Argentina y su mensaje en el basquet

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Selección argentina de basket.
La selección argentina de basquet tuvo un mundial inolvidable. Su legado trasciende lo meramente deportivo y sirve como ejemplo para futuras generaciones.
Argentina y su mensaje en el basquet

“Yo veo que el tipo no se tira, lo revientan a patadas y no se tira. Lo agarran de la camiseta y sigue corriendo. Eso es muy anti-argentino” dijo Luis Scola en una entrevista que brindó al periodista Luis Novaresio, hablando de las virtudes de Messi y porqué colocaba al astro de Barcelona un escalón por sobre el resto. En esa misma entrevista, Luifa analizó la “cultura de la viveza”, lo que algunos llaman la ´picardía criolla´ y la definió como un “ancla para todos los deportistas argentinos”. “Vos no podés ganar con viveza, vos podés ganar con talento, entrenamiento y esfuerzo pero no podés esperar que el árbitro no te vea y engañarlo” sentenció.

Talento, entrenamiento y esfuerzo: allí residen tres pilares esenciales de esta selección argentina de basquet. Las palabras de Scola no pueden ser más adecuadas. Ese animal que desafía al tiempo a sus jóvenes 39 años y que es la unión generacional entre aquellos pibes que salieron segundos en Indianápolis 2002 y estos atrevidos jugadores que nos enorgullecieron a todos con este subcampeonato en China. Su figura es el fiel reflejo de la trascendencia de un proceso que tiene 20 años y que lo sigue teniendo como un artífice grande de la historia de nuestro deporte. Un proyecto a largo plazo en las tierras donde nada se proyecta con duración en el tiempo, pongan la etiqueta que quieran (política, economía, sociedad, fútbol, etc.).

Este equipo ya no será visto como el que vino después de la Generación Dorada sino que ya tienen su propio nombre en la historia del basquet argentino. Campazzo, Laprovittola, Deck, Delia, Garino y compañía. El atrevimiento con el que juegan derribó a dos grandísimos equipos, dotados de gran técnica y portento físico, como la Serbia de Nikola Jokic y la Francia de Fournier, Batum, Gobert y compañía. La caída en la final del equipo de Hernández no opaca unos días inolvidables y una increíble leyenda que se agiganta, quizás, más propia de la ficción que la realidad. No faltará el tiempo de aquellos que se ensañen en las redes sociales por “un nuevo segundo puesto”, de aquellos que detrás del anonimato critican sin entender de contextos ni realidades. Son aquellos que tienen un ADN erróneamente argentino en donde debemos ser los primeros en todo, aún sin dedicar el tiempo y la energía para serlo. Son aquellos que no comprenden que la importancia no solo radica en el final sino en el camino recorrido, trayecto en el que este equipo ha dejado la bandera argentina en lo más alto.

El mensaje que pregonan estos profesionales es que la lucha empieza en ellos mismos y la unión es fundamental para alcanzar los logros deportivos. Esa enseñanza debería servirnos para diferentes disciplinas de nuestras vidas. No son mega estrellas de la NBA y están, en su mayoría, en el poco televisado basquet europeo o la erróneamente desprestigiada Liga Nacional. Son tipos humildes y carismáticos que jamás negarán tiempo de sus vidas para atender alguna demanda de los simpatizantes, algo que no es habitual en tiempos donde gobierna el narcisismo y la soberbia.

Esta selección es un ejemplo de superación y han demostrado ser capaces de cualquier cosa y no tener techo. Un equipo de amigos que tiene como baluarte el respeto por el rival, tanto en el triunfo como también en la derrota. Escuchen sus testimonios después de los partidos en el mundial y se darán cuenta que no les miento. La leyenda que empezaron aquellos a principios del Siglo XXI tiene su correlato con esta versión que, como decía la canción de Los Rodríguez, es “distinta de aquel pero casi igual”.

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