CAVERNA: Madrid vendió la piel del toro antes de sufrir la tercera cogida

Euforia en la delegación japonesa.
Euforia en la delegación japonesa.

No España sino Madrid ha vuelto a vender la piel de toro antes de sufrir la tercera cogida, esta vez a la segunda suerte y en plaza de las hispanidades cantadas en pretéritos himnos.

CAVERNA: Madrid vendió la piel del toro antes de sufrir la tercera cogida

“(…) un antro subterráneo y hombres  que desde la infancia sólo pueden ver…un muro semejante al de los charlatanes (quienes) pasan llevando objetos de madera de toda clase… de suerte que aparecen sobre el muro… por un fuego cuyo resplandor los alumbra…”

(Platón)

 

No España sino Madrid ha vuelto a vender la piel de toro antes de sufrir la tercera cogida, esta vez a la segunda suerte y en plaza de las hispanidades cantadas en pretéritos himnos. Brillaron los colores olímpicos sobre la Puerta de Alcalá, hasta que tuvieron que apagarse los faroles municipales- 

    Los localismos triunfalistas pueden disculparse, pero no tienen disculpa cuando se embarca por línea aérea al heredero del trono, el presidente del Gobierno, la alcaldesa de la “madrileña capital” y otros mandatarios menores, a quienes no les da vergüenza cantar que “Madrid tiene buen tiempo y gente alegre, con las inevitables excepciones de todos los sitios” o, en irreconocible inglés, “ qué buen café se toma en la Plaza Mayor”.

    Imagínense que, a la tercera, Madrid hubiese vencido, y proyéctense lo que en las películas suele aparecer en sobreimpresión: “ Siete años después”.

    En el hemiciclo de la Carrera de San jerónimo el jefe del Gobierno de turno se regodea con el éxito mundial de “ la capital de España”. Minutos más tarde el cabeza de turno de la futura Oposición recuerda que “este triunfo lo es de nuestro partido, que empuñó el timón de una nave a punto de naufragar, la enderezó, la mantuvo a flote y la condujo a buen puerto, pero ahora debe soportar, en representación de todos los verdaderos españoles, cómo quienes estuvieron al borde de echarnos a pique, se cuelgan medallas que nosotros habíamos ganado.”

    Aunque quizá el “Gobierno de España” no pretende colgarse medallas antes de que se encienda la llama del estadio mundial y en realidad no hace sino obedecer al espíritu del creador de las Olimpíadas modernas, el barón de Coubertin: “Lo importante es participar.”

    Por eso Madrid la sigue y perseguirá la suerte tantas veces como sea necesario, hasta alcanzar por lo menos el número de participaciones de Estambul, ciudad que por cierto fue preferida en la votación, secreta como debe ser, del COI.

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