Al pazo de Meirás, para empezar hay que devolverle su verdadero nombre: Torres de Meirás

Pazo de Meirás. / Mundiario
Torres de Meirás. / Mundiario
Sobre su destino, estaría bien que la decisión fuese de especialistas y académicos, mejor que de políticos en busca de confrontación. Carmen Calvo centró el debate al decir que las Torres de Meirás harán "una reivindicación de la figura, tan importante para Galicia y las letras españolas, de Emilia Pardo Bazán”.
Al pazo de Meirás, para empezar hay que devolverle su verdadero nombre: Torres de Meirás

El deseo de dividirlo todo en España, hasta alcanzar el enfrentamiento, alimenta una absurda polémica sobre cuál debe ser el destino de las Torres de Meirás. A este paso dará la impresión de que quienes abanderen la idea de dedicar el pazo, preferentemente, a Emilia Pardo Bazán y a sus valores literarios y feministas serán de derechas –algo que no deja de ser paradójico en la cultura de la izquierda–, mientras que los que proponen combatir a Franco y a su cruel dictadura desde Meirás serán de izquierdas.

En realidad, ambas cosas son compatibles –defender la democracia frente a la dictadura y ensalzar la igualdad y la literatura–, y más aún, si se dejan en manos de expertos en historia, memoria histórica, literatura, pedagogía y otras especialidades académicas, útiles para tomar decisiones a largo plazo. Con conocimiento, perspectiva y sin presión política. Con sentido común y sin postureo. En definitiva, con rigor.

Torres de Meirás

Al Pazo de Meirás, para empezar habría que devolverle su verdadero nombre, Torres de Meirás, como le llamó Emilia Pardo Bazán (1851-1921), su creadora, mucho antes de que le fueran entregadas a Franco –hace ahora 82 años– como “regalo”, por parte des una comisión de notables de A Coruña, un proceso ya declarado ilegal que dio paso al uso del pazo de Meirás.

Y una vez en las Torres de Meirás, podrá hablarse de su destino principal como bien público, partiendo de la base de que –siguiendo el buen criterio del escritor y periodista Manuel Rivas– en ningún país que haya pasado en serio de un régimen totalitario a una democracia, las familias de tiranos o dictadores usurpan bienes propios del patrimonio público.

Visto con las luces largas, pensando en las futuras generaciones, siempre tendrá más interés humano y cultural la figura de Emilia Pardo Bazán que la de Francisco Franco. Y no por ello deja de ser también verdad que el repentino reconocimiento a la condesa de Pardo Bazán tampoco sería tan intenso y efervescente si no se diese el morbo que rodea la antigua casa del dictador, cuyo atractivo tampoco está en su decoración.

Lo que hoy parece de una forma, mañana podría verse de otra distinta, sin que eso suponga la más mínima concesión al franquismo. Al contrario, algunos de los valores que representa Emilia Pardo Bazán son precisamente una buena manera de denostar –sutilmente– las malas prácticas de la dictadura franquista.

Emilia Pardo Bazán. / lagaleraeditorial.com

Emilia Pardo Bazán. / lagaleraeditorial.com

Restituir la memoria de Emilia Pardo Bazán

El mejor destino que se les puede dar a las Torres de Meirás, ahora que, por fin, han vuelto al patrimonio público gallego y español, es honrar a una de las principales escritoras europeas de su generación, escribe, por ejemplo, la historiadora Isabel Burdiel, en un artículo que publica en El País sobre la restitución de la memoria de Emilia Pardo Bazán en Meirás.

La vicepresidenta Carmen Calvo hizo también un buen resumen cuando dijo esta semana en A Coruña que las Torres de Meirás no pueden convertirse –"de ninguna manera"– en "un lugar de recordatorio nostálgico o blanqueamiento del franquismo". Pero acertó más cuando propuso que las Torres de Meirás hagan "una reivindicación de la figura, tan importante para Galicia y las letras españolas, de Emilia Pardo Bazán” –"el mejor activo de futuro de este lugar”– que cuando se enredó con que “contará la verdad del paso del dictador" por el pazo de Sada, en las cercanías de A Coruña. @J_L_Gomez

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