Sonrisas de cuarentena
Todo comenzó cuando la abuela –mi madre-, decidió hacer una huelga de ollas caídas; es decir, se cansó de cocinar tanto y para familia tan numerosa en este encierro obligado. Y decidimos entonces hacer una votación para escoger quién la sustituiría. Se armó una campaña típica de elecciones. Comenzaron a aparecer letreros en las paredes del baño, en el patio, en el comedor, etc..
Por ejemplo: “No vote por mí, esta familia merece un futuro mejor”. O este otro: ”La votación se realizará en el Cenado”, pero lo quitaron porque podía confundir a los más pequeños. Claro, éstos ya habían colgado el suyo: “Los niños también pueden botar”. En fin, se convirtió el asunto en algo demasiado trascendental y grave, incentivado por tantos ratos de ocio debido a la misma cuarentena. Me vi en la necesidad de crear uno de mis fotomontajes para calmar los ánimos con una sonrisita. @pepepelayo @mundiario
Votación. / Pepe Pelayo.