Venas Abiertas

Amanecer desde la ISS. NASA.
Amanecer desde la ISS. / NASA.

Venas Abiertas es un relato lleno del realismo subjetivo del personaje principal.

Aquella mañana al despertar con  el canto de los gallos del vecino me sentí otro, me sentí que era yo claro, pero otro, era algo raro, porque sentía que era yo mismo; pero a la vez otro, sentí como que me faltaba algo por fuera o por dentro no lo sabría explicar bien, al ver mi rostro en el espejo me di cuenta que estaba incompleto, sentía que algo había pasado, era una sensación inexplicable, me sentía  bien, pero diferente , como que algo dentro o fuera de mi hubiera dejado de existir, me dirigí al baño en donde el agua me hizo sentir mejor, al poco rato mientras desayunaba y escuchaba las noticias de la liberación de los presos políticos comprendí un poco lo que me sucedía, y logré justificar por qué tenía la terrible sensación de que algo que se encontraba dentro de mí había dejado de existir , al salir a la calle me detuve un instante para observar a la gente pasar como si fuera la primera vez que lo hacía luego de un largo encierro, escuché con atención el pregón de los vendedores, miré a los grupos uniformados de estudiantes que iban sonriendo a la escuela, el canto nebuloso de los pájaros, los ladridos de los perros callejeros, el ruido impermeable de los vehículos y hasta sentí el gélido viento de verano rozando mi rostro, sentí el olor de las plastas de boñigas de los caballos de carga que pasan por la mañana, el olor a tortilla y café en la tortillería de la esquina y el alboroto de una manada de chocoyos que se detuvieron a parlotear en las enormes ramas de los eucaliptos  que se encuentran cerca de la estación de policía en donde me detuve a esperar el bus del transporte colectivo y me dije ¿por qué es tan profundo el dolor y tan largo el olvido?

La parada estaba llena de gente que se dirigía al trabajo, también estaban unos estudiantes de secundaria en el parque conspirando contra el gobierno, cerca de unos beodos que estaban echados en las bancas de concreto, mientras continuaba observando y escuchando todo en derredor como si estuviera descubriendo el mundo por primera vez, un taxi hizo sonar con fuerza su bocina saludándome con el puño arriba en señal de victoria, por doquier me topaba con el asombro y la terrible y absurda sensación de que la liberación de los detenidos era la señal de algo que estaba esperando o de algo que ya no se encontraba en mi interior, pero sin saber con exactitud si era por eso que me sentía así, vos sabes, eso era algo extraño, al ver las miradas clavadas sobre mí, me detuve un momento y disimulé no darme cuenta de nada al disimular ver el vuelo de un gavilán en el adusto cielo en el preciso instante que la ruta del bus que tomaba todos los días apareció haciendo un sonido obsceno , de inmediato la gente se aglomeró para subir al autobús y yo al fin pude entrar al traste viejo, sintiendo en mis entrañas el peso de una fratricida, oscura y aciaga época de guerra , y me dije recordando el pasaje bíblico ¿ acaso soy yo el guardián de mi hermano?

A empellones me abrí paso entre el tumulto de gente con olor a perfume, jabón y desodorante, aunque de pronto me topaba a otros con olor a chancho frito, resaca  y cebolla ahumada, todo lo cual es algo muy normal en un día lunes de cuaresma digo yo, el conductor fresco como una lechuga llevaba a todo volumen una canción de los Rolling Stone y una señora que llevaba cargando a una niña que lloraba sin parar pedía a los pasajeros una ayuda para llevar a la pequeña a una clínica, porque, según ella, los doctores de los hospitales públicos no la habían atendido debidamente, ya que la pequeña continuaba llorando sin aparente motivo alguno, a grito partido confesó a los usuarios que más bien le habían dicho que buscara a un parapsicólogo, psiquiatra o brujo, porque ellos no tenían la cura para callar a una niña que tenía el síndrome de la llorona, algunos le dieron unas monedas, otros más bien le hicieron una cara de  reproche y otros como yo nos hicimos los desentendidos en medio de la algarabía que se había desatado mezclado ahora con una canción de verano de los Clark de León, y el lloriqueo de la pequeña solo cesó cuando le saque la lengua y le dí unas monedas, en ese instante la pequeña inevitablemente se puso a reír conmigo, pero de inmediato continuó con su lúdico teatro.

Esa vieja así anda todo el día con esa chavala sacándole riales a la gente, dijo una señora que iba sentada en la parte de atrás, si es verdad todo el día se maneja en eso, si supiera lo que las pobres madres de los detenidos han tenido que llorar al hijueputa gobierno para que sus hijos salieran libres de la cárcel no andaría jodiendo con ella todo el día, tiene a la niña bien adiestrada para  llorar, dijo otra, si esa niña es una bandida también, en vez de estar en la escuela prefiere andar llorando todo el día de bus en bus, noooo, pero la niña no tiene la culpa, es que esa vieja la mal acostumbró a como nosotros mismos lo hicimos con este presidente de mierda que no quiere ahora dejar el poder, le respondió una vende quesillos que llevaba equilibrando la batea en la cabeza, en fin los comentarios de la gente tomaron sentido en mi cuando de pronto volví a sentir con vehemencia el asombro por aquel momento que me encontraba viviendo dentro del bus, analicé cada palabra, cada gesto, enojo o risa en aquel preciso instante que ocurrían y pude darme cuenta que era algo extraordinario poder estar ahí, en ese lugar en donde sucedía lo que estaba sucediendo en aquel gusano de metal que se movía como un energúmeno aquella apoteósica mañana.

Cuando de pronto me doy cuenta que me tengo que bajar en la próxima parada, y  comienzo a luchar con el lloriqueo de la pequeña, con los olores, la música,  risas , gritos, tufos, colores y todo lo demás, hasta  lograr salir a empujones de aquella odisea de transporte colectivo, afuera me sentí persona, individuo, hombre ¨socialmente útil¨, como lo expresa muy bien el doctor Adrián Meza Castellanos en uno de sus documentos universitarios, me sentí homo forbes como dicen otros académicos, sonriendo me dirigí a mi centro de trabajo y en el trayecto el brillo de sol me hizo sentir renovado, en un prístino día en donde todo lo pasado era solo una memoria que había dejado de afectar a mi país, y el futuro una previsión atada al destino del sediento sufragio de todo un pueblo por derrocar al dictador, el brillo de sol y el canto de los pájaros me hizo sentir la sangre corriendo por mis venas, y comprendí que era sangre la que corría  por las venas abiertas de Nicaragua, y el radiante sol en mi rostro además me hizo descubrir el verdadero nombre de la fe y la esperanza, me sentí contento por todo lo vivido y a la vez agradecido, estaba asombrado por sentir lo que sentía cuando subí la loma de Tiscapa, y tuve el privilegio de sentir como era en realidad la llama del corazón de mi humilde pueblo, lo reconocí; me sentí completo, es decir, tome conciencia cierta y verdadera del momento histórico que me encontraba viviendo y logré comprender al verme en el espejo en forma de trapecio irregular quien era mi pueblo en realidad, al ver asombrado como bajaban como hormiguitas locas de la execrable Loma de Tiscapa, construida en tiempos de la dictadura de Somoza, una inmensa muchedumbre azul y blanco como aguas embravecidas a pie y en vehículos acompañando a los presos políticos que al fin habían sido puestos en libertad. @mundiario

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