Nihiloma: un poemario sobre la humanización de las nuevas tecnologías

Nihiloma, de Rubén Martín./ Ediciones liliputienses
Nihiloma, de Rubén Martín./ Ediciones liliputienses
En este nuevo poemario, Nihiloma, publicado en Ediciones liliputienses, Martín insiste en esa capacidad semántica que los márgenes y las márgenes del lenguaje ofrecen para converger en una poesía intimista.
Nihiloma: un poemario sobre la humanización de las nuevas tecnologías

Cuando reseñé Sistemas inestables, de Rubén Martín, publicado en Bartleby, encontré una poesía que se nutría de los discursos tecnológicos para buscar una voz propia con la que inspirar sentimientos en torno a la soledad o la enfermedad.

En el caso de este nuevo poemario, Nihiloma, publicado en Ediciones liliputienses, Martín insiste en esa capacidad semántica que los márgenes y las márgenes del lenguaje ofrecen para converger en una poesía intimista, más humanizada, si se quiere, que en el poemario publicado en Bartleby en 2015.

Nihiloma es un poemario que despierta en la zozobra del miedo a la muerte y en la angustia que representa como clave existencialista del devenir al que se enfrenta el sujeto: “(…) en la única luz/ viviente una polilla/ gira y gira como/ ebria de sed(…) cuántos siglos/ han mutado las manchas de sus alas/ hasta llegar aquí (…) a este ahora (…) este delirio de / cristal cuyas entrañas consumimos” (pág. 14) .

Nihiloma representa esa simbiosis fatídica, a la vez que asombrosa,  entre carnalidad y mecánica, entre espiritualidad y engranaje, entre existencia y el sueño o el microsueño, que supone la propia inteligencia artificial, analogía del pensar humano como esa energía que nos recorre y escribe sola.

La vida del sujeto, alineada por las máquinas y los circuitos, fundida con el sueño producido por los cyborgs y la vida, no fugaz porque no muere en la transcripción de mensajes, likes y retuits, configuran esa mímesis perfecta entre objeto y esencia, entre el tiempo medido y el bucle infinito, impuesto por los sistemas cerrados de circuitos.

Para Rubén Martín, la analogía es clara y resulta compleja esa escisión entre realidad y realidad alternativa, entre mundo tangible y los mundos que se producen a través de circuitos eléctricos y sistemas informáticos.

La zozobra, la emoción del preguntarse y el miedo a morir se diluyen en el bucle incesante que representa la hipertextualidad: “Lo mismo está ocurriendo ahora. Ya./ Con nuestra propia narrativa/ íntima. Los millares de imágenes./ La infinitud/ de palabras” (pág. 33)

Contribuye a esta temática, el uso de los recursos paralingüísticos que se reflejan en la estética formal de cada poema.

Espacios en blanco, hashtags, subrayados, cursivas, códigos numéricos, por ejemplo, representan esa fusión de lo impredecible de la vida con la codificación de la vida misma a través de múltiples lenguajes operativos, como si todo lo existente se incluyese en el artificio, como si el preguntarse no fuese más que otro de los textos que se suman a una memoria inventada no solo para almacenar información, sino para hacernos sentir que entre lo virtual y lo real no hay deslinde alguno: “lo irreal intacto tras la devastación de lo real” (pág. 43). @mundiario

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