El Cholo, Clattenburg y la señorita Pepis acuden al rescate de Florentino Pérez

Míster Cattenburg se burló de la Champions. / Captura TV
Míster Cattenburg se burló de la Champions. / Captura TV

El Visir de Chamartín demostró ser un gran estratega, llevando hasta el final su táctica para salvar la temporada y librarse de un nuevo nadaplete atracando una nueva Champions. 

El Cholo, Clattenburg y la señorita Pepis acuden al rescate de Florentino Pérez

El plan de Florentino Pérez para librarse de revalidar el humillante nadaplete conseguido la temporada pasada ha finalizado con éxito. Tras una delirante eliminación en Copa del Rey y después de que Zidane regalase la Liga – hay que recordar que antes del maquillaje final había cogido al Madird a dos puntos del Barça y llegó a colocarse a doce -, el Visir de Chamartín maquinó para que la Champions fuese su tabla de salvación (sí, la suya).

Para ello se vio favorecido por unos sorteos a la carta, en los que para llegar a la final se enfrentó a rivales de medio pelo como la Roma, el Getafelfsburgo (o algo parecido) y el City, mientras que utilizó al Atlético de Madrid como 'tonto útil' para que le hiciese el trabajo sucio; y así, con ayuda de la caverna, de Rizzoli y de Çakir, el Real Madrid se deshizo sin despeinarse de Barça y Bayern, rivales a los que no quería ver ni en sus peores pesadillas, consciente de que sus opciones pasaba por jugar la final contra los colchoneros.

De esta forma, los dos equipos madrileños se presentaron en Milán con todos sus efectivos disponibles. Pero si Zidane presentó desde el minuto uno a su mejor once (doce con Clattenburg), el Cholo daba un paso atrás jugando de inicio con Augusto y dejando en el banquillo a Carrasco, en lo supuso toda una declaración de intenciones.

Desde el comienzo el partido respondió a lo esperado. Un partido malo, con dos equipos vulgares que no eran capaces de trenzar dos jugadas seguidas con cierto sentido, indigno de una final de Champions por la calidad paupérrima de los contendientes. Emocionante por el resultado, intenso a ratos (la intensidad... ¡qué risa!), y con dos entrenadores disputándose el trofeo a peor entrenador del año. Si uno agotó los cambios a falta de 15 minutos para el final, cuando todo hacía pensar que se podía ir a una prórroga, el otro hizo unos cambios tardíos y delirantes, regalándole a su rival la posibilidad de jugarse la final en los penaltis.

Porque es inexplicable como Simeone, después de empatar, fue incapaz de aprovechar los dos cambios que le quedaban para ir a por el partido, cuando su rival estaba fundido y llegaba a la prórroga con tres jugadores cojos.Y más inexplicable todavía cuando al llegar a los penaltis se comprobó que el Atleti no había preparado esta opción, porque sino no se entiende como Oblak se comportó como un portero de futbolín... ¡ante cinco penaltis que entraron por el mismo sitio!

Por eso esta Champions se decidió, por un parte por el tridente formado por Florentino, Infantino y Clattenburg - ya que se manipuló el resultado final con un gol ilegal de Sergio Ramos, un penalti no pitado cometido por Sergio Ramos y una expulsión perdonada a Sergio Ramos, ¡coño, pero si hasta eligieron a Sergio Ramos como jugador del partido! -, y por la otra el planteamiento de la señorita Pepis del Cholo Simeone.

Al final se confirmó el Visir de Chamartín como un gran estratega, ya que sabía que su única opción para salvar otra vergonzante temporada pasaba por jugárselo todo a una carta, la de la orejona, contra un equipo que ha hecho de la derrota heróica el motivo de su existencia. @Bajarlaalpasto

>Este artículo también está publicado en el blog www.bajarlaalpasto.com 

 

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