Eliminados desde los doce pasos

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Jugadores de la selección española. / RRSS.

La selección española se despidió del Mundial de Rusia 2018 tras caer 3-4 ante la anfitriona en la tanda de penales. Un auténtico fracaso de una candidata que en ningún momento del torneo demostró serlo.

Eliminados desde los doce pasos

No se dio. La selección española se despidió del Mundial de Rusia 2018 tras caer 3-4 ante la anfitriona en la tanda de penales. Los jugadores lucharon, lo intentaron hasta el final, sudaron la camiseta como nunca, se dejaron el alma en el Olímpico de Luzhnikí. Pero así es el fútbol. Un mal día, un error, un descuido y te vas a casa. Como le pasó a Portugal y Argentina ayer. Hoy, por desgracia, le tocó a España. Punto y final a un sueño, que acabó siendo una auténtica pesadilla.

Irreconocibles. La 'Roja' mostró un nivel lejos de la brillantez futbolística que maravilló al mundo entero hace seis años y que derivó en el tricampeonato europeo. Los dirigidos por Fernando Hierro, en cambio, demostraron más garra que buen fútbol. Dominaron el balón, pero no lograron concretar las esporádicas ocasiones de peligro que generaron. De hecho, el gol que abrió el marcador, en el minuto 12, fue en propia puerta. Ni verticalidad ni ritmo ante un rival, en los papeles, claramente inferior.

Con esa mínima ventaja en el marcador, optaron por "tranquilizar" el partidor, asegurar los pases y minimizar los errores. Y vaya si lo lograron dormir. La selección española deambuló por el césped del Luzhnikí. El único diferente: Isco. El malagueño apareció en todas partes, pero estuvo muy solo. Nadie bailaba al compás que trató de imponer el desequilibrante centro campista del Real Madrid. ¿David Silva? Brilló por su ausencia. ¿Iniesta? En el banco de suplentes; en su lugar, Asensio. Hierro terminó siendo víctima de sus propios increíbles experimentos.

España se adormeció y fue ahí cuando Rusia, valiéndose de la localía, se vino encima. Y el balde de agua fría —más bien, baño de realidad— llegó en el ocaso de la primera mitad, al 42', tras un penal que convirtió Dzyuba, consecuente de una negligente mano de de Gerard Piqué en el área. Eso fue todo lo que necesitó el combinado ruso, que luego del complemento retomó el bloque sólido en defensa, apostando por las salidas a la contra con los ingresos de Cheryshev y Smolov.

Con el tiempo jugando en contra y con un equipo incapaz de inquietar al guarda meta ruso, Iniesta saltó al campo de juego para intentar ser la luz en medio de las tinieblas. Sin embargo, la selección española siguió pagando caro la falta de ritmo y las desconexiones en el centro del campo. A España le costó romper líneas, y mucho. La campeona del mundo en 2010, no arriesgó en lo absoluto, para no quedar expuestos a un posible contraataque. Hierro agotó todos los recursos con la entrada de Iago Aspas, que poco pudo hacer para evitar ir a la prórroga. La dolorosa despedida llegó en un final de azar, con los fallos del delantero del Celta y Koke en la tanda de penaltis.

Un auténtico fracaso de una candidata que en ningún momento del torneo demostró serlo. España se marchó —una vez más— por la puerta trasera. Desde luego, con más pena que gloria. Tal como ocurrió en Brasil 2014 (fase de grupos) y, dos años más tarde, en la Euro 2016 (también en octavos). Un ciclo tocado, que está llegando a su fin. @mundiario

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