Sólo los penalties sin remisión pondrán fin a la impunidad futbolera en España

Sandro Rosell y su sucesor, Josep Maria Bartomeu. / Sport
Sandro Rosell y su sucesor, Josep Maria Bartomeu. / Sport

Las oligarquías dirigentes del fútbol cuentan con el respaldo de los órganos de gobierno del lugar, el aliento de las fuerzas vivas y, siempre, con el estallido de la indignación ciudadana.

Sólo los penalties sin remisión pondrán fin a la impunidad futbolera en España

Aficionados al fútbol de toda ya nuestra larga vida no consideramos paradójico denunciar el escándalo futbolero del presente, el cual no tendrá fin mientras no se apliquen rigurosas penalización deportivas en la ley de la selva de los clubs.

Basta hojear la prensa del pasado viernes para certificar la desmesura esférica, lo que vale tanto como decir global. La dimisión del presidente del F.C. Barcelona “abriendo” a toda primera plana, foto incluida.

Sí, se trata de uno de los clubs más poderosos del mundo, pero eso ¿justifica un tratamiento informativo a la altura del cierre de una multinacional o la ruina de una ciudad?

Inyecciones televisivas, publicitarias, patrocinios del capitalismo financiero, control por los lobbies, corruptelas directivas… no alcanzan a explicar la impunidad hasta ahora total de personas físicas y jurídicas.

¿Cómo justificar la petición colectiva de indulto para  Del Nido, presidente del Sevilla condenado a prisión?

Podría afirmarse, en ya aburrida paráfrasis, que el fútbol es la continuación de la guerra por otros medios: banderas al viento, nacionalismos localistas, tribus, clanes, brigadas de choque y hasta grupúsculos terroristas.

Las oligarquías dirigentes del fútbol cuentan con el respaldo de los órganos de gobierno del lugar, el aliento de las fuerzas vivas y, siempre, con el estallido de la indignación ciudadana, que se considera perseguida cuando le llega el turno a su enclave.

Esa reencarnación del orgullo chicopatriótico en los ejércitos, aceleradamente mercenarios, de las batallas campales previstas en el calendario, declara la guerra perpetua, merecedora del apoyo incondicional de las masas y el aplauso de la ciudadanía, sin descontar a aquellos que nunca vieron un partido de fútbol.

El único instrumento infalible para erradicar este enceguecimiento inmediato codicioso del brillo mediático estriba en la penalización deportiva de los excesos extradeportivos. Penalty:  descenso fulminante de categoría, sin descartar la desaparición de los clubs desmadrados.

Caiga el que caiga.

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