Nuevas especies de óxido, de Antonio Soriano Santacruz

Boria Ediciones publica la obra prima de Antonio Soriano Santacruz llamada Nuevas especies de óxido con diseño de cubierta de Paqui Nadal y una textura de cobre mohoso en la portada.

Nuevas especies de óxido, de Antonio Soriano Santacruz

Las escritoras y libreras, Sara J. Trigueros y Carmen Juan prologan este libro, donde catalogan a Antonio como “trasmisor de la lírica moderna”. Allí cuentan el descubrimiento de su poesía en la “segunda temporada del «Poetas en Cercanías»”.

Antonio Soriano Santacruz comenzó a los once años a tocar el piano. Continuó en su periplo musical fascinado por Chopin, el análisis musical y los supuestos dorados de la ópera de la Edad Moderna. Tras acabar Musicología se mudó a Madrid para dedicarse a la investigación musical. Allí realiza un doctorado sobre teatro musical del siglo XVIII madrileño. Este alicantino que “pasó sus primeros años entre naranjos, rosas, hierros oxidados y piedra”, según nos informa la solapa.

Divide su obra en tres partes: LA HERRUMBRE: MONOTEMA, LO QUE VIENE: PERISCOPIOS y LA HUIDA:QUIEBRO.

Sara J. Trigueros y Carmen juan afirman que” “Nuevas especies de óxido” se abre con un pórtico nihilista que anticipa el desposeimiento”.

De acuerdo con el Museo Virtual de Mirenalogía de la Universidad de Huelva existen 37 especies de óxidos, aunque habría que sumar las nuevas especies de este autor. Estos óxidos que están compuestos por la unión del oxígeno con otros elementos y que son comunes y abundantes en la corteza terrestre, como las situaciones que nos describe Antonio Soriano Santacruz. Fascinada por la elección del título de esta obra, he investigado un poco sobre ellos. Los óxidos, además, tienen una estabilidad elevada, un alto tiempo de fusión y una baja solubilidad. El misterio del óxido y su comportamiento cubre cada una de las 66 hojas del libro, puesto que en él estas nuevas especies dan forma a la narración y corroen la garganta de quien lee sus versos.

En su primera parte, las prologuistas nos avanzan que contemplamos “la desmitificación del culturalismo”. La herrumbre se convierte en el transmisor del único tema. Esa herrumbre que sucede cuando una estructura metálica queda expuesta a la humedad. Es el momento en el óxido lo corroe hasta perforarlo, incluso puede causar algún problema estructural llegando, en la peor de las opciones, en el colapso total.   Antonio Soriano define nuestra raza  y versa «Quisimos ser la raza del sol/ y nos dieron la sombra./ Y en la sombra bailamos con la luna/y el olvido era un nombre/ y nada más». En cada uno de los poemas de esta parte, se abandona a las sombras naranjas, al sueño y la bilis, a la ansiedad, a los fútiles y pasajeros intentos estériles de autosatisfacción yendo “más allá de la herrumbe sabemos que somos jóvenes que quieren comer jóvenes” y se balancea entre el sueño y la noche.

“En su segunda parte, LO QUE VIENE: PERISCOPIOS, predomina un yo con dobleces y contradicciones”, mencionan Sara J. Trigueros y Carmen Juan. El autor utiliza ese instrumento para observar, que a la vez impide la visión directa de uno mismo ante la realidad. Como pequeños sorbos de Vodka on the rocks, pega las “últimas bocanadas solo del argón del aire”, escucha “el contrapunto en San Marcos con sus ocho dioses” o “entiende esto para ser libre” y nos invita a intervenir, a “huir mientras escribes o escribir la huida” y nos regala el complemento musical y de entretenimiento: Intermedio: Berlín, 1933.  Una pieza poética donde integra el mundo del teatro y la música, de alguna forma, su propio entorno. Donde el cabaret se llena de espectáculo, tragedia y comedia. Un canto que roza el placer y podría ser una anotación, una representación independiente de la temática principal de la obra.

La huida: el príncipe

Caí en un camino de herrumbe

lleno de saltamontes de madera

y con la luna en ristre

olvidé mi cuerpo.

He llorado ríos enteros

porque he querido perderte

y ahora todo está muerto en todo este lugar.

Caí en un camino bordado

de piedras que no cabían en mi mano

y grité mil veces lo que giraba en tu nombre

               y ahora carcome mi garganta.

He perdido

he dejado

mi cadáver tirado en las especies de óxido

que recubren

recubrirán

los caminos.

Y el gigante ha venido.

Lo vi aproximarse con la extensión de su sombra.

Y me quedé mirando.

 Por último, LA HUIDA: QUIEBRO que “se revela circular y tripartita”, como mencionan en el prólogo. La espiralidad, el eco de la propia voz resuena en cada cualquier cabeza mientras se lee, como si utilizara a su favor la reverberación de todo lo que nos rodea y ajustara su acústica a ello. 

Los versos de Antonio Soriano Santacruz son flexibles y musicales. Durante sus páginas las referencias musicales son abundantes. La musicalidad baña su obra, tanto estructuralmente, como pragmática y semánticamente. Por otra parte, nada raro conociendo la carrera profesional del autor.

Antonio Soriano Santacruz logra verter el desencanto de esos días de existencia ordinarios y vulgares, angustiosos, incluso; en estos versos que rompen y corroen la superficialidad, tras el tiempo de exposición adecuado y algo de humedad. @mundiario

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