Roberto Bolaño, el mejor heredero de Julio Cortázar

Roberto Bolaño.
Roberto Bolaño.

Su huella creadora luce de nuevo, situándolo donde le corresponde para que no caiga en el olvido.

Roberto Bolaño, el mejor heredero de Julio Cortázar

La locura literaria en el ser humano puede surgir de improviso, dispuesta a  apostar por un proyecto atrevido e incluso llegar al suicidio literario. Romper las normas de la palabra en el espacio creativo por encima de los moldes establecidos. Este el modelo prodigioso del novelista Roberto Bolaño.

 Nació Bolaño en Santiago de Chile en 1953. Falleció en Barcelona en 2003. Su huella creadora luce de nuevo, situándolo donde le corresponde para que no caiga en el olvido, No ha necesitado un Schubert como el poeta y amigo Wilhelm Müllerm, mago de las lieder.

Conocí a Bolaño en Sevilla  meses antes de su muerte, en una de esas cenas que no se olvidan fruto de la sobremesa para recordar. Lo considero el mejor heredero de Cortázar.

En los tramposos tiempos  circulantes de “coge el dinero y corre”, las ofertas de piensos tentadores en los pesebres para ese periodismo gris y amarillo que viene dándole la espalda a  las mínimas  normas éticas de conducta pro­fesional, resulta descomunal y preocupante.

Anton Chéjov es la maestría literaria del cuento. Poseedora de sencillez, capaz de dibujar con  dosis de melancolía la personalidad de sus protagonistas humanos. Genio de la brevedad con profundo sentido de la libertad personal. La lectura de los relatos es modelo de hermosa y llana creatividad, Suave y hermosa la prosa suave de una profundidad humana que refleja el sentir  del pueblo ruso, sustancia inseparable en mi vida de lector.

Andalucía será dentro de unos años, de nuevo, tierra mezclada de culturas, las mujeres que llegan en pateras con hijos pequeños, otras que  vienen embarazadas, en esa travesía de la miseria hasta cruzar un Mediterráneo arribando a nuestras costas. Deseado intento de permanecer en España con esos negritos que tanta ternura producen, que con el tiempo vivirán una integración pausada. Los niños crecerán cuanto que suelten el pecho de las madres para salir a la calle a jugar. Dirán con acento andaluz: caballo, tambor, ordenador, mi amigo Pepe, la pelota. Los niños, con la misma facilidad y rapidez que se hacen amigos, aprenden idiomas. Uno lo ha visto por ahí, lenguas difíciles, el ruso, el alemán. Conozco a  hijas e hijos de españoles que hablan ruso y alemán. Que traducen a Chéjov y Thomas Mann Las lenguas solidarizan, unen, claro que también existe el odio separatista y racista, que nada más quiere ese reducido mundo de su aldea mental. El nacionalismo exacerbado que hasta mata si es necesario para calmar la sed de la ignorancia.

La edad madura da paso al recuerdo del último adiós a un viejo amigo, se convierte en una permanencia, todo se trasforma para quien se ha quedado todavía aquí, junto al interrogante sobre lo divino y humano. Y desde  esa soledad del día a cualquier hora, va mostrando las dos caras de la vida diaria siguiendo su camino. @mundiario

 

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