El canon necesario para jugar en la ACB se convierte en un 'harakiri' competitivo

Estudiantes ACB
Jugadores de Estudiantes (ACB).

Las condiciones impuestas para acceder a la máxima categoría del baloncesto español impiden en la práctica el ascenso y generan pérdida de aliciente competitivo.

El canon necesario para jugar en la ACB se convierte en un 'harakiri' competitivo

La máxima categoría del baloncesto español pierde enteros en su sistema competitivo. El canon estipulado de 3 millones de euros a fondo perdido más los 1,7 del fondo de garantías hace que los equipos que se ganan los ascensos deportivos en LEB Oro tengan serias dificultades para afrontar la inversión y acaben renunciando a una plaza en ACB, lo que supone una merma para el aliciente del aficionado.

La pasada temporada fueron Manresa y San Sebastián las plazas que consumaron los 'descensos fantasma' en detrimento de otras que habían ganado el ascenso en el parqué, como es el caso de Alicante y Burgos. Otros históricos del baloncesto español, como Estudiantes y Valladolid, también corrieron la misma suerte hace dos temporadas, cuando, pese a los descensos deportivos, pudieron continuar un año más en la élite merced a las renuncias de Menorca y Canarias (aunque éste último adquirió finalmente los derechos de un Alicante acuciado por los problemas económicos).

La palpable pérdida de aliciente - al menos en lo que al descenso se refiere - de una 'liga cerrada' en la práctica se extiende a la categoría inmediata, la LEB Oro, que solo cuenta con 14 equipos. Y es que, sin posibilidades reales de ascenso a ACB, los equipos están renunciando a grandes proyectos.

A pesar de que el baloncesto español presenta un sello de garantías en el extranjero, como demuestra la cantidad de jugadores o técnicos que han sido demandados para prestar sus servicios en otros países, el producto de las ligas españolas no acaba de cuajar a nivel mediático. Ésta última ha sido quizás la asignatura pendiente en los últimos años. Si bien los triunfos de la selección nacional han logrado un repunte de aficionados al baloncesto, la competición doméstica, considerada una de las mejores del mundo, no ha dado aún con la clave para vender un producto atractivo.

La pérdida de estímulo para gran parte de los aficionados en las principales categorías nacionales supone un hándicap añadido a un problema coyuntural, el del estancamiento y la crisis identitaria. Urge una reforma del sistema de competición y requisitos que traiga consigo un aumento de notoriedad, prestigio y, sobre todo, competitividad. 

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