Lo más llamativo del Barcelona es que pocos equipos lograron mantener su nivel

Messi y Neymar. / Mario Alberto
Messi y Neymar. / Mario Alberto

Era pura ilusión esperar que los azulgranas mantuvieran su nivel de juego y tensión competitiva hasta que el hijo de Leo Messi supliera a su señor padre.

Lo más llamativo del Barcelona es que pocos equipos lograron mantener su nivel

La eliminación del Barça en la Liga de Campeones era más que previsible, porque el equipo no llegaba a la cita en el estado de forma y el ánimo requeridos para domeñar a un Atlético de Madrid bien armado y con la moral por los cielos. Pero da al aficionado raso ocasión de hacer unas observaciones al respective, que diría un castizo.

Era pura ilusión esperar que los azulgranas mantuvieran su nivel de juego y tensión competitiva hasta que el hijo de Messi supliera a su señor padre. Los deportes de alta rendimiento, sean individuales o colectivos, tienen esta ley: llegas a la cumbre con esfuerzo, te mantienes en ella con más esfuerzo mientras la mente tire del cuerpo y luego bajas por mucho que te esfuerces en evitarlo. Lo más llamativo del Barcelona es que pocos equipos, si alguno, lograron sostener y mantener durante tantas temporadas su nivel de eficacia y brillantez. Esto le ha valido inscribir su nombre en la lista de los mejores de siempre.

Quizá pudiera alargar un poco más su leyenda si no se diera la circunstancia que forzó el cambio de entrenador con lo que eso lleva aparejado, y acertaran a incorporar a la plantilla los jugadores apropiados para reemplazar a los lesionados y a los que por edad van perdiendo prestaciones. Los desarrollos posteriores han demostrado que se tomaron en este apartado decisiones sin consultar con la almohada, como la de fichar al prometedor delantero Neymar cuando lo urgente era incorporar a un par de defensas consagrados. A lo que parece, con la sola intención de quitárselo a su más directo rival.

Este despropósito implica un aviso para la dirección culé: el proyecto irá al garete si están pendientes de lo que haga o deje de hacer el Real Madrid, cuyo estrepitoso fracaso viene de creer su presidente que una plantilla de lujo asiático garantiza un equipo de ensueño. El Borussia se encargó el año pasado de demostrarles de qué va la feria; y, aun muy mermados, estuvieron a punto el martes pasado de repetir la faena.

En fin, la hombrada colchonera gana la Liga BBVA. Recuerda a los grandes que el fútbol es un juego en que el dinero no lo decide todo y que con el doble valor de los goles en campo contrario no hay enemigo pequeño.

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