la competición. Nadie podrá negar que el tipo es un jodido GENIO y que merece ser elevado de Visir a Dios en las próximas elecciones sin candidato del Real Madrid. Ganar la Champions sin jugar un solo partido de Champions y birlarle la final a su cooperador necesario solo está al alcance de un superhombre con unos poderes que nadie con menos de cinco millones de Euros mensuales de sueldo puede llegar a comprender.

Ni siquiera quiso el artista darle la emoción de aquella final que le levantaron al mismo Atlético de Madrid en el minuto 93. En esta ocasión, ya a mediados del primer tiempo, el Robar Madrid ya llevaba un gol en fuera de juego y le habían perdonado un penalty más grande que la catedral gótica de la ciudad por manos de Sergio Ramos.

Ni los intentos de un Zidane pésimo en las decisiones por igualar la contienda fueron suficientes; ni el gol de un muy buen Carrasco; ni el Cholo Simeone, eterno perdedor al que a su filosofía del partido a partido siempre le falta uno, y que se dedicó a hacer sus típicas mamarrachadas para enardecer al respetable mientras se guardaba los cambios para la tanda de penalties; ni el árbitro, que perdonó la expulsión a Ramos en la última jugada de la primera parte de la prórroga fueron capaces de evitar que la contienda se decidiese en la tanda de penalties.

En las penas máximas, la máxima pena fue para Oblak, al que todavía operarios del estadio siguen intentarlo despegarlo de la línea de gol; y para Juanfran, un canterano blanco infiltrado (no me sorprendería que por la visión sobrehumana de Florentino) que hizo posible lo que siempre fue su sueño desde niño: que Cristiano Ronaldo, patético como siempre que no juega partidos basura, finiquitase la final desde su punto favorito para arrancarse la camiseta con el único objeto de arrastrar a las cámaras con su torso allá dónde no pudo con su juego, para llevarse por la fuerza la Liga de Campeones, esa que ha puesto a Florentino a la altura de los mejores artistas de las historia. @SirDanielC

>Este artículo también ha sido publicado en la web del autor www.bloggol.es

 

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