Un Tiempo Vivido (22)

Los Angeles.
Los Angeles.

En Los Ángeles conocí Hollywood, Beverly Hills 90210, el Down Town, el Fórum de Los Ángeles, el Hotel California, el carro fantástico que hablaba, el parque de las rosas, en fin, vagamos por parques, calles, avenidas, museos...

Cuando llegué a Los Ángeles sentí un inmenso vacío en mi corazón. A pesar de encontrarme acompañado, me sentía solo y triste; aunque eso  nunca lo dí a notar, a veces me iba al parque  más cerca de Inglewood a pensar o me iba al parque Centinela en donde divagaba por horas, otras veces me ponía a dar vueltas en ese inmenso parque hasta quedar totalmente agotado, la sensación de vacío y tristeza no desaparecía dentro de mí, me puse a estudiar inglés para tener la mente ocupada y a vagar por toda la zona para conocer más. Entonces fue cuando empecé a salir con Luis Téllez, quien era una compañía idónea. Luis era muy sencillo, avispado y muy alegre, además que yo me había venido de Managua con él, lo que pasaba era que como ya nos encontrábamos en el apartamento de su hermano no me atrevía a salir  con él, porque creía que se iba a negar. Con Luis me iba los fines de semana a los parques a vagar y también a recoger latas, y cuando  me fui a Miami, Luis quedó solo y dicen que llegó al punto de irse a tomar con los indigentes e indocumentados que viven debajo de los puentes, on the bridge

Luis Téllez con el tiempo ganó una demanda por accidente laboral y un viernes se largó a su pueblo Santa Teresa en donde vivía solo en una habitación, había dejado de tomar, pero una fría mañana salió a comprar unas rosquillas a la panadería y de pronto  se resbaló en una cascara de banano golpeándose la testa en el filo de la cuneta, y de ahí no se volvió a levantar, se quedó dormido como un gorrión. Pero mientras yo estuve en Los Ángeles un fin de semana aparece un primo de Rolando llamado Javier Téllez  quien sabia tocar guitarra y entonces nuestra fiesta fue completa, con Javier anduvimos en las estrellas de Hollywood poniendo serenata a la estrella de Elvis Presley, Maryling Monroe, entre otras celebridades. Anduvimos a pie hasta el cartel de las letras que dicen Hollywood. Y de lunes a viernes trabajábamos.

Empecé a trabajar formalmente limpiando casas con doña Olimpia, una verdadera gladiadora del trabajo, principalmente de la limpieza de casas. Doña Olimpia era familiar de mi cuñado Rolando y también  le había conseguido a mi hermana cuando llegó a los Ángeles  trabajo limpiando casas y ahora me tocaba a mí. Por otro lado con mis sobrinos Jassin, Edgar Merlín o Pili y Yorland los fines de semana nos íbamos a las costa de Marina del Rey a recoger latas para reciclarlas en las máquinas que de inmediato te pagaban por libra, ahí miré el Hotel California y no sé porque recordé al viejo Cerpa, el papá del mismo Cerpa que nos delató con la guardia cuando  pegó el grito de Silvia Ferrufino… aquel diecisiete de julio frente al centro comercial Linda Vista , quien solía decir cuando estaba borracho, y escuchaba la canción Hotel California del grupo Eagles que la Morazán era el mayor prostíbulo de Managua y que su mujer la Margot la había sacado de un burdel.

Conocí a mucha gente que vivía de la recolección de latas y plásticos, llenábamos el vehículo del cuñado de sacos con este material y luego con el dinero que ganaba me iba a los Flea Market a comprar ropa, zapatos y demás y del dinero que ganaba limpiando casas que eran apenas cincuenta dólares al día se lo daba todo a mi hermana para que se ayudara con las cuentas, pero con el tiempo me comencé a quedar con algo del dinero de la limpieza, entonces empecé a manejar un poco más de dinero para mandarle a mamá y Marta que tanto me preocupaban.

Un día en un yard sale, miré una plancha y me acordé de que mamá tenía una plancha viejita que tenía uno que vivirla reparando a cada rato. Y se la compro y junto con veinte dólares se lo envío, ella a los pocos días muy alegre me lo agradeció por teléfono, y entonces, empecé a mandar a Marta todo que lo que una embarazada podía necesitar, desde el bolso, biberón, pañales, jabón y perfume de niños y todo cuanto iba encontrando. Otras  veces recogía un montón de monedas quarter y me iba a un teléfono público aislado; porque en aquel entonces, no había celulares ni ningún tipo de red social como en estos dorados y cibernéticos tiempos en donde la asombrosa comunicación trasciende cualquier otro tiempo pasado. Y entonces pasaba horas hablando con ella y terminaba con las bolsas vacías de monedas, ella siempre lloraba, era muy duro para ambos aquella separación, la lejanía nos había tendido un abismo infranqueable, nos escribíamos y la mayoría de las veces que le mandaba dinero y cosas le enviaba un casette grabado con mi voz. Mi estadía en Los Ángeles fue sinceramente más deprimente que otra cosa, más cuando descubrí que mi cuñado quería que nosotros le obedeciéramos como si fuéramos sus hijos y hasta nos quería poner a lavarle su carro, porque ni sus hijos lo toleraban muchas veces y el único que se atrevió a enfrentarlo un día en aquella época  fue Yorland o Yoli quien lo amenazó con llamar a la policía si se atrevía a pegarle otra vez. Un día creo que se sintió recriminado por su propia conciencia; porque nos llevó a Luis y a mí a un lugar  a ver bailar y a tomarnos unos tragos y nos pidió disculpas por su mal comportamiento.

Gracias a mi papá Rutilio Norland llamado por mamá desde pequeño como Miguelito por haber nacido el día de San Miguel, era el primogénito de mi  hermana y fue con la ayuda de Rutilio que él muchacho se comenzó a  preocupar por adelgazar, Norland en un principio era una especie de niño entregado a sus estudios y la comida, de hecho la primera intención de Rolando al traerlo consigo a los Ángeles fue esa, que le sirviera de apoyo en ese país y lo primero que hizo fue comprarle un curso de inglés de esos que traían una grabadora pequeña con textos y casette, en donde Norland aprendió a leer , escribir y hablar el inglés perfectamente, era realmente meritorio todo lo que Miguelito había logrado ,pero se estaba volviendo un niño bofo, que se conformaba con los video juegos que por aquel entonces comenzaron a salir, pero cuando Rutilio llegó le hizo tomar conciencia de su imagen, diciéndole que se burlarían de él en la universidad, que él no debía ser igual a su padre, que él era un niño inteligente entre otras cosas. Y entonces cuando yo llego a los Ángeles,  Norland es otro, es un joven deportista y universitario que práctica el tenis y que de alguna forma también trata de controlar la vida de nosotros, pero que se queda callado cuando le comenzamos a explicar las cosas desde nuestra perspectiva, aunque él nunca dejó de hacer uso de su pedantería, y se molestaba mucho por ejemplo si le decías que dejara de teñirse el pelo de rubio que se miraba sumamente ridículo y que era además una afrenta de sus raíces. Eso para él era un tremendo atrevimiento  e insulto, Norland cuando terminó sus estudios se casó con una Norteamérica Vickie Pellouchund con quien procreó tres hijos.

Al comienzo todas las tarde jugaba tenis con los cuatro sobrinos , y Jassin siempre me resultó tener un cierto parecido con mi hermano Marco como de hecho resultó ser cuando creció, mientras que Edgar Merlín siempre fue como el más juicioso, porque solo sabía observar y reírse, era un niño muy tierno, mientras que Jassin siempre andaba inventando algo , Jassin era el duro, el espíritu aventurero, pícaro, el bussines man y de mal genio como su tío Marco, mientras que Pili o Edgar Merlín o Pilito le decía mi madre, era como más metódico. Cuando quedaron los tres al cuido de mamá en Managua, Pili siempre fue el más obediente.  Con el tiempo cada uno de ellos fue a la universidad menos Yorland quien era mi sobrino preferido en ese entonces y con el que más compartí mientras estuve en Los Ángeles, con Yorland descubrí las canciones de George Michael y miré el estreno de la película Coming to América de Eddy Murphy, además él un día me consiguió unos casette de Rod Stewart que me hicieron recordar a Rosario; porque Pili y Jassin todavía estaban muy pequeños.

En Los Ángeles conocí Hollywood, Beverly Hills 90210,  el Down Town, El Fórum de los Ángeles, el Hotel California, el carro fantástico que hablaba, el parque de las rosas, en fin, vagamos por parques, calles, avenidas, museos... Anduvimos por los express way, conocí muchos lugares y gente en los Ángeles en donde la discriminación racial era algo tan obvio por donde fueras.  En los Ángeles desde mi punto de vista es bonito vivir, pero como turista, las distancias son largas y la gente es bien fría, en ese lugar la mayoría de la gente es lo que tienen, muchos mexicanos  andan en busca de fama y el dinero, y los inmigrantes son tratados con mucho desdén, todos los indocumentados como yo, siempre sentimos por aquellos años el peso del capital en nuestras espaldas; hasta que un día por medio de una llamada telefónica de papá, decidí irme  a vivir a Miami.

En Los Ángeles sin embargo aprendí a conducirme en sus calles y avenidas, a encontrar direcciones, aprendí también a llamar al 911 en caso de emergencia, conocí las escaleras eléctricas y aprendí también a tomar el autobús para ir  al trabajo, a calentar la comida en microwave  a bañarme en la tina con agua fría y caliente  y no con una panita como si estuviera en un río, aprendí que la desigualdad es inmensa como los inmigrantes que a diario entran  a ese hermoso país y que la humilda no se encuentra en la ropa que llevas puesta o en lo que tenés, sino en el corazón. Aprendí a decir adiós cuando nada me colmó y comprendí que lo más importante es el Ser, comprendí porque el mundo se encuentra agonizando y porque la amistad es como un tesoro, comprendí que los placeres efímeros del sistema son el antídoto perfecto para dejar de Ser, que entre el Ser y el Tener existe la Nada más deplorable y paupérrima como la de los niños de Acahualinca de Leonel Rugama o la Bangladesh de George Harrison. Aprendí que la guerra no solo es una confrontación política-ideológica o física, sino también Espiritual. @mundiario

 

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