Historias del deporte: ¿cómo es el clásico del humilde fútbol guatemalteco?

Imagen de un Comunicaciones-Municipal. / Twitter
Imagen de un Comunicaciones-Municipal. / Twitter

Sin grandes reflectores ni figuras del fútbol mundial, este pequeño país centroamericano también tiene su particular fiesta futbolística. Así es un clásico al otro lado del Atlántico.

Historias del deporte: ¿cómo es el clásico del humilde fútbol guatemalteco?

MUNDIARIO presenta Historias del Deporte, una serie exclusiva dedicada a relatar grandes hazañas o hechos olvidados en el mundo del deporte. Hasta ahora se han cubierto las historias de Jackie Robinson los Philadelphia Warriors y Abebe Bikila. El cuarto episodio está dedicado al partido sobre todos los partidos del fútbol guatemalteco: el Clásico de Guatemala.

Contexto

El Clásico Guatemalteco se ha disputado en 297 ocasiones. Lo juegan los dos equipos más ganadores del vilipendiado fútbol de Guatemala: el Comunicaciones F.C.  y el CSD Municipal.  El reparto de resultados es de 101 triunfos para el primero, 102 para el segundo y 94 empates.

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Ronaldinho jugó un partido de exhibición con ambos equipos el año pasado.

La vitrina de trofeos del Comunicaciones, apodado los cremas por su uniforme totalmente blanco, exhibe 30 ligas nacionales, ocho copas, dos torneos regionales de UNCAF (Unión Centro Americana de Fútbol) y un torneo de CONCACAF (título compartido con un equipo mexicano y uno caribeño pues la triangular final del 78’, año al que corresponde esta copa, nunca llegó a disputarse). El equipo tiene como su máxima gesta el haber ganado seis torneos consecutivos entre 2012 y 2015 (el sistema de –in-competencia de la liga divide el año en dos torneos de cinco meses, con una fase regular de cuatro meses y una liguilla de eliminatorias directas para el mes restante) con matices incluidas.

Municipal, llamados los rojos por su camiseta totalmente roja, ha ganado la liga en 29 ocasiones, en otras ocho la copa, en cuatro el torneo regional de la UNCAF y una CONCACAF en el 74, máximo hito del fútbol guatemalteco a nivel de clubes tras ganarle dos partidos de local a un equipo surinamés. El equipo lleva seis años sin ganar la liga, una sequía para la que se han buscado todo tipo de explicaciones. Esta amalgama de motivos va desde malas gestiones deportivas hasta acusaciones de aficionados de supuestos aquelarres entre la directiva de los cremas con la federación para forzar los títulos de éstos con arbitrajes fuertemente cuestionados.

El fútbol guatemalteco siempre se pudo calificar como tercer mundista. Los equipos llegan a pasar meses enteros sin pagar a sus jugadores –algunos equipos, de hecho, llegan a desaparecer a medio torneo, agobiados por las deudas y los pobres resultados-, hay algunos otros clubes que se mantienen al día pero porque son propiedad deliberada de narcotraficantes, casi todos los partidos se juegan en estadios con gramillas que probablemente no cumplen ni de cerca los mínimos estándares de calidad para latitudes profesionales y otras tantas características que menguan el de por sí pobre espectáculo que ofrece este deporte en el país pese a ser el más seguido en toda la república. Entre ello y una desagradable dirección de la Federación Nacional de Fútbol de Guatemala tienen al balompié chapín en vías de (sub) desarrollo, al punto que actualmente todos los equipos guatemaltecos, clubes y selecciones, tienen arresto domiciliario por una sanción de la FIFA y no pueden disputar competiciones internacionales.

El partido

Usualmente, Municipal disputa sus partidos de local en el estadio Manuel Felipe Carrera, un discreto recinto con capacidad para 10.000 espectadores, mientras Comunicaciones vive en un constante éxodo entre distintos patios, pero para esta temporada se ha mudado al Estadio Nacional Doroteo Guamuch, con aforo para 30.000 espectadores. Por mandato de la federación, los clásicos se disputan desde 2013 en este escenario, indistintamente de quién haga las veces de local. La decisión llegó luego de que antes de un clásico disputado en el estadio de los rojos un grupo de aficionados de este equipo se enfrentaran en una batalla campal con aficionados cremas, provocando la muerte de uno de ellos. Aquello fue en abril de hace cuatro años y pese a que no se ha comprobado ni hallado culpable a nadie, la federación decidió forzar la celebración de este partido en campo neutral hasta nueva orden.

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Estadio Doroteo Guamuch, escenario del Clásico de Guatemala

El encuentro ya no levanta las mismas expectativas que antes. Los pobres resultados obtenidos por ambos recientemente (llevan tres torneos seguidos sin ser campeón ni uno ni otro) más la decadente calidad del espectáculo en los últimos años motivan a que los aficionados den la espalda al juego o, en el mejor de los casos, verlo desde su casa. El partido está programado para el 25 de abril a las 20:00 horas. A cinco minutos de que empiece el mismo, los graderíos acogen ya como mucho a menos de 10.000 personas, una entrada muy pobre tratándose de un partido que hace apenas media década paralizaba a la capital (Ciudad de Guatemala), de donde son ambos equipos.

“El primer recuerdo de un clásico que tengo es cuando tenía aproximadamente 9 años. Fue mi primer clásico. Yo no era roja ni crema, pues seguía al equipo en que jugara mi papá. El ambiente de la gente roja en la tribuna era genial. Municipal hizo gol, Plata (Juan Carlos Plata, goleador histórico del fútbol guatemalteco) para variar, el Mateo estalló, a mi se me erizó y grite el gol ... desde ese día, mi corazón late por Municipal”, recuerda Katherine Espinoza aficionada roja. Espinoza es una de las tantas personas que crecieron viendo este partido como la epítome de la pasión nacional. “Para mi un Municipal - Comunicaciones significa el partido más esperado de los torneos, dar todo mi apoyo a mi equipo desde la tribuna o detrás del televisor, es algo súper valioso, es como mi partido, no se cómo explicarlo”. Katherine es hija del exjugador Eddy Espinoza, quien entre otros equipos jugó para Municipal, disputando por consiguiente varios Clásicos con ellos.

Pero lo cierto es que en los últimos tiempos los jugadores no responden a las todavía altas pero menguadas expectativas de los aficionados. El partido, con el Comunicaciones como local administrativo, empieza a ritmo lento, cortado, con varios errores en los pases. Tienen que pasar 15 minutos hasta que llega la primera jugada en alguna de las dos áreas.

El nivel del fútbol de Guatemala es directamente proporcional al precio que los aficionados deben pagar por una entrada. Las tarifas van desde los 25 hasta algo más de 100 quetzales –moneda local-, que son entre 2.40 y 13.50 dólares, respectivamente.

El fútbol guatemalteco tiene una máxima: ante la duda, ante la certeza, teniendo a un compañero de equipo cerca o no, siempre, siempre mandar un pelotazo. Pese a que se trata de los dos equipos más grandes y por consiguiente con mayor presupuesto del país, ni Municipal ni Comunicaciones escapan a esa tendencia que perjudica directamente al espectáculo. Sin mayores emociones, la grada intenta dar un poco de ambiente al aburrido partido. Dicho sea de paso, para estos partidos no es permitido el ingreso de la afición visitante a raíz de la muerte del aficionado ya mencionado.

Se termina el primer tiempo y apenas se cuenta una oportunidad para los cremas mediante Kendell Herrarte, uno de los jugadores salidos de la academia del equipo y que regresó a su nido tras una aventura en el Antigua G.F.C., actual campeón tras ganarle la final precisamente a Municipal. No hay espectáculos de medio tiempo. Como mucho hay un desfile de modelos en la pista olímpica del estadio. Estas mujeres, la mayoría provenientes de países como Venezuela y Colombia, regalan balones con el logotipo de los patrocinadores de los equipos a los aficionados mientras éstos, en su mayoría, les silban y les gritan todo tipo de cumplidos no menos que vulgares. O machistas directamente, para qué ocultarlo.

Empieza el segundo tiempo. Municipal acumula tres partidos sin ganar y perdió una amplia ventaja que le daba el primer lugar de la tabla clasificatoria de la fase regular. En esa situación, y con un fútbol tan poco ambicioso como el de este pequeño país centroamericano, un empate vale de sobra pese a que tiene en sus filas a Marco Pablo Pappa, futbolista salido de su academia que regresó a su casa tras haber jugado en la MLS de los Estados Unidos durante muchos años e incluso en la Eredivisie de los Países Bajos con el Herenveen.

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Marco Pablo Pappa, jugador de Municipal jugó en el Seattle Sounders de la MLS.

Van pasando los minutos y parece que ningún equipo se entera de que hay porterías. Entre malos pases, pelotazos, y algún disparo esporádico, se cumple el tiempo de juego. Nada que resaltar, ni jugadas, ni lujos, ni goles. El Clásico guatemalteco ha caído en ese nivel desde hace bastantes años. “Lo que pasa en los clásicos es algo que viene desde los camerinos, tanto en Municipal como en Comunicaciones. Lastimosamente, hay jugadores que no tienen una identidad con el club, no sudan la camisola como se hacía antes”, se queja Espinoza.

Tres días antes de que se disputara este partido se jugó el Real Madrid-Barcelona en España. Ese partido mueve masas. Los restaurantes se llenan desde una hora antes de que inicie el juego. Al término de todos los clásicos españoles, redes sociales y medios de comunicación cubren sus plataformas con mensajes y noticias del mismo. Al término del Comunicaciones-Municipal, la reacción es mucho más discreta. Es casi imposible que un restaurante se llene para ver el partido, principalmente porque los establecimientos no ven rentable transmitirlo ni organizar promociones ni menús especiales para la ocasión.

Una semana después del juego, apenas queda alguna imagen digna de recordar del mismo. El Clásico nacional se termina por completo cuando se llega al 90’. No hay réplicas en redes sociales, no hay más cobertura de los medios. Este partido, otrora insignia de la Liga Nacional de Fútbol (nombre de la máxima división del balompié chapín), refleja la decadencia de esta disciplina en el país. Sin grandes sueldos y con grandes complicaciones para poder vivir como futbolista profesional, el fútbol guatemalteco continúa su ya dicho subdesarrollo. “Municipal es un desastre. No sé cómo tiene el liderato porque no vino a proponer en el clásico”, critica Roberto Arzú, histórico dirigente del Comunicaciones, en relación a la pobre presentación del equipo que, teóricamente, llegaba en mejores condiciones al partido (Municipal lidera la tabla de clasificación con 35 puntos en 21 partidos pese a haber anotado solamente 19 goles en todo el torneo. Comunicaciones, entretanto, es cuarto lugar con 29 puntos y 21 goles marcados).

Lejos, muy lejos, de los focos del Santiago Bernabéu y de las grandes pasarelas de la élite futbolística se juega este Clásico guatemalteco. Así es el partido más importante de la liga de este pequeño país al otro lado del Atlántico. Con dos equipos en plena sequía, en campo neutral por la falta de civismo de sus aficionados, incapaces de abarrotar los graderíos por la decadencia del espectáculo y con apenas algo que exhibir en la gramilla. El fútbol de Guatemala no toca fondo solo porque los dirigentes de los equipos están ensimismados en hundirlo cada torneo un poco más. 

Así es el partido de partidos en el circuito balompédico de Guatemala. No hay lujos, no hay figuras de renombre, no hay contratos multimillonarios y, a este paso, ya tampoco habrá fútbol. Lamentablemente.

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