El Réquiem de Mozart, una obra maestra llena de secretos

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Réquiem de Mozart. / palaudelamúsica
La Misa de Réquiem en re menor K. 626 es la última obra que Mozart compuso y, probablemente, una de las más importantes no solo por su calidad musical, sino también por la leyenda que a ella va asociada.
El Réquiem de Mozart, una obra maestra llena de secretos

Mozart escribió mucha música sacra, aunque casi toda durante el periodo que pasó en la corte de Salzburgo, ya que en Viena solo compuso la Misa en do menor KV 427 y este magnífico Réquiem. La genialidad de Mozart queda también patente en su música religiosa, en la que fusionó todos los estilos de la época y captó el sentimiento religioso de una manera muy particular, desligándolo de toda institución y transformándolo en música pura.

La composición de esta obra está rodeada de misterio. El Réquiem fue encargado a Mozart por un desconocido enviado por el conde Walsegg. Este conde era un músico aficionado que deseaba que el compositor escribiese una misa de difuntos para el funeral de su esposa. El hecho de no presentarse él mismo y enviar en su lugar a un desconocido, que vestía completamente de negro para permanecer en el anonimato, responde a su verdadera intención, que no era otra que apropiarse de la composición y hacerla pasar como propia.

Mozart se encontraba en un momento muy complicado, su salud decaía y se encontraba muy abatido desde la muerte de su padre y, a consecuencia de esto, casi obsesionado con su propia muerte, por lo que todo lo que rodeaba a este encargo secreto llegó incluso a atemorizarle, o eso dice, al menos, la leyenda. Lo que sí es cierto es que el conde no pudo finalmente cumplir su cometido, ya que la enfermedad de Mozart se encontraba en un estado muy avanzado y al joven compositor le sobrevino la muerte antes de ver terminada su gran obra. Solo llegó a componer los primeros compases del Lacrimosa, y fue su discípulo Süssmayr quien completó la instrumentación, según las indicaciones de la partitura de Mozart, y las partes que faltaban.

Mozart murió a los 35 años el 5 de diciembre de 1791, antes de que pudiera completar el trabajo. Las  enfermedad que consumió su vida sigue siendo un misterio, pero se cree que pudo ser un padecimiento de riñón, fiebre reumática, y hasta envenenamiento por mercurio.

La escucha de su obra es de una magnitud emocional desbordante, quién ha podido tener la suerte de escucharla se ha sobrecogido por la excelencia musical, el uso de timbres sombríos, acentuado por el empleo de trombones y corni di bassetto , clarinetes bajos, el carácter solemne que aporta la tonalidad de re menor, la utilización de cromatismos muy acentuados y la inclusión de elementos barrocos , secciones polifónicas y fugadas, que casan a la perfección con el contenido de la obra y con el momento vital en el que se encontraba el compositor.

Recientemente el Réquiem de Mozart ha sido interpretado, el 2 de Junio, en homenaje a las víctimas del coronavirus en la Catedral de Sevilla a cargo de El Coro de la Universidad de Sevilla y la Orquesta Sinfónica Hispalense  presidida por el arzobispo de Sevilla.

El Réquiem constituye el culmen del talento artístico de Mozart  y el dominio de su oficio como compositor. Una obra que seguirá pasando de generación en generación, porque el talento y la calidad son atemporales y lo erige como uno de los músicos más importantes de todos los tiempos. @mundiario

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