Habitación 300: Salir a tientas del infierno entre las piernas y a mis pies

En la frontera del sueño y la consciencia, hay un vínculo nervioso.
En la frontera del sueño y la consciencia, hay un vínculo nervioso.

Aún ahora, odio que me toquen, aunque ya no me trastorna, aunque he visto casi de todo y no en las películas. / Relato literario.

Habitación 300: Salir a tientas del infierno entre las piernas y a mis pies

De algún modo, han de enseñarte lo que es el amor. Tienen que criarte en el amor. Has de hacer el amor.

No sabía lo que era el sexo, ni siquiera lo entendí cuando mi vecina me invitó a ver dos películas porno. Aquello no era nada de lo que yo consideraba necesario. Tampoco establecí vínculo alguno entre el sexo y el amor: seguí siendo malquerida y escondiéndome al margen de lo que se quisiera sobreentender, cuando la existencia se cernía sobre mí.

Sin embargo, tampoco lo asimilé, ni cuando a los dieciocho años Mada me enseñó la palabra felación. Por entonces, decidí que ya estaba preparada para tener un novio… Pero, cada vez que un tío se me sugería, veía caerse las Torres Gemelas.

Aún ahora, odio que me toquen, aunque ya no me trastorna, aunque he visto casi de todo y no en las películas. Sigo siendo inocente, lo sé porque anoche creí que ya estaba muerta y observando mi entorno con impotencia como le pasó a Patrick Swayze.

Siempre valoré la amistad por encima de la familia y el amor. Es más, daba a la familia por hecha y no sabía lo que era el amor, pero en algunos momentos había sido feliz.

Ahora bien, no elegí bien las amistades, que se tornaron abusivas. De hecho, no estaba bien ni con ellas ni en casa, no tenía con quién hablar, no podía ser yo misma, me ahorré el habla ante la duda. La existencia se cernía sobre mí.

He tenido amantes en sueños, creí enamorarme de cada uno… Pero ahora ellos se han enmarañado con mis padres y hermana y vuelvo a sentir un trastorno con el sexo. Creía que me había liberado.

No me gusta el sexo. Pero no me gusta que se me maltrate, hasta donde pueda entender que se me está tratando mal.

De todos modos, no siento deseo sexual: nunca fue deseo ni algo fuera de mi pudor. Las carnes no son para mí; ni el respeto, ni un sueldo, ni una pareja estable. Es lo que me ha tocado. Nací para luchar.

Me siento más sola que nunca al haber tomado consciencia de que siempre lo estuve, y que quienes estaban conmigo sentían pena cuando a mí me hacían feliz… Se me ha roto la felicidad.

La familia ha de inculcarte la pareja. Y saber escoger y decidir. El sexo surge. El amor, se busca.

Eso de que el amor nos salvará… Es un mesías que murió cien veces. Es una quimera, es para tontas. Lo que se destila es el exceso y la abundancia, óbice de orgullo y acoso.

No sé si el placer es bueno para la salud, pero está claro que el dolor acaba contigo. No se me murió nadie, nadie ha muerto, soy yo la que se muere. Supongo que moriré sola también. @mundiario


  

Comentarios