Manuel García: "En Rondó para un padre huyo del patetismo de las memorias sobre la muerte"

Rondó para un padre. / JM.
Rondó para un padre. / JM
El autor alicantino estrena nueva obra, una novela corta en la que reflexiona sobre la pérdida de un ser querido, en su caso, su padre, muerto por un cáncer a la edad de 57 años.
Manuel García: "En Rondó para un padre huyo del patetismo de las memorias sobre la muerte"

Manuel García Pérez es uno de los autores más prolíficos de su generación. Desde temprana edad comenzó a colaborar en revistas de poesía como Empireuma, Álamo o Manxa. Es autor de poemarios como Luz de los escombros y Las exploraciones. Sus poemas han sido incluidos en numerosas antologías y próximamente verá la luz su tercer poemario, La quietud. Además, se ha atrevido con la literatura infantil, tiene un gran éxito con un manual práctico para opositores editado por Mundiediciones y colabora asiduamente con MUNDIARIO. Ahora, se encuentra promocionando su última obra, una novela corta titulada Rondó para un padre, todo un ejercicio de estilo y sensibilidad que cala muy hondo al lector.

— Rondó para un padre es una novela corta, de unas 80 páginas, y escrita casi como si de versos libres se tratase. ¿Es un buen resumen, digamos técnico, de esta obra?

— Sí. Empezó siendo una breve semblanza a la muerte de mi padre, a modo de carta y reflexión personal, siguiendo un poco la estela de algunos autores del siglo XX como Simone de Beauvoir, Marguerite Durás o el propio John Berger donde mezclan los diferentes géneros: memoria, poesía y ensayo. Al final fue cogiendo cuerpo y le fui añadiendo versos, fragmentos, reseñas críticas que creo entraban en consonancia con lo que es el objetivo de 'Rondó para un padre'.

— ¿Puede ser este el libro más personal que has escrito?

— Sí, por lo menos es el libro más sincero. No es que la poesía no sea sincera pero la poesía, al menos en mi caso, se mueve en un trance personal, sentimental… y aquí, sin embargo, estoy ante relato de experiencias acerca de la muerte y la ausencia de mi padre. Si entendemos por sinceridad el duelo o la necesidad del duelo, este es el libro más sincero. De hecho se escribió muchos años después de la muerte de mi padre.

— ¿Por qué tomaste la iniciativa de escribirlo después de tantos años de su muerte?

— En aquel momento se sucedieron muchos acontecimientos, muy de prisa. Ni a mí, ni a mi hermano, ni a mi madre nos dio tiempo de gestionar aquello. Estábamos en un momento muy feliz en nuestra familia, en nuestra vida. Yo había aprobado la oposición y estaba trabajando, mi hermano estaba acabando la carrera, mi padre se encontraba en una buena situación económica. Había estado en paro pero había encontrado un trabajo que le gustaba; mi padre y mi madre se habían construido una casa en el campo para pasar los fines de semana o largas estancias de vacaciones y de repente todo ello se vio truncado por un diagnóstico de cáncer que además, le hizo vivir muy pocos meses. Prácticamente en 7 meses mi padre murió y muy joven, con 57 años. Aquello fue un palo, un shock muy gordo que creo que no supimos gestionar. Intentamos mirar hacia adelante como supongo que haría cualquier familia. En mi caso personal no gestioné aquel varapalo, y creo que sigo sin hacerlo. Lo que sucedió fue muy injusto pero claro, la vida y la muerte no entienden de justicia. El libro es una reflexión sobre la pérdida y formas de gestionar esa pérdida, pero en definitiva solo es una excusa, un pretexto. Las palabras en ocasiones no pueden verbalizar aquello que verdaderamente se sintió y que todavía sentimos.

Manuel García Pérez

Manuel García Pérez.

Rondó para un padre es una pequeña joya literaria que, nos consta, ha emocionado a quien ya lo ha leído. Pero, además de abrirte en canal en ella, haces un uso del lenguaje exquisito con algunas referencias literarias de peso. ¿Cuáles son tus referentes? ¿Cómo consigues ese acercamiento tan íntimo entre tus palabras escritas y el lector?

— Hay parte de oficio. Lo que sí que quiero dejar claro y evitar es que el problema de estos libros, estas semblanzas, es el patetismo. Tú puedes sentir mucho dolor pero si no sabes encauzarlo al lector puede sonarle como algo ajeno, distante e incluso hasta ridículo. En mi caso creo que la sinceridad hay que saber medirla y yo busqué en aquello donde me siento libre, liberado, que es la literatura como una forma de hacer esa semblanza. Como para mí la literatura es una forma de vida y mi padre formó parte de mi vida, y de hecho su ausencia sigue formando parte de mi existencia, no había mejor camino que buscar una forma literaria, una mezcla entre ensayo y poesía, y luego que aparecieran otras voces poéticas que también han influido en mí. De ahí la presencia de María Zambrano, Alice Munro… son pequeñas inclusiones de la literatura en mi vida y, también, de alguna forma, convierten a mi padre en un motivo literario junto a los argumentos, las voces, los versos que aparecen en el libro. Quería, en definitiva, que mi padre fuese un personaje literario donde muchos lectores que hayan perdido a un padre o una madre se puedan identificar porque, a veces, cometer el riesgo de convertir esa semblanza en una memoria personal puede inducir al patetismo y quería evitarlo.

Tú puedes sentir mucho dolor pero si no sabes encauzarlo al lector puede sonarle como algo ajeno, distante e incluso hasta ridículo. Quería, en definitiva, que mi padre fuese un personaje literario donde muchos lectores que hayan perdido a un padre o una madre se puedan identificar.

¿Se puede vivir de la literatura?

— No. Quizá se puede vivir de la literatura si respondes a una categoría de escritor con una serie de características en tus novelas. Pienso en algunos autores que tienen gran éxito de ventas según género, por ejemplo novela negra, novela erótica… pero tienen que ser también determinadas firmas y con determinados componentes en su literatura. Y luego que haya un gran respaldo de marketing detrás, que tengas la suerte de que algún representante o agente pueda influir en determinadas editoriales y que las editoriales apuesten por un determinado producto con determinadas características. Entendiendo la literatura como un ejercicio de reflexión, como una literatura encaminada a la innovación, a la búsqueda de nuevos sentidos a la existencia, a una reflexión crítica sobre tu entorno... hay escritores como Manuel Vilas o Javier Marías que sí pueden tener un éxito editorial y pueden vivir de la literatura pero, normalmente, son escritores que compatibilizan su trabajo literario con conferencias, cursos, etc. A mí, ciertamente, me está dando muchísima pena ver escritores y escritoras que yo consideraba tenían un gran público y que ahora mismo se ven forzados y doblegados a hacer talleres de escritura creativa para poder sobrevivir. Me parece curioso que finalmente muchos escritores que vivían de la literatura ahora mismo tengan que recurrir a otras tareas y tener una imagen mucho más mediática.

— ¿Cómo percibes el mercado editorial?

— El problema que tenemos es que se publica muchísimo, unido a que el proceso de autoedición es tremendo. Al producirse lo que creo se ha denominado mal “democratización de la cultura”, lo que tenemos es una masificación y un exceso de publicación donde prácticamente la literatura se ha convertido en un objeto de consumo, de usar y tirar. El mercado editorial se ha acomodado a eso ya que las empresas editorias se dedican a vender y a promocionar todo aquello que pueden. Si que es cierto que puede haber editoriales más serias como puede ser Anagrama o algunos sellos minoritarios que apuestan por una selección de obras, por una clase de filtros, pero es cierto que las editoriales se van concentrando cada vez más en grandes lobbies y se publica de todo. Claro, no todo el mundo vende lo suficiente, pero es cierto que la capacidad de publicación y títulos a lo largo del año es infinita. Con lo cual, que un libro de calidad y de un autor desconocido sea distingible es impensable, es muy difícil. Ni siquiera sé hasta qué punto los premios literarios pueden ayudar pero ahora mismo el mercado editorial está saturado de títulos y claro, todo el mundo tiene derecho a publicar y a expresarse pero la saturación de títulos no se hasta qué punto se corresponde con la demanda. @opinionadas en @mundiario

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