“La oralidad convoca a la voz que generó el poema”, asegura Marina Oroza

portada libros Marina Oroza
Portadas de los libros de Marina Oroza./ A.S.

La poesía de Marina Oroza es transgresora, inquietante y magnética. Utiliza un lenguaje sinuoso y elíptico, por lo que sus poemas oscilan entre la calma y el vértigo.

“La oralidad convoca a la voz que generó el poema”, asegura Marina Oroza

Algunos de mis libros ocupan un lugar privilegiado en mi biblioteca. Recurro a ellos con frecuencia y en cada lectura encuentro imágenes que me sorprenden nuevamente. Así me ha ocurrido con Pulso de vientos y Esto es real, de Marina Oroza. Y es que la poesía de Marina es realmente seductora.

La autora nació en Madrid. Desde muy niña, reside en Barcelona, ciudad en la que se licenció en Magisterio en 1982. Ha publicado los libros de poesía Pulso de vientos (Ketres Editora, 1997) con ilustraciones de Juan Genovés y prólogo de Jesús Ferrero, Así quiero morir un día (Huerga & Fierro, 2005), La chimenea de Duchamp (Editorial Ardora, 2013) y Esto es real (Amargord Ediciones, 2016).

Destaca especialmente en las artes performativas y ha trabajado como actriz profesional con directores de la talla de Bigas Luna, Juan Antonio Bardem y Jaime de Armiñán, entre otros.

Imparte, además, cursos de su método personal para expresarse en público: Pánico Escénico. El Arte de hablar en Público. Ha participado con su obra en festivales de teatro, universidades, fundaciones y museos a nivel internacional. Parte de sus textos se encuentran en antologías, diarios, revistas y prensa escrita. Algunos de sus poemas han sido traducidos al catalán y al inglés.

Me tomo la licencia de reproducir dos párrafos de la bellísima introducción que Jesús Ferrero elaboró en su día para Pulso de vientos: “Hay en la poesía de Marina Oroza una intimidad sofocante y un deseo de palpar las raíces más elementales de la memoria”. (…) “Temblor, oscuridad del ser reducido a su latencia, gotas que caen a ninguna parte. Y el aire sabe a metal”.

-Marina, ¿qué añade la poesía oral a la poesía escrita?

La oralidad aporta la capacidad de convocar a la voz que generó el poema en su origen.

-¿Es necesario que la poesía oral vaya acompañada de otras artes?

No es imprescindible. Solo es necesario un emisor y un público. Es decir, la presencia con la voz y la palabra viva, y la escucha. Así de cruda y desnuda. Y como es una esencia, combina muy bien con otras disciplinas artísticas.

-El performance, ¿mejor en plena calle o entre las paredes de una sala?

Depende de muchos factores, según las necesidades del artista y también según las necesidades que de alguna manera pida el espacio. Después de un diálogo entre el performer, el espacio y los espectadores imaginarios, se puede tomar esta decisión.

-¿Alguna vez has sentido miedo escénico?

Trabajo con el miedo escénico, es un motor de transformación. Lo siento desde niña y he tenido que hacerme amiga de él porque no desaparece. Es un miedo apasionado.

-¿Se pone más el corazón cuando se recitan los poemas de memoria?

Sin duda, se pone el cuerpo y en el cuerpo está la emoción.

-¿Te condiciona el hecho de ser hija del poeta Carlos Oroza?

Me sorprende, no me condiciona.

-¿Cómo surgió la idea de titular tu tercer poemario con el nombre de una obra artística? Me refiero, como sabes, a La chimenea de Duchamp.

El verano en que estaba trabajando en una elegía que hablaba de cenizas, de memoria y de fuego, descubrieron que la chimenea frente a la que escribía la había construido Duchamp. El libro se impregnó de esta historia y mereció este título.

-¿El poeta es un vagabundo que sigue su camino en solitario?

Un ser solitario creo que sí es, pero no necesariamente vagabundo. Cualquiera que se atreva a vaciarse para que le pueda atravesar la poesía, si finalmente sucede, puede serlo en ese momento y, entonces, detectar lo extraordinario. ¿Hacia dónde se dirige? Se interroga y una de las preguntas que se hace podría ser ésta.

-¿En qué andas ahora, tú que eres una perdida con suerte?

Estoy escribiendo un diario en Buenos Aires.

                                                           Orihuela, 27 de octubre de 2018

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