Muere Maradona: ¿debería retirarse el número 10 de las camisetas de fútbol?

Una imagen de Diego que ya es parte de la historia del fútbol mundial. / Goal
Una imagen de Diego que ya es parte de la historia del fútbol mundial. / Goal

En el baloncesto se retiran las camisetas con el número de jugadores que han sido relevantes en sus equipos. ¿Debería hacerse lo mismo con el 10 que llevó a la espalda el mejor futbolista de todos los tiempos?

Muere Maradona: ¿debería retirarse el número 10 de las camisetas de fútbol?

En baloncesto es habitual retirar el número de un jugador cuando éste deja la cancha definitivamente. Es una forma de reconocer el impacto que un deportista ha tenido en el imaginario colectivo de una comunidad. Ya sé que la numeración no representa lo mismo en baloncesto y en fútbol, pero si trasladásemos esa práctica al balompié, habría que retirar el número 10 de las camisetas de la selección argentina. Y del Boca Juniors. Y del Nápoles. ¡Qué demonios, habría que retirar el número 10 de todas las camisetas de fútbol del mundo!

Porque si en otros deportes hay debate sobre quién ha sido el mejor de la historia, en el fútbol, no. Maradona es D10s y el que lo niegue, un apóstata del balompié, un hereje del deporte.

Hay que diferenciar al jugador de la persona. La persona es un auténtico ejemplo para los jóvenes. Un ejemplo de lo que no hay que hacer. Un ejemplo de que el mal camino puede devorar al mayor talento futbolístico de la historia. Y si puede hacer eso con Maradona, ¿qué crees que hará contigo, muchacho?

Pero si la persona es controvertida, el jugador no lo es. No voy a gastar demasiadas palabras en alabanzas. Dijera lo que dijera, me quedaría corto. Es mejor que lo vean ustedes mismos:

Esto que acaban de ver no es un gol cualquiera, no es en un entrenamiento, no es en un amistoso: es un gol ganador en cuartos de final de un mundial (el de 1986) contra una selección (Inglaterra) ex campeona del mundo, ex-enemiga de guerra (la de las Malvinas, en 1982) en un campeonato en el que su equipo (que tampoco estaba plagado de figuras, que digamos) se hizo con el título de campeón.

Cuando Messi, o Cristiano Ronaldo, o quien ustedes quieran, sea decisivo para ganar un mundial de esta manera un año después de haberse embolsado la por entonces más prestigiosa liga del mundo (el Scudetto) con un equipo del vagón de cola como el Nápoles, entonces pueden presentar su candidatura al olimpo de los dioses del fútbol. De momento, la única silla, el único dios verdadero en este deporte es Maradona, el Pelusa, el Barrilete Cósmico, Diegol.

Por eso no hay nadie más aún que merezca llevar el 10 a la espalda. Por eso debería retirarse el 10 de la camisetas del fútbol mundial.

Hoy el mundo llora lágrimas de fútbol, lágrimas verdes como el césped que pisó Maradona, lágrimas agridulces como su vida, lágrimas de oro como su zurda. Hoy resuenan en todo el mundo aquellas palabras enfervorecidas del maestro Víctor Hugo Morales cuando el gran modisto del balón tejió la mejor jugada de la historia del fútbol:

Quiero llorar, Dios Santo, ¡viva el fútbol!
Barrilete cósmico, de qué planeta viniste…
Gracias, Dios, por el fútbol; gracias, Dios, por Maradona.

 

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