Ramón Bascuñana escribe 6 seis 6, un poemario con una severa crítica social

El poeta y escritor oriolano reaparece con un poemario que, sin olvidar constantes temáticas y estilísticas de anteriores trabajos, se aproxima a la derrota social de los invisibles.
A diferencia de otros poemarios de Ramón Bascuñana que he reseñado en Mundiario, me sorprende este nuevo libro, 6 seis 6, por la acerada crítica social que presenta la mayor parte de sus poemas.
Acostumbrados al sutil modernismo que podemos encontrar en sus poemas, recogidos, por ejemplo, en El gesto del escriba, este libro, publicado por L.U.P.I. y premiado en el III Concurso Noches Poéticas de Bilbao, manifiesta con contundencia la actitud de un poeta comprometido con los problemas sociales de nuestro entorno, sin abandonar el tono elegiaco de su poética.
Nunca me ha gustado la manida acepción del poeta comprometido, como si, en el acto de escribir, existiese una clase de obligación moral, por encima de los sentimientos, que vincula necesariamente la escritura poética con el ensayo o, en el peor de los casos, con la propaganda política.
Bascuñana es inteligente en ese sentido y su 6 seis 6 es un libro de auto-reconocimiento, cuando, a través de sus versos, comprobamos que, desgraciadamente, las injusticias no son delebles, y que el hombre es un ser tan pusilánime como el más indefenso cuando se propone destruir al otro.
Su libro no es panfletario. Bascuñana exige de la poesía una transcendencia que vincula las desgracias ajenas a esa impotencia que se genera en el autor, pues su única propuesta paliativa del dolor colectivo es la contemplación, la resignada contemplación que a veces se torna en rebeldía contra sí mismo, una rebeldía tan inútil como fustigadora. El título connota esa terrible sentencia en la que lo apocalíptico convive con nosotros desde el principio de los tiempos:
"decir soy un poeta
decir soy un son nadie camino por las calles
y me espera la muerte
al doblar una esquina del futuro
y el amor al girar la rotonda de un cuerpo
decir
la noche es un suplicio con estrellas
y el día es el tormento de vivir cada día
de la misma manera
con la misma rutina" (pág. 41)
No están exentos de este libro algunos temas recurrentes sobre los que Bascuñana ha reflexionado continuamente, rozando lo obsesivo, y entiendo que "obsesivo" en el caso de un poeta no es una desventaja, sino un rasgo singular que pone a prueba la propia evolución poética del autor, buscando nuevos derroteros, donde la singularidad creativa logra manifestarse, como son, en Bascuñana, el concepto de la muerte como acabamiento y la caducidad de la vida como experiencia traumática e inefable:
" morir no es importante
al final solo importa el azul de la vida
no pensar demasiado
ni demasiado poco
ser felices a ratos
y aceptar la tristeza
la insólita tristeza de vivir como somos" (pág. 61)
Por otro lado, 6 seis 6 deja constancia de esa confluencia entre el mal como un fenómeno colectivo que, siguiendo a Arendt, está motivado probablemente por la estupidez y la banalidad, y el mal como un proceso de interiorización en el que Bascuñana asume la fatídica responsabilidad de la violencia ejercida por los otros; pues participa de ella de alguna manera cuando reconoce sus propias limitaciones ante tragedias que nos sobrepasan una y otra vez.
"y comprender la vida
lejos de ser milagro es septicemia" (pág. 57)
"y aquel que se rebela es estigmatizado
y se le niega el pan el agua y el saludo
o se le pega un tiro
aunque ya no son tiempos para el tiro en la nuca
hoy es la economía
quien gobierna el destino de los pueblos" (pág. 79)
Tras la lectura de sus textos, el creador nos empuja a sobrevivir al dolor y con el dolor, dejando claro además que el poeta, por muy duro que parezca, de alguna manera, es un parásito que se nutre de las desgracias ajenas para explorar las posibilidades del lenguaje.
Bascuñana expresa sin ambages, a modo de plegaria, que el desahucio, la marginación, la violencia o la xenofobia son propiedades eminentemente humanas. Renegar de algo así es prácticamente un acto de violencia.
"la suma de los muertos es solo una cifra
que ya no nos afecta
porque estamos inmunizados contra las cifras
más de quinientos dieciocho muertos
en apenas diez días
el cerco de alepo amenaza con desplazar
trescientas mil personas
un ataque a un hospital deja
un saldo de catorce muertos entre
los cuales se encontraba el último pediatra
que quedaba en alepo
y entonces las cifras se humanizan
ya no son solo cifras
porque detrás de las cifras hay seres humanos
personas con familia que intentan sobrevivir
entre los escombros de la civilización" (pág. 28)