El Barcelona pone su dignidad en juego si al final decide fichar a Neymar

Neymar Jr., jugador del PSG. / Twitter
Neymar Jr., jugador del PSG. / Twitter
El jugador insiste en jugar a Fósforo y Héspero, llevando así la relación bilateral a ser ya no tóxica, sino venenosa.
El Barcelona pone su dignidad en juego si al final decide fichar a Neymar

Cuando el Barcelona presentó a Neymar Jr. en 2013 probablemente no se imaginó el monstruo a cuya cueva se estaba metiendo voluntariamente. El jugador brasileño llegaba desde el Santos con fama de ser un niño consentido, pero el club catalán pensó que su camisola y el aura que rodea al equipo bastarían para quitarle sus malcriadeces. Nada más lejano de la realidad.

Seis años después, el jugador ha sido figura en el campo, diva fuera de él, los ha hecho saltar la banca para renovarle, luego les botó sin más ademanes, los demandó por dinero, les enseñó pierna para seducir un posible regreso y ahora, cuando parecía que el verano había sido el primer paso a una reconciliación, les ha vuelto a demandar por dinero, cómo no. El Mundo difundió esta semana que el astro del PSG habría exigido 3.5 millones de euros al Camp Nou por motivo de un impago de una prima de renovación que cobró a medias. Como sea, el epicentro no es en sí por qué está pidiendo -otra vez- dinero, sino cómo el Barcelona empieza a ser ya un juguete en sus manos.

Con su futuro en el PSG en entredicho, Neymar ciertamente no tiene muchas aduanas abiertas a estas alturas de su carrera. Sus berrinches de diva, enfrentamientos con compañeros y afición, rendimiento no menos que cuestionable en citas como la Copa del Mundo del año pasado, su historial de lesiones y su temperamento insensato le han cerrado casi cualquier opción de irse a un gran estadio europeo el próximo verano. Casi, porque la del Barcelona es la única que se mantiene abierta, pero el equipo, por honor, debería cerrarla también.

El club ya no debería estar siguiendo el juego al delantero. Si de verdad le debe algo, que se lo pague y que de paso le de una carta pidiéndole que no vuelva. Si su comportamiento en verano hizo creer a todos que de verdad se arrepentía de haberse ido de Cataluña, lo hecho esta semana con la dichosa demanda debe convencer al Barcelona de que Neymar ya no quiere jugar para ellos, sino con ellos.

Usa al equipo a su sabor y antojo y está dispuesto a exprimir hasta el último centavo de sus arcas, como si en la Torre Eiffel no le pagaran como rey pese a jugar y definir lo mismo que un peón, contra equipos de poca envergadura y ausente en las fases definitivas de la Liga de Campeones. Neymar juega con el único fuego que no le ha quemado y que, visto lo visto, está convencido de que nunca se va a apagar. Su fichaje sería un atentado contra la dignidad del Barcelona, pero de eso Josep María Bartomeu no sabe tanto tampoco. @mundiario

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