La caída libre del Barcelona empezó desde Luis Enrique pero nadie lo supo ver

Luis Enrique en su época de entrenador del Barcelona.
Luis Enrique en su época de entrenador del Barcelona.

El equipo ha llegado a un punto en que parece que no gana títulos sino premios de consolación, todo a raíz de la pésima gestión deportiva de la directiva.

La caída libre del Barcelona empezó desde Luis Enrique pero nadie lo supo ver

Cerró el Barcelona la temporada con un título nada más, el de LaLiga, que es justamente uno más de los que ganaron los 19 restantes de Primera División, semifinalista de Liga de Campeones, que quiere decir que fue mejor que al menos 28 equipos más en el continente, y finalista de Copa, lo que quiere decir que solo hubo un equipo más espabilado que ellos. La sensación de fracaso es palpable en la afición, jugadores y directivos, como cuando a uno se le pasa el enamoramiento y empieza a ver defectos que antes los ojos de enamorado no permitían ver.

El equipo llevaba ya años avisando que no se mantenía compitiendo, sino que simplemente se estaba estirando. Eso empezó desde los años de Luis Enrique, quien siendo justos convirtió al equipo en una máquina durante cinco meses, entre enero y mayo de 2015, para luego empezar a desgastarlo y quemarlo. Cuando la nave ya estaba en llamas, el entrenador se dio cuenta que era mejor irse porque los equipos le encontraban las cosquillas cada vez más fácilmente. Su éxito dependía casi en un 80% de lo que hacían Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar Jr. El resto de jugadores complementaba, sí, y de buena manera, pero solamente eso. Aparte hay que sumar la pésima gestión de fichajes, con algunos que se fueron como si nunca hubieran estado, al estilo de Paco Alcácer o Lucas Digne.

Lo que le ha pasado a Valverde en este fin de temporada no es más que la corroboración de lo mal pilotada que estaba la nave desde hace años. Las últimas buenas noticias que tuvo el Barcelona desde los despachos fueron los fichajes que hizo Andoni Zubizarreta, a quien se le echó como perro a la calle y al final terminaron agradeciéndole. Desde ahí, la incompetencia y la torpeza de la directiva se han cargado un proyecto que por cada logro pequeño suma una decepción grande.

Se irá Ernesto Valverde probablemente, pero quien llegue no va a arreglar mayor cosa. El Barcelona ha perdido identidad y peso, hasta atractivo para los demás jugadores, como el caso de Matthijs De Ligt, para quienes la camiseta ya no es suficiente para dar el sí quiero. Los males del equipo culé venían dando síntomas desde la eliminación de la Champions en 2016 a manos del Atlético de Madrid, cuando se presentó un equipo desbordado y sin aliento para responder a los puñetazos rivales, pero ni técnicos ni directivos quisieron verlo y hoy parece que el equipo no gana títulos sino premios de consolación. @mundiario

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