Mulholland Drive: onírica, sexual y episódica

Escena de Mulholland Drive.
Escena de Mulholland Drive.

Este drama-thriller surrealista se enreda en nuestra cabeza de tal modo que desentrañar al completo su misterio es casi como intentar responder a las preguntas de quiénes somos y hacia dónde vamos.

Mulholland Drive: onírica, sexual y episódica

Quien se acerque a la pintura de Francis Bacon se encontrará con una buena bofetada dada por un alma retorcida y así, con ese entendimiento del arte tortuoso y visualmente poderoso, que provoca vivencias sensoriales más que comprensiones racionales, es el cine de David Lynch y la película de la que hoy hablamos, Mulholland Drive.

Estrenada en Estados Unidos en 2001 (a España llegó en marzo de 2002), esta obra parecía olvidada por el público general hasta que en 2016 fue considerada la mejor película del siglo XXI según una lista elaborada por la BBC a partir del voto de 177 críticos de -casi- todo el mundo. Un drama-thriller surrealista tan inclasificable como este se situaba en el podio de las obras cinematográficas más valoradas del presente siglo, la más valorada, de hecho.

El próximo mes de junio se reestrena en cines de la mano de Avalon, la productora y distribuidora de cine independiente, con motivo del aniversario de su estreno. Los lugares y ciudades elegidas para este evento son los Cines Golem de Madrid y los Balmes Multicines de Barcelona y, al menos durante un mes, se podrán ver, además de Mulholland Drive (2001), otros siete títulos icónicos de la filmografía de David Lynch: Cabeza borradora (1977), El hombre elefante (1980), Terciopelo azul (1986), Corazón salvaje (1990), Twin Peaks: Fuego camina conmigo (1992), Carretera perdida (1997) y Una historia verdadera (1999).

Mulholland Drive, de serie nonata a mítico largometraje

El penúltimo largometraje de David Lynch se creó y se pensó como serie de televisión. La cadena ABC quería repetir el éxito que diez años antes habían conseguido con Twin Peaks, pero Lynch ideó una criatura tan enrevesada que los productores de la cadena decidieron no invertir en un producto tan complejo de entender.

Unas cuantas escenas lésbicas lo suficientemente sucintas, pero a la vez explícitas, ponían el broche de oro a una misteriosa trama que se da la vuelta a sí misma como un calcetín para mostrarnos en el último tercio de la película las costuras del asunto.

El capítulo pilotó se convirtió así en largometraje y Canal Plus Francia adquirió los derechos con la intención de convertir aquello en una película apta para las salas comerciales. Tiempo después, unas cuantas escenas lésbicas lo suficientemente sucintas, pero a la vez explícitas, ponían el broche de oro a una misteriosa trama que se da la vuelta a sí misma como un calcetín para mostrarnos en el último tercio de la película las costuras del asunto. A pesar de ello, su estructura narrativa caótica y el amor de Lynch por las representaciones imaginativas que dan lugar a interpretaciones infinitas hacen que Mulholland Drive se enrolle en nuestra cabeza de tal modo que desentrañar al completo su misterio es casi como intentar responder a las preguntas de quiénes somos y hacia dónde vamos.

En cierto modo, da lo mismo. El cine de Lynch es experimental y su intención es hacer sentir al espectador, no hacerle entender. ¿Alguien entendió completamente Tenet? La respuesta es completamente irrelevante porque todo lo que vemos es tan fantástico y fantasioso que el conjunto de ideas expuestas solo nos provoca una reacción física o casi física.

Mulholland Drive se podrá explicar de millones de maneras diferentes (es más, se ha hecho) y este es, en cierto modo, uno de los atractivos de David Lynch y su cine. El juego de desentrañar un misterio es siempre fabuloso.

Sus primeros planos y planos detalle (ojo al de la lámpara roja con el teléfono negro y el cenicero lleno de colillas apagadas) son marca de la casa y pistas de las tramas, junto a la música ambiente que nos inquieta. Suele impregnar todo de alguna subtrama, como es el caso de Mulholland Drive, que quizá nos quiera dar a entender algo de la trama principal pero para lograr esa hazaña, siempre, siempre, se necesita un segundo o tercer visionado del film.

“Esta historia trata un poco acerca del negocio -de Hollywood - en cuanto a su temática, pero también trata acerca de otras cosas. Todo sale de las ideas. El estilo sale de las ideas”, declaraba David Lynh en una entrevista para La Crónica en 2002. Esas “otras cosas” es la relación entre Diane Selwyn/Betty (Naomi Watts) y Camilla Rhodes/Ritas (Laura Elena Harring); una relación amorosa que no acaba bien para ninguna de las dos. Pero para la actriz Naomi Watts este personaje tan poliédrico, intensamente interpretado y que nos deja pegados tanto a su dulzura, como a su sensualidad, o su maldad (esa prueba de guión para una película junto al actor Robert Forster en un primer plano voyeur corta la respiración), le supuso el salto a la fama mundial después de años pasando inadvertida. Tras Mulholland Drive la hemos visto extraordinaria en muchos otros films (21 gramos, 2003; Lo imposible, 2012…) pero lo que hace en Mulholland Drive y cómo lo hace es y será su mejor interpretación.

Sin más, disfruten, o no, de esta carretera de Los Ángeles con vistas al Valle de San Fernando y que da título a la obra de arte de David Lynch: Mulholland Drive. @opinionadas en @mundiario

 

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