Lo romántico según Genne L. Paris: oficio, inspiración y sentimientos

Ciega traición, de Genne. L. Paris./ Amazon
Ciega traición, de Genne. L. Paris./ Amazon

"La novela romántica tiene mucho terreno que ganar y recuperar. Quizás no sea vista nunca más como lo que era en la época de nuestras abuelas", sostiene la escritora

Lo romántico según Genne L. Paris: oficio, inspiración y sentimientos

Autora consumada en el género de la romántica, la escritora Genne L. Paris ha sido entrevistada para Mundiario.

Seducción, inspiración y renovación del género forman parte de su ideario a la hora de enfrentarse a historias de amor que tienen cada vez mucho más tirón.

Consciente de las limitaciones que, a veces, tienen los géneros, opta por arriesgar y renovar en títulos como Libélula. Sin pretensiones, sin grandilocuencia, nada vanidosa, la autora se desnuda literariamente en la siguiente entrevista, explicando con toda clase de matices en qué consiste el oficio de la escritora de romántica.

La inspiración y el manejo de la experiencia literaria a través de sus propias vivencias conforman el núcleo temático de sus respuestas; respuestas consagradas a ese gusto por deleitarse en el crisol de matices y sensaciones que procura un sentimiento tan desgarrador como el amor.

-¿Dónde encuentras la inspiración para el tema de tus novelas? 

- Esta es una pregunta que creo que todos los autores nos cuestionamos a veces. ¿Por qué lo digo? Porque para nosotros, en ocasiones, es algo que nos inquieta bastante, especialmente por el temor constante a que esta se nos escape o desaparezca. 

En mi caso, la inspiración siempre intento encontrarla en lo cotidiano y en los pequeños detalles de esta vida que ciertamente trascurre a veces demasiado rápida, haciéndonos  perder muchas oportunidades hermosas debido a su constante vorágine de deberes y obligaciones. Y, además, confieso que los momentos de soledad, esos que me suelo regalar tan solo para mí: en un parque, una biblioteca o, a menudo, en un rinconcito especial que tengo en mi casa, también ayudan mucho. 

De igual modo podría agregar que en mis libros publicados hasta ahora, la tan atesorada «inspiración» fue tejiéndose con el tiempo. La bilogía Libélula, por ejemplo, según lo he dicho en varias ocasiones, incluso en la nota de autora del cierre de esta, es una historia que con los años fue enriqueciéndose tanto en su trama como en cuanto a sus personajes. Y, referente a su spin off, Ciega traición, puedo decirte que esta nació a raíz de que mi más importante lectora cero, no solo quedara prendada de uno de los personajes de Libélula, la cual ya leía, sino que de ella surgió la idea de contar la historia de este atormentado hombre: el embajador Armando Sanfield 

Y bueno, ahora trabajo en una en particular que, ¡créeme!, me tiene muy inspirada, y quisiera contar con «dedos mecánicos» para entregársela pronto: Prohíbeme amarte

En fin… Creo que la inspiración solo te descubre y una se debe dejar llevar por ella, aunque te parezca absurdo en ese momento o no confíes del todo en lo que tu mente comience a visualizar de inicio como una posible historia a futuro. 

-Pero, detrás de esa inspiración, ¿hay una labor literaria de investigación?

-Es más, yo anoto todo lo que mi imaginación me muestra; y de hecho, cargo conmigo una pequeña agenda y en ella escribo todo aquello que me provoque cualquier tipo de sentimiento o emoción: una canción, un poema, un evento, ¡no importa! Sean estos buenos o, incluso, negativos, siempre intento buscarles un significado y una base que sirva para crear una historia.

Ya que creo que los escritores no solo nos nutrimos a la hora de escribir de la belleza existente a nuestro alrededor, si así fuera, imagino que no llegaríamos realmente al lector de una forma real, auténtica y objetiva, pecando entonces de idealizar en exceso un mundo que tiene tanto de hermoso como de trágico. Aun así, sí soy de las que a pesar de todo el dramatismo que contenga la historia, prefiere a esos llamados «clásicos» finales felices. Especialmente en el género del romance. 

-¿Por qué necesitamos, según Genne L Paris, leer novelas de amor? 

Porque el amor tiene muchos matices y formas, siendo todas merecedoras de ser inmortalizadas. ¡Nada mejor que un libro para conseguir lograrlo! Más en una sociedad donde cada día se pretende volver un «cliché» el que un hombre pueda ser un caballero y decir un «te amo» sin pecar de ser «cursi». O el que una mujer desee amar sin restricciones, a pesar de cualquier circunstancia a vencer, sin correr el riesgo de ser señalada como débil o de estar siendo manipulada por el sexo opuesto. Además, es triste ver a quien ridiculiza el que tu pareja te abra la puerta del auto, pretenda protegerte, ayudarte o, simplemente, te regale flores para enamorarte. Creo que estamos cayendo en extremos peligrosos donde juzgamos por igual a todos, y en ese camino nos estamos llevando por delante el verdadero significado de las relaciones de amor en las parejas. 

-¿A qué te refieres con lo de "caer en extremos peligrosos"?

-Por mi parte, me declaro una enamorada absoluta del amor; por supuesto, siempre que este se muestre como lo que es realmente: un sentimiento donde tanto hombres como mujeres se dan el valor, la importancia y el respeto que ambos merecen dentro de una relación. Pero confieso que me decepciona mucho que cada día el romance, sin importar entre cual género ocurra, se estigmatice alejando el concepto de lo que realmente debe ser la unión entre dos personas que realmente se amen, se complementen, aprendan uno del otro de sus errores y virtudes, crezcan juntos y, sobre todo, confíen entre ellos más allá de falsos estereotipos sociales y tabúes. 

-El hecho de que se hable continuamente de "novela romántica" parece que limita sus posibilidades creativas. ¿No tienes esa sensación?

-La novela romántica tiene mucho terreno que ganar y recuperar. Quizás no sea vista nunca más como lo que era en la época de nuestras abuelas, eso es justo y válido; ya que los años traen consigo las trasformaciones sociales y tenemos el deber de cederles el paso a generaciones nuevas; pero creo que si algo nos vuelve menos humanos es el no enaltecer y dar el valor que el arte del romance merece y el no respetar y abogar por rescatar esas hermosas tradiciones que, precisamente, es de las cosas más significativas que nos definen.

El no hacerlo, nos hace cómplices de querer convertir este mundo y su futuro en un lugar donde, lo más importante, pueda llegar a considerarse un día tan solo como un ideal efímero: el amor. Y, definitivamente, la historia de esta humanidad se ha dedicado a demostrar con creces que sin él nada sería posible y todo carecería de sentido. 

-¿Hasta qué punto llegas a dominar plenamente a tus personajes? ¿O son ellos los que te dominan a ti a la hora de escribir? 

-Mira, esta pregunta es muy controvertida, por llamarla de alguna manera. En mi opinión, puedo asegurarte que es muy cierto lo que se dice a veces: en un gran porcentaje los «personajes mandan». De hecho, justo ahora puedo dar fe de ello.

La mayoría de las veces, durante el camino en el desarrollo de la historia, hay personajes que exigen más y cada capítulo que escribes te vas dando cuenta de ello. Es como si te lo fueran mostrando por sí mismos. Ya sea su carácter, temperamento o protagonismo dentro de la trama, de pronto requieren de otro matiz y tu deber como autor es saber identificar qué esperas tú de ellos y, lo más importante, que esperarían tus lectores en ese punto de la historia.

Ahí es cuando llega el momento de bajarte del sillón de escritor y sentarte en el de un buen lector. Me sucedió muchísimo en Ciega traición y confieso que me está pasando una vez más ahora con uno en particular: el antagónico de Prohíbeme amarte, y del cual solo te daré como pequeño spoiler de que será de esos que te provocarán querer meter las manos entre las cuartillas para poder ahorcarlo. ¡A mí ya me provoca hacerlo! 

El punto es que nunca debes forzar una historia; a la larga, el lector se dará cuenta de ello si permites que un personaje que, en un inicio fue fuerte y muy activo, se venga abajo según se avanza en la lectura, o viceversa. Es un poco difícil lograrlo, más teniendo en cuenta el grado de complejidad e intensidad de la trama, pero, definitivamente, sí soy del criterio que para que una historia fluya debes convertirte en espectador de ella y en una especie de intermediario entre los personajes, según como los has visualizado, y teniendo en cuenta lo que como autor esperas de ellos a la hora de darles vida entre letras. ¿Que suena un poco loco? No lo dudo.

Pero yo soy fiel defensora de lo que llamo la «author’s bubble» (burbuja del autor.) Cuando estoy en ella solo existimos mis personajes y yo, y ese escenario en el que se desarrollan. Además, cuando crees que la inspiración se tomó un receso o que simplemente lo necesitas, ya sea física o mentalmente, tú cierra archivo y pon las musas a descansar el tiempo que ellas te exijan. Porque todo aquello que pretendas que fluya forzándolo o precipitándolo no saldrá jamás con la calidad y la pasión  que esperas y que merecen tus lectores. 

-¿Qué buscas en la literatura? ¿Y por qué necesitas escribir historias? 

-En la literatura busco conocimientos, paz y superación tanto intelectual como espiritual. Busco el encontrarme conmigo misma mediante lo que sin dudas es mi mayor pasión: escribir. Intento aportar mi granito de arena para que la lectura se vuelva un idioma universal que nos aporte enseñanzas y nos una en aprendizaje, ayudándonos al compartir diversas culturas sociales. 

Creo que para a quienes nos apasiona este mundo de letras y sus historias, tanto leyéndolas  como escribiéndolas, se termina volviendo una necesidad que nos complementa y nos hace ver los eventos de la vida desde otra perspectiva. No importa el género literario que te guste más, o si el autor que prefieres tiene un estilo u otro dentro de este, lo importante es que siempre te quedes con la enseñanza, el mensaje o las emociones que entre sus líneas pretendió trasmitirte. Cuando como escritor logras eso, al menos en una pequeña parte, en mi opinión has logrado algo grande e incomparable.

Desde que me decidí a mostrar al mundo mis manuscritos, convirtiéndolos en libros que hoy con verdadera satisfacción atesoro, no tenía ni la más mínima idea de todo lo hermoso que sería esto para mí a nivel personal. La literatura me ha hecho llegar a personas que hoy son invaluables en mi vida y a las que no tengo palabras para agradecerles.

He aprendido, sigo aprendiendo y, principalmente, me enorgullezco por las preciosas amistades que el mundo de la escritura me ha regalado, junto a lectoras que no tienen una idea de cuánto me han hecho llorar de emoción por sus palabras y reseñas. ¿Qué busco entonces de la literatura? Es sencillo: confraternizar, apoyar  y llegar a la gente nutriéndome de ellas a pesar de grandes distancias, teniendo como premio lo mejor: ser feliz haciendo lo que tanto amo… ¡crear historias! 

-Entonces… ¿Crees que la literatura nos ayuda a entender mejor la realidad? 

-Creo que nos ayuda a amar, valorar, agradecer o cambiar nuestra propia realidad. Cada libro, sin importar lo que resguarda su historia, nos deja un mensaje del cual siempre aprendemos. 

Puede que nos enojemos, lo odiemos o, simplemente, amemos la trama y esta se nos vuelva inolvidable. Lo que sí es casi seguro es que un libro nunca será lo suficientemente malo como para pasar inadvertido, mínimo nos hará gritar de decepción o por absoluta dicha. Esto no quiere decir que deje de ser un deber de todo autor superarse sin descanso por dar lo mejor de sí, finalmente no solo estamos creando un producto lucrativo, es más que eso, es un aporte cultural que merece ser respetado, primero, por nosotros a la hora de escribirlo para que luego merezca el respeto del lector. 

Entender la realidad del mundo no creo que sea posible, evadirla un poco gracias a la literatura, sí lo es sin dudas. Y también el valorar la vida, agradecer lo que nos brinda e incluso luchar por todo aquello que soñamos, sin importar las veces que tengamos que levantarnos. Eso es lo que muchas historias inspiran y dejan como enseñanza, convirtiéndose muchas veces en grandes referentes personales, porque, como diría uno de los maestros del arte de las letras: Víctor Hugo, «El mundo no es conducido por las máquinas, sino por las ideas». 

Muchas gracias.

Comentarios