La historia demuestra que en el fútbol no se puede jugar a la ruleta rusa

Luis César Sampedro. / luiscesarsampedro.com
Luis César Sampedro. / luiscesarsampedro.com
Ante la grave situación del Deportivo de La Coruña, cabe esperar que su entrenador aplique el sentido común y evite ese morbo absurdo de apretar un gatillo que puede llevar a la ruina.
La historia demuestra que en el fútbol no se puede jugar a la ruleta rusa

“Por favor, los experimentos con gaseosa”. Qué razón tenía Eugenio d’Ors cuando le espetó esa frase a un inexperto camarero parisino después de que el joven descorchase un champagne top utilizando un sistema que decía había inventado. Las consecuencias no se hicieron esperar: derramó una gran parte del costoso “bicarbonato de los ricos”, que diría mi añorado Roberto Veira, y lo hizo sobre su chaqueta recién estrenada.

Ahora, en uno de los momentos históricos más preocupantes del Deportivo de La Coruña, el Oráculo de Sabón, que en cuestiones internas del club rara vez falla porque suele tener información privilegiada, nos anuncia una “revolución” de Luis César, que entienden afectará a jóvenes fabrilistas o/y a los eternos suplentes del primer equipo.

Esa solución no parece, ni de lejos, la más acertada cuando nos encontramos en nuestro peor momento histórico en Segunda División, al ocupar el “farolillo rojo” de la tabla, con tan sólo diez puntos, tras 16 jornadas disputadas

Sería como pasarles el marrón a los que o no tienen culpa alguna de la desfeita o tienen muy poca, y es tan triste como reconocer que el entrenador hasta ahora ha estado dando palos de ciego, que está perdido, que no sabe qué hacer. Por ello en esa situación pretende inventar, con el mismo resultado negativo que el aprendiz de camarero francés con el descorche del champagne.

Una cosa es tomar decisiones de cambios sustanciales y otra es volverse loco y pensar que todas las decisiones que has tomado en los dos meses de mando han sido erróneas ... porque si admites ese fallo durante tanto tiempo es indudable que asumes quien es el culpable.

Lo de la revolución que insinuaban las declaraciones de Luis César tras el partido con el Extremadura, y que refrendan los medios sobre jugadores, sistema de juego ..., si se llega a llevar a cabo, cosa que espero que no se produzca, me recordaría el debut de Rodriguez Vaz como entrenador del Depor –sube del Fabril tras el cese de Eusebio Ríos por estar el equipo cercano al descenso– en el Granada-Deportivo, ya cumplido el primer cuarto de esa nefasta temporada que fue la 87-88 –cada día se me parece más a la actual– que finaliza con el famoso gol salvador de Vicente, después de contar el equipo con tres entrenadores y yo como el cuarto presidente del ejercicio.

Perdimos entonces por 5-0 ante un Granada mediocre, lo que nos hace caer en descenso, con la presencia en la alineación revolucionaria del encuentro de numerosos chavales de un buen Fabril de la época entre ellos Fran, José Ramón, Bustos, Castreje, Mella, Oscar ... Unas jornadas después era cesado Rodríguez Vaz y llegaba Arsenio a 3 puntos de la salvación, que se consigue in extremis con el gol histórico de Vicente Celeiro ... y la victoria del Xerez sobre el Bilbao Athletic.

La historia nos demuestra que en el fútbol no se puede jugar a la ruleta rusa. Las situaciones límite las tienen que resolver solo los que las han generado –en todo caso con la aportación de algún elegido canterano– pero no queramos convertir ahora a los fabrilistas en los salvadores o culpables de algo que ellos en absoluto han propiciado. Si quieren experimentos tan extraños como los que se anuncian que esperen un mes y lo hagan en la Copa contra el Illueca aragonés.

Esperemos que las palabras de Luís César, en caliente después del desastre de Almendralejo, se asemejen a “los cinco cabrones” que el lunes quería cambiar de la última alineación el ingenioso John Benjamin Toshack y que el jueves decidía que jugasen “los mismos cabrones”.

Una alineación revolucionaria, unida a un cambio total de sistema de juego, sería la mejor prueba de que los técnicos han perdido los papeles, que sin sentido alguno se juegan el resto al “todo o nada”, con lo peligroso que eso es. Si aprietas el gatillo de esa ruleta rusa que es ganar y convencer, aciertas de casualidad y la vida sigue ... pero si, por desgracia, todo salta por los aires, que sería lo lógico, ya no existirían disculpas porque habrían perdido toda la credibilidad que los técnicos aún pueden tener.

Luís César, aplica el sentido común en estos momentos críticos y evita ese morbo absurdo de apretar un gatillo que nos puede llevar a todos a la ruina. Por favor, mister, moito sentidiño. @mundiario

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