El Eibar y el Dépor, ya de primera, todavía tienen que jugarse el liderazgo

Celebración del ascenso del Deportivo a Primera, en Riazor. / Mundiario
Celebración del ascenso del Deportivo a Primera, en Riazor. / Mundiario

La última jornada de Segunda División se presenta crucial, tanto para los equipos del final de la tabla como los de arriba, aunque el Dépor, satisfecho, piensa en el futuro.

El Eibar y el Dépor, ya de primera, todavía tienen que jugarse el liderazgo

Normalmente, cuando un equipo asciende, el final de liga se convierte en una celebración del esfuerzo recompensado. A veces, porque se ha conseguido el objetivo; hay equipos de Primera a los que descender les supone mucho más que un fracaso. Otras veces, porque han cumplido un sueño, algo que nunca habían conseguido, y quién sabe si para quedarse en la máxima categoría. En cualquier caso, en ese momento cuando, después de nueve intensos meses, se alcanza la meta, todas las celebraciones son igual de merecidas. Pero cuando se sortean obstáculos, cuando lo fácil es abandonar, rendirse, dejar de jugar no ya a ver quién gana, sino quién sobrevive, la celebración alcanza un tinte épico.

Un pasado de grande

El Deportivo de la Coruña es uno de los nueve equipos que han ganado la Liga Española de Fútbol. Ha ganado a los grandes, ha competido al más alto nivel, y ha sufrido mucho. En la memoria colectiva de cualquier deportivista están, seguro, las lágrimas provocadas por aquel penalti fallado por Djukic, o la impotencia de aquella expulsión ante el Oporto en las semifinales de la Champions, tras la gesta de Milan. Era el Súper  Dépor dirigido por Arsenio Iglesias, de Bebeto, Mauro Silva y Fran, entre otros que forman ya parte de la historia del deporte de la ciudad herculina. El equipo pequeño que creció hasta ser un grande indiscutible, aunque a veces, le fallara la suerte.

Un Dépor contra la adversidad

Pero no se puede vivir del pasado en estos tiempos locos, y la crisis del Dépor ha amenazado los últimos años con relegarlo a equipo de segunda o, peor aún, a resucitar a aquel equipo ascensor de los años sesenta, que iba de primera a segunda y de segunda a primera  desinflando las emociones. Esta temporada 2013/2014 se aparecía convulsa. Un año después de haber ascendido, volvían a la guerra de la Segunda División. Y muchos se despidieron del Club, de los vaivenes, de la ingratitud de unas jornadas que convertían los 90 minutos en pesadillas recurrentes. Fue una amarga despedida para jugadores como Valerón, que se merecía irse de un Dépor directivo de primera. Otros, llegaron y otros, se quedaron. Al timón, el capitán, Fernando Vázquez, que en un acto de valentía, probablemente alimentado también por los buenos resultados tras su llegada, cuando a punto estuvo de lograr la gesta y salvar al equipo de un desastre anunciado, decidió que no podía irse tranquilo si no llevaba al equipo de vuelta a la BBVA.

Y así fue. El Dépor, en ese alarde de compostura ante el sufrimiento, con unas semanas en las que parecía que no lograba el ascenso directo, y con una afición incombustible (no en vano, es el Jugador número doce, según la LFP y Aficiones Unidas) lo consiguió. No importó que ya no estuviera de presidente el eterno Lendoiro, que el equipo estuviese a punto de hundirse en los números rojos, o que hubiese que rehacer media plantilla. El Dépor creyó en el ascenso y lo consiguió.

En pleno proceso de reconstrucción y de quejas por los horarios de la última jornada de liga, el futuro, todavía está lleno de incertidumbres. Y ahora, con perspectiva pasada la euforia post sábado, se le presenta la labor titánica de mantenerse, de que la apuesta por la cantera salga bien, y que Tino Fernández descubra a qué sabe presidir el Súper Dépor.

Una jornada de alegrías o sufrimientos

La Segunda División es una liga dura, de resistencia, larga. Y la última jornada intensifica sus características,  con un Eibar y Dépor que se juegan el título, mientras Murcia, Sporting, Las Palmas, Córdoba, Recreativo y Sabadell  se juegan los play offs. En el otro lado de la clasificación, el  Lugo, la Ponferradina, el Mallorca, el Mirandés, el Real Madrid Castilla, Girona, Alavés y Jaén podrían estar en Segunda B la próxima temporada, donde ya les esperaría el Hércules. Aunque todos pueden saber que si creen y trabajan, da igual que al empezar la temporada medio equipo se vaya, que amenacen con deshacerlo, entre en concurso de acreedores o cambie su presidente, si se cree, se puede. 

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