¿Qué pasaría si un futbolista profesional saliese del armario en pleno siglo XXI?

Paul Scholes celebrando algo
Paul Scholes celebrando algo.

Pese a los constantes rumores de altos índices de homosexualidad en el mundo del fútbol, los profesionales siguen reacios a salir del armario para evitar problemas.

¿Qué pasaría si un futbolista profesional saliese del armario en pleno siglo XXI?

Si bien siempre ha habido rumores, pero desde que The Rock le robó la novia a Cristiano y comenzó sus periplos semanales a Marruecos, se han intensificado los cuchicheos sobre su condición sexual. Sin embargo, sea verdad o mentira, no parece fácil que un futbolista profesional salga del armario, y mucho menos que Mister Portugal, si lo fuese, lo admitiese.

Hace ya un par de años la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró la igualdad de los matrimonios gay con respecto a las uniones heterosexuales. Lo que parecía un avance teórico enorme para los derechos de los homosexuales en la sociedad civil, no traerá a corto plazo prácticamente ningún efecto en el mundo del deporte más jugado del mundo: el fútbol.

Según Ellis Cashmore, profesor de la Universidad de Staffordshire y su colega Jamie Cleland, ex-futbolista profesional, tras una encuesta entre casi 4,000 aficionados, más de un 25% dijo conocer a, al menos, un jugador profesional gay.

El ambiente tradicional del mundo del fútbol, que se soporta en un alto grado de la masculinidad más medieval, unida a la estupidez generalizada de un alto porcentaje de las personas que acuden al campo, hace que ser homosexual y decirlo, pueda afectar decisivamente la carrera de cualquier futbolista profesional.

En un campo se oye de todo, incluyendo insultos relativos a la condición sexual. Llevar el pelo largo, repeinado, o ser rubio, pueden convertir 90 minutos en 7,200 largos segundos de insultos. Pregúntenle a Guti.

Algún sociólogo, que sabe mucho de números pero que desconoce totalmente el ambiente del deporte de élite, ha afirmado que el primer futbolista profesional que saliera del armario se haría multimillonario en contratos publicitarios. Dio en el clavo. El primer futbolista que publicó su homosexualidad, Justin Fashanu, ex-jugador entre otros de Norwich, Nottingham Forest y Manchester City, y que para más inri era negro, acabó suicidándose en 1998 a los 37 años. Gritos racistas y homófobos desde la grada, un entrenador que lo apartó de su propio equipo e incluso su hermano que declaro que “le daba vergüenza” y que “nadie nunca más lo contrataría”, fueron los milestones hasta su trágico final. 

Eso fue hace casi 20 años y posiblemente algo haya cambiado, pero tengo muchas dudas. Robbie Rogers, de Los Ángeles Galaxy hizo también pública su homosexualidad, pero Los Ángeles no es el mejor lienzo para pintar un cuadro genérico, ya que los americanos aún confunden el fútbol con un show de Broadway, y a Rogers además, no lo conocía ni su abuela.

Los profesionales del entorno más cercano al futbolista tampoco ayudan: Carlos Alberto Parreira, ex seleccionador brasileño, declaró que un futbolista gay nunca sería convocado en la selección de su país; Cassano, internacional italiano, dijo “Espero que no haya maricones en el equipo”. Fossati, ex seleccionador uruguayo, se expresaba de esta manera en una entrevista: “Creo que un jugador homosexual no debe estar en una plantilla profesional, existen determinadas normas que deben ser resguardadas. Seguramente encontraré ubicados y desubicados dentro de los homosexuales, pero para mí, un futbolista homosexual sería un transgresor entre hombres”. Incluso Maradona usó las confesiones de Pelé de haber tenido relaciones homosexuales para desprestigiarlo: “¿Por qué a Pelé, que debutó con un chico lo eligen como uno de los mejores deportistas del siglo y a mí, porque uso drogas, me dejan fuera?”, declaró Diego.

La prensa, más preocupada por defender los colores de su amo que otra cosa, no colabora con chistecitos y rumorología, como se pudo ver en la foto que fue publicada con Ibrahimovic y Piqué en la que se miraban acaramelados, pese a que ninguno de ellos es gay, por ahora. Las instituciones deportivas se contradicen. Mientras las UEFA sancionó a Cassano por las declaraciones arriba mencionadas, la FIFA parece dar soporte a la homofobia concediendo organizaciones de grandes eventos a países como Rusia y Qatar, abiertamente contrarios a los derechos de los homosexuales. En el lado opuesto, jugadores como Marchisio, Mario Gómez o Piqué, y entrenadores como Prandelli se han manifestado a favor de la libertad sexual.

La pregunta que queda en el aire es qué pasaría hoy si un jugador internacional hiciera publica su homosexualidad. Yo personalmente no me prestaría a ser la cobaya, de una sociedad sumergida en la imbecilidad, que especialmente en el ámbito futbolístico y parlamentario. La legislación se va preparando, pero la sociedad es reacia al cambio. @SirDanielC

> Este artículo también ha sido publicado en la web del autor http://www.bloggol.es

 

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