El Deportivo se confundió al creer que tenía equipo suficiente para Primera División

Tino Fernández.
Tino Fernández, presidente del Deportivo de La Coruña. / Mundiario

Ya en puestos de descenso, las entusiastas manifestaciones de sus principales responsables, jaleadas por la prensa amiga, les dejan en evidencia, bajo la urgencia de reforzarse y de poner orden en un barco a la deriva.

El Deportivo se confundió al creer que tenía equipo suficiente para Primera División

El Deportivo de La Coruña, hace años uno de los grandes de la Liga española, está ahora en posiciones de descenso. En contra del criterio expresado por su presidente, el director deportivo y el entrenador, este Deportivo no tiene equipo suficiente para jugar en Primera División. Los resultados están a la vista. O se refuerza y adopta un modelo de juego o seguirá sufriendo. Varios comentaristas de MUNDIARIO ya lo advirtieron al comienzo de la temporada y los hechos han venido a confirmar todos sus análisis. Es más, lo que ya dijo MUNDIARIO a finales de noviembre cobra hoy total plenitud... y lo que queda hasta el Real Madrid.

Los problemas básicos del Deportivo empiezan en la portería y acaban en la delantera, pasando por el banquillo, la dirección deportiva y la presidencia. Vayamos por partes:

1.- No hay portero. Al menos no hay un guardameta de garantías para jugar en la autodenominada mejor Liga del mundo. El Deportivo ya ha recurrido a cuatro porteros en lo que va de campeonato –seis si le suman las dos últimas jornadas de la Liga anterior–, una señal clara de su falta de planificación deportiva. O ficha al menos a un portero o los problemas continuarán.

2.- Hay buenos defensas pero no funcionan como bloque. El central Sidnei, que visto lo visto tampoco vale la millonada que se pagó por él, está descentrado. Fabian Schär apunta maneras pero precisa formarse mejor para jugar en la Liga española. Luisinho es un buen futbolista pero su edad ya no es la apropiada para defender y correr la banda. Juanfran Moreno sigue los pasos de Sidnei: se le ve desorientado. Sin rumbo, no es el Juanfran de otras temporadas. En conjunto, el bloque falla hasta rozar el ridículo, como se ha visto ante el Celta (1-3) pero ya antes frente a muchos otros equipos. No solo hace falta mentalizar y formar mejor a los que están, sino al menos algún refuerzo: alguien que lidere la defensa.

3.- El mejor centrocampista no juega en su sitio, los titulares titubean. Fede Valverde, internacional con Uruguay, el centrocampista de mayor proyección del Deportivo, no juega en su puesto. Vale para una selección del nivel de Uruguay y no para este Deportivo, lo cual carece de explicación lógica. En su lugar juega –es un decir– un futbolista que tal vez podría ser bueno en Segunda. El uruguayo Valverde y Celso Borges, internacional con Costa Rica, podrían componer un buen tandem, pero lamentablemente no tuvieron ocasión de demostrarlo. Ni siquiera se entrenaron para ello, juntos.

4.- La delantera carece de calidad. Lucas Pérez, que cuesta una pasta por cada partido que juega –se la paga el Deportivo al Arsenal–, no está en forma, pero es titular indiscutible. Como es de A Coruña, el entrenador no se atreve a sentarlo en el banquillo, tras recomendarle que se ponga en forma si quiere volver al once. Tampoco Andone –bueno en Segunda– sería una alternativa, pero tiene el mérito de que está en forma y lucha. Lo da todo. A Adrián –un jugador de Primera– se le ve aislado en su banda, como si su fútbol fuese de otro mundo, sin ligazón con el Deportivo, y por la otra banda ya no vive nadie. El enganche entre el centro del campo y la delantera no existe y cuando existe marea la perdiz pero no resuelve nada.

5.- Un banquillo de bajo perfil. Con jugadores así sería preciso un entrenador capaz de hacer un equipo sólido en defensa –empezando tal vez con una defensa de cinco, como en los tiempos de Arsenio Iglesias–, a la vez que un técnico con carácter, diestro en la pedagogía futbolística. El Deportivo prescindió de Pepe Mel y puso en su sitio al entrenador del filial, que estaba muy bien donde estaba. Si los accidentes se deben al vagón de cola, ¿por qué no eliminar el vagón de cola?, podría preguntárlsele al entrenador, cuya labor suscita conversaciones de los consejeros, no siempre previstas. Dicho todo ello, Cristóbal Parralo no es el principal responsable; más bien parece la víctima propiciatoria que sirve de escudo a las críticas que merecen quienes se sientan en la tribuna.

6.- La dirección deportiva no existe. Un mero vistazo a la actual plantilla ya da idea de su mediocridad: no hay plantilla para Primera División, ya que faltan piezas clave en todas las líneas. Por no haber ni hay un portero, un defensa, un centrocampista y un delantero de alto nivel. Si hubiese estos cuatro buenos jugadores, los otros siete podrían ser más discretos, con tal de que supieran hacer equipo de la mano de un buen entrenador. No es el caso.

7.- Una presidencia de gestión, sin criterio deportivo. El presidente del Deportivo es un profesional de éxito en su empresa, Altia, pero no es un hombre del fútbol de alta competición ni tiene a su alrededor consejeros y asesores que suplan sus carencias. El único que tenía, Fernando Vidal, se le fue, incapaz de enderezar una nave ya entonces a la deriva. Le rodean consejeros encantados de haberse conocido y de halagar a quien les concedió ese inesperado privilegio. Como tampoco hay dirección deportiva, los resultados de su gestión se reducen a pactar con Hacienda, gestionar un crédito con Abanca, llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento para arreglar la cubierta, beneficiarse de que le llueven más ingresos de la TV y poner cuatro adornos en Riazor. Pero con eso no basta para jugar en Primera.

El que acertó –hay que reconocérselo– fue quien eligió la fecha de la junta de accionistas del Deportivo de La Coruña. Un diez al que la fijó. En descenso, la junta no sería igual. Los últimos resultados se veían venir... y eso que se ganó a un flojo Leganés. @mundiario

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