Urbanización Las Torres, un enclave privilegiado para una construcción “brutal”

Urbanización Las Torres. / Fotografía David Sardaña
Urbanización Las Torres. / David Sardaña
Este complejo de apartamentos, localizado en la playa de la Albufereta de Alicante, destaca por el uso del hormigón como material de fachada frente al tradicional ladrillo caravista.
Urbanización Las Torres, un enclave privilegiado para una construcción “brutal”

La urbanización Las Torres está ubicada en la playa de La Albufereta de Alicante, a escasos 2 km del centro de la ciudad. Tiene como vecinos otras construcciones emblemáticas del Racionalismo Levantino como el Edificio Vistamar o la urbanización La Chicharra. Fue construida a finales de los años 60 del pasado s. XX y proyectada por Juan Antonio García Solera, el gran arquitecto racionalista alicantino.

Posee una ubicación privilegiada ya que está situada en primera línea de playa frente al pequeño arenal, y separada de éste por una carretera. Por su lado izquierdo discurre una rambla seca que desemboca en la playa y por su parte trasera pasa el “trenet”, tranvía que conecta Alicante con Benidorm. Esto aísla visualmente el edificio, lo que hace que destaque frente a las construcciones colindantes. El uso del hormigón en vez del tradicional ladrillo caravista como material de fachada refuerza aún más este protagonismo.

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Urbanización Las Torres. / David Sardaña

El edificio está concebido en base a contrastes. En la parte superior encontramos el bloque de viviendas cuyo aspecto es contundente, tanto por los volúmenes como por el uso del hormigón visto. Mientras que en la parte inferior tenemos la base sobre la que está apoyado, una plancha doble de hormigón de espesor fino y que se sostiene sobre columnas ligeras, solución que recuerda a la Villa Saboya de Le Corbusier, arquitecto que influyó en muchas obras de García Solera. Esta característica es fácilmente apreciable en los planos y maquetas originales. La base salva el desnivel del terreno situando los portales a la altura de la calle y reservando la parte inferior como aparcamiento comunitario. La urbanización dispone, además, de zonas comunes con piscina, pistas deportivas o bar.

Otro contraste se produce al comparar la parte delantera del edificio con su parte trasera. Observándolo desde su cara frontal apreciamos que está constituido por módulos en 7 niveles de profundidad, distribuidos en torres que van desde las 12 hasta las 17 plantas. Con esto se consigue que todas las terrazas estén orientadas al mar y reciban la luz directa del sol de la mañana. Esta cara contrasta con su parte trasera donde es mucho menor la diferencia de los niveles de profundidad y donde solo hay ventanas integradas en los planos de las superficies. Es decir, el edificio es prácticamente plano por detrás y con volumen por delante.

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Urbanización Las Torres. / David Sardaña

El uso del hormigón, así como el juego de volúmenes, aportan al edificio un aspecto brutalista  que es una de sus principales características y, en mi opinión, una de sus mayores aportaciones. Es uno de los pocos edificios construidos en la época que no usa el ladrillo caravista como material de fachada, y diferencia a Las Torres del resto de construcciones del Racionalismo Levantino. Esta característica sea seguramente otra de las aportaciones de la obra de Le Corbusier en el diseño de esta urbanización. Sí está presente, sin embargo, una característica común a todos los edificios de la época, y es el uso de celosías cerámicas para tapar escaleras y galerías. Pero en este caso se optó por un acabado verde vidriado distinto a los blancos y cerámicos del resto de construcciones. Es evidente que el arquitecto quiso marcar la diferencia en cada detalle de esta construcción.

A la hora de plantear la obra, tanto David como yo nos centramos en la representación del módulo superior y en el contraste entre la vista delantera y la trasera. En ambos casos hay imágenes contrapuestas. Las fotografías de David consiguieron además captar ese aspecto brutalista.

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Urbanización Las Torres. / Iñigo Lanz

Por último, y como hago siempre en estos artículos, me gustaría comentar mi vinculación con este edificio. La pareja de mi padre es una de las privilegiadas que tiene un apartamento en Las Torres y pasa allí las temporadas estivales. Gracias a esto he podido apreciar de cerca el edificio así como bañarme en su piscina de agua helada incluso en agosto. También he podido asistir a las discusiones en los campeonatos de parchís, o disfrutar de la fresca en las noches de verano en la terraza del chiringuito, saboreando unas sardinas a la plancha acompañadas de una cerveza y con el aroma del galán de noche inundando el ambiente. La vida en esta urbanización resume perfectamente la esencia del verano en el Mediterráneo, posiblemente una de las mejores experiencias que se puedan disfrutar en la vida. @mundiario

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