Aquello nunca debió haber empezado, pero se fue para siempre

Alicia en el país de las maravillas
La vida doméstica también es un aprendizaje.

Era sencillamente feliz, porque todo era como todos decían que era. / Relato literario

Aquello nunca debió haber empezado, pero se fue para siempre

¡Cómo bailaba la Lambada, con aquella falda estampada! Era el sencillo de la época, cuando yo daba mis primeros pasos. Recuerdo la frialdad con que dejé de ser el centro de atención y dejé de ocupar todos los piropos… Tendría ya unos once años, cuando me dejé llevar por ruindades y me toqué como si fuese la única persona en el mundo que sabía eso, y así lo creí todo el tiempo. Sin embargo, en aquellos días tuve una diarrea, con que tuve que pedirle a mamá una muda y los cuidados, porque a ella le daba la risa.

Seguí yendo a clases de baile gallego, pero mi hermana y el tío me hacían burla… Empezó a avergonzarme todo, al tiempo que nadie se sentó a mi lado en el siguiente curso.

El tiempo volaba y llegué al instituto, cuando todo se venía, surgía, se rompía… No sin antes haber ido al guateque del colegio, cuando, de repente, no sabía bailar ni bromear. El aula era un guateque.

Papá dice que tenía ocho añitos cuando me subieron al palco de la orquesta en la aldea, ya que brincaba feliz en primera fila. ¡Subí al escenario a brincar para todos los vecinos! Y los mayores no podían evitar morderme los mofletes.

Cambié muchas veces a lo largo de mi vida, al haber sufrido mucho tiempo. Es algo que me hace dudar de la inteligencia: era más feliz cuando no sabía analizarme… Era sencillamente feliz, porque todo era como todos decían que era. Y la tragedia tenía un final, pero, en aquella depresión, parecía no haber un final… @mundiario


 

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