Jesús (IV)

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Jesús (IV).

Jesús realiza sus milagros ante el asombro y la persecusión de sus detractores quienes siempre intentaran capturarlo para juzgarlo sin motivos suficientes .

Jesús sanaba enfermos por donde iba pasando y entre tantos milagros que hacía, uno de esos fue el del ciego de nacimiento que marca la ceguera alegórica de muchos creyentes en el mundo entero, ya que ante la pregunta que le hacen si el ciego había nacido ciego porque sus padres habían pecado o si él ciego había pecado para nacer ciego, Jesús les responde que ninguno de los dos había pecado, sino que había nacido así para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto. Y haciendo lodo con su saliva, la untó en los ojos del ciego ordenándole que se fuera a lavar a la piscina de Siloé -que significa enviado. El ciego, obedeciendo, fue y se sanó; y muchos que lo conocían desde siempre se quedaban asombrados al verle sano, y muchos de los que le preguntaban cómo era posible que estuviera sano, él les respondía que el hombre que se llama Jesús le había untado lodo en los ojos y lo había enviado a lavarse a Siloé y había recobrado la vista.

Ese día llevaron, al ciego ante sus perseguidores los fariseos, porque además era sábado el día que Jesús sanó al ciego y los fariseos le preguntaban lo mismo una y otra vez, que cómo era posible que estuviera sano. Sin embargo, los fariseos proferían diciendo que Jesús no venía de parte de Dios porque no observaba el sábado, mientras otros decían que cómo puede ser posible que un pecador hiciera semejantes milagros. Por tal motivo, discutían entre ellos mismos, hasta que un fariseo le preguntó al ciego: "¿Y tú que dices del que te abrió los ojos?", y el ciego les dijo sin titubeos que era un Profeta. Los fariseos, para poder convencerse de lo que se decía, tuvieron que llamar a los padres del ciego, y cuando estos llegaron reconocieron que era su hijo y que había nacido ciego de nacimiento, pero que no sabían cómo era que ahora veía y que desconocían quién le había devuelto la vista por miedo a ser expulsado de la sinagoga, ya que los fariseos habían ordenado que quien confesara que Jesús era el Mesías sería expulsado de la sinagoga.

Luego, se dirigieron al que había sido ciego y le dijeron que ese Jesús era un pecador y él les respondió: "Si es pecador no lo sé, solo sé que era ciego y ahora puedo ver". Y entonces insistieron en preguntar que como le había abierto los ojos, y él les dijo que ya se los había dicho varias veces y no creían: "¿No será que ustedes quieren hacerse discípulos de él?", y los fariseos muy enojados le respondieron que él sería discípulo de Jesús porque ellos eran discípulos de Moisés, porque Dios les habló a Moisés; en cambio, de Jesús no sabían nada. El ciego, al escucharles decir eso, solamente se limitó a decirles -con una ingenuidad propia de hombre poco instruido- que eso era lo extraño, que ellos que eran hombres conocedores de la palabras no supieran nada de él, porque ningún hombre infiel haría los milagros que este hacía. Y los fariseos, al verle que quería darles lecciones teológicas, lo expulsaron de ellos aduciéndole que un hombre lleno de pecado como él no vendría ahora a darles lecciones.

Dice el evangelio de Juan que Jesús supo que los fariseos habían expulsado al ciego y que cuando lo logró ver de nuevo le preguntó si creía en el Hijo del Hombre, y el ciego le dijo: "¿Quién es ese señor para creer en él? ¿Lo has visto? El que te está hablando es". Y el ciego, al verle, se postró a sus pies diciendo: "Creo, Señor", y Jesús el verle le respondió que había venido para meter a juicio a los hombres, para dar vista a los ciegos y a los que miran a dejarlos ciegos. Y algunos fariseos que estaban en ese momento ahí dijeron si ellos estaban ciegos, y Jesús dirigiéndose a ellos les dijo que si estuvieran ciegos no tendrían pecados, pero como dicen que ven sus pecados permanecen ante ustedes.

Jesús, además, se presenta como el buen pastor que da su vida por sus ovejas, que es capaz de abandonar el rebaño entero por salvar a la oveja perdida y así lo deja dicho cuando asegura que el que entra al corral saltando la puerta es un ladrón y quien entra por la puerta es el verdadero pastor del rebaño, y que además el cuidador las llama por su nombre y las saca, camina delante de ellas y ellas la siguen porque reconocen su voz, ya que a un extraño no seguirían, porque no reconocerían la voz de un extraño. En está parábola, Jesús les explica para que puedan entender que él era la puerta del rebaño y que todos los que habían venido antes de él diciendo que eran el Mesías eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los escucharon.

Luego, les aseguró que él era la puerta y que quien entra por donde él se salvará y podrá entrar y salir y encontrar pasto, porque el ladrón -o sea, el diablo- solamente había venido para robar, matar y destruir. En cambio, él había venido para que sus ovejas tengan vida y la tuvieran en abundancia. Jesús asegura ser el buen pastor y está dispuesto a dar la vida por sus ovejas y las ovejas lo conocen a él, como él conoce al Padre y que él da la vida por sus ovejas para después recobrarla a como realmente sucedió con su resurrección, porque su vida nadie se la quita y muy por contrario él da su vida voluntariamente por sus ovejas, ya que él  tiene el poder para dar su vida y el poder de recobrarla. Muchos judíos se alarmaron ante sus palabras y provocaron más división entre ellos mismos y de nuevo comenzaron a decir que estaba endemoniado que no lo escucharan, pero también muchos en ese momento creyeron en él.

Cuando Jesús estuvo en Judea, muchos quisieron apedrearlo. En Judea, Jesús conoció a Lázaro, del pueblo de María, la misma que había ungido a Jesús con un perfume caro por el que Judas -el traidor- se escandalizó diciendo que ese derroche no debería de hacerse y que mejor hubiera sido venderlo para dar ese dinero a los pobres. Y también era amigo de Marta. Entonces, Jesús, un día, cuando se encontraba con sus discípulos, vinieron a decirle que Lázaro estaba enfermo. Jesús de inmediato supo que su amigo Lázaro estaba a punto de morir para que la gloria de Dios se manifestara en él. Jesús entonces se quedó dos días más sin hacer nada por su amigo enfermo, luego se dirigió con su discípulos a Judea aduciendo que su amigo Lázaro estaba dormido, aunque en realidad Jesús se refería a su muerte,

Los discípulos tenían miedo que a su maestro lo volvieran a querer apedrear en Judea, pero Jesús los hizo venir con él. Cuando llegaron, ya habían pasado cuatro días de la muerte de Lázaro. Muchos judíos habían dado ya el pésame a sus hermanas Marta y María. Cuando Marta miró a Jesús le dijo: "Si hubieras estado aquí, Señor, no hubiera muerto", pero Jesús le aseguró que resucitaría. Marta, sin embargo, le respondió que sabía que en el último día resucitaría, y Jesús elevando el tono dijo que él era la resurrección y la vida y "quien cree en mí no morirá sino que vivirá para siempre". cuando Jesús llegó al sepulcro, María se postró a su pies diciéndole también que si él hubiera estado su hermano no hubiera muerto.

Jesús, escuchando el murmullo de la gente de que el mismo que devolvió la vista al ciego no pudo evitar que éste muriera, solamente se limitó a verlos. Y haciendo oídos sordos, mandó a quitar la piedra de entrada al sepulcro. "Señor", le dijo Marta, "ya huele mal", y Jesús le respondió que si creyera vería la gloria de Dios. Luego, mirando a los cielos y dirigiéndose a su Padre le dio gracias por escucharlo, pero lo decía para que la gente creyera que lo había enviado Dios. Y con fuerte voz dijo: "Lázaro, sal fuera", y de inmediato salió el difunto envuelto en lienzos. Y Jesús les ordenó que lo desataran para que pudiera caminar. Muchos creyeron en Jesús ese día y otros tantos se fueron donde los fariseos a contarles lo que éste había hecho en Judea,

Como era de esperarse, los fariseos convocaron de inmediato a un Consejo y se mostraron muy preocupados por los milagros y por todo lo que este Jesús venía haciendo y que ponía en peligro la estabilidad de la comunidad judía, porque muchos empezaban a creer en él y eso, además, traería problemas con los romanos, ya que estos destruirían todo si se daban cuenta de que alguien quería ser reconocido como un César. Fue en ese momento que aparece Caifás quien era sumo sacerdote aquel año, diciendo que era mejor que muriera un solo hombre por el pueblo antes que toda la nación, y fue a partir de esas palabras que se arreció la persecución contra Jesús e intentaron darle muerte lo más pronto posible.

Jesús dejó de andar en público y se marchó a un lugar próximo al desierto llamado Efraín. Por otro lado, se acercaba la pascua y muchos esperaban que Jesús se apareciera en el templo. Por tal motivo, los fariseos se encontraban listos para denunciarlo y poderlo arrestar. Entonces, seis días antes de la pascua, Jesús fue a Betania, donde se encontraba Lázaro. Y fue en ese episodio que María derramó el frasco de nardo perfumado. Muchos acudieron a verlo y otros llegaban para ver a Lázaro, que se encontraba resucitado. Y por esto último muchos creían y alababan al Hijo de Dios,  al enviado, al ungido, el Cristo, quien se encontraba próximo a padecer su Pasión y Resurrección para salvar y dar esperanza a la humanidad entera. @mundiario

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