Kalandraka edita clásicos infantiles versionados por Gloria Fuertes

Portada de El uno era Juan./ Kalandraka
Portada de El uno era Juan./ Kalandraka

Una cuidada versión  de Gloria Fuertes sobre la obra de Maurice Sendak nos introduce nuevamente en el imaginario personal del autor americano.

Kalandraka edita clásicos infantiles versionados por Gloria Fuertes

La tradición editorial de Kalandraka vuelve a sorprendernos con la presentación de unas obritas encuadernadas que recogen algunos cuentos breves de Maurice Sendak.

Versionados por Gloria Fuertes, los cuentos fijan un valioso anecdotario sobre la imaginación de unos personajes entregados a soñar constantemente en el mundo real. Y es "Valioso" por ese regusto a nostálgico que la edición presenta, conservando los rasgos, textura y cromatismo su primera fecha de publicación, allá por los sesenta, apostando por la viveza de los colores y por un contraste atrayente entre blanco y negro.

No podemos olvidarnos de la viveza de unas ilustraciones sencillas, cuya precisión esconde el prodigiosos imaginario  de Maurice Sendak; un imaginario que nos reconduce a esa convivencia entre la ficción y la realidad en contextos cotidianos.

Sopa de pollo con arroz, Miguel, un cuento muy moral, El Uno era Juan, libro de los números o Lluvia de cocodrilos, un alfabeto son algunos de esos títulos donde el aprendizaje a través de la rima, la fábula y las canciones nos devuelven a esa tradición oriental del cuento como enseñanza.

La reedición de estos trabajos nos permite degustar y sentir la herencia de dicha tradición a través de un autor que buscaba en la recreación de mundos alternativos la superación de una infancia monótona y previsible, esto es, una forma de evasión.

Hay una especie de anhelo continuo, de tristeza soterrada en sus textos, aparentemente llenos de ironía y complicidad con el lector infantil, que nos obliga a comprender a Sendak como un autor para todas las edades.

Sus ilustraciones y sus mundos nos recuerdan continuamente los retazos de una infancia enigmática y complaciente con nosotros mismos, cuando nos atrevíamos a imaginar para jugar, pero también nos remiten a esa otra infancia que se quedó ahí, en un pasado trabado e irrecuperable, el pasado de los niños que, para huir de la soledad, creaban su particular bestiario de criaturas enigmáticas y encantadoras.

Enhorabuena por estos trabajos.

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