Isabella Abad: "La lectura y la escritura representan un canal de catarsis"

Destino impuesto, de Isabella Abad./ Amazon
Destino impuesto, de Isabella Abad./ Amazon
Confiesa la novelista Isabella Abad que escribir no representa trabajo, sino dar rienda suelta a las ideas que su cabeza esboza de continuo, lo más parecido a una catarsis.
Isabella Abad: "La lectura y la escritura representan un canal de catarsis"

Isabella Abad se mueve como pez en el agua en géneros como la novela histórica o la romántica.

Muchos títulos que han alcanzado a un amplio abanico de lectores dentro del mundo de la autoedición (Destino impuesto, Entre el orgullo y la redención o Por la venganza y el honor) convierten a esta escritora en uno de esos ejemplos representativos donde la gestión personal del proceso de creación y de producción vive al margen del marketing de las grandes editoriales.

Sorprende, por sus palabras en la siguiente entrevista, el afecto y la humilde consideración que hacia sí misma y hacia la propia escritura tiene como elección de vida, como un oficio con el que aportar historias, visiones, espacios y tramas al mundo, lejos de normas oficiales o de modas impuestas o dirigidas, al abrigo siempre de su libertad individual, como quien escribe siempre desde una habitación propia.

-¿Por qué decidiste optar por la autoedición?

-La edición tradicional tiene las limitaciones, entre ellas la falta de alcance para quienes, como yo, viven en comunidades pequeñas. Conocer la auto publicación fue la puerta que me permitió comenzar a dar a conocer mi pasión por las letras.

Con ella he podido canalizar mi vocación literaria y llegar a todos lados, en una posibilidad que solo las redes pueden dar. Con tan gran opción, viene la responsabilidad por saber que todo el proceso lo realiza el autor y debe hacerlo de manera profesional, dedicada, tenaz, para brindar una historia bella, prolija, atenta a todos los detalles. Esto implica corrección, portada, marketing, además de la tarea natural e intrínseca del autor.

Las plataformas proveen mucho, pero siempre es quien escribe y quiere darse a conocer el que debe apostar por cuidar cada paso del proceso creativo y del de la edición.

-¿La escritura te ayuda a sobrevivir, a evadirte de tus problemas, o es una forma de entretenimiento?

-Para mí, escribir es terapéutico, una labor que emprendo como placer y me permite evadirme de mi realidad y la rutina diaria, que no por necesaria deja de ser molesta. Preservo para la escritura mis tiempos más personales, esos que otros suelen destinar a la diversión. Escribir no representa trabajo sino un desahogo, es dar rienda suelta a las ideas que mi cabeza esboza de continuo. Ha sido así desde siempre.

La lectura y la escritura son formas de entretenimiento tanto como un canal de catarsis, una forma expresiva que hoy día se me hace imprescindible. Las emergencias diarias de la vida laboral y familiar pesan, aunque sean tan entrañables, y me parece un modo de salvaguardarme el dedicarme todo lo que puedo a plasmar mis sueños, emociones, ideas y fantasías en el papel o el teclado.

-¿En qué género te sientes más cómoda?

-Escribo novela romántica contemporánea e histórica. Es en este último subgénero que me he concentrado en los últimos años, dada mi afinidad con la Historia. Soy docente en esta disciplina y me fascina que lo que imagino, los escenarios, personajes, la cultura y situaciones se contextualicen en el pasado. Lo mío es la ficción histórica, procurando dar rigor y adecuado marco a historias de amor intensas, pasionales.

Sin embargo, también me resulta muy atractivo el suspenso en todos sus matices, por ello siempre hay algo de esto en mis escritos. En este momento trabajo en una novela de tinte policial ambientada en el presente que voy escribiendo en mis momentos de mayor inspiración.

-¿Crees que hay demasiados prejuicios todavía hacia el género de la novela romántica? 

-Creo que hay prejuicios en general para todo lo que involucre lo expresivo y más si se une a lo femenino. La romántica ha sido señalada y denostada por simplona, lacrimógena, falta de realismo, por embellecer la realidad, por ser escrita por y para mujeres, etc.

Nada más lejos de la realidad, desde mi punto de vista. Hoy muchas mujeres y hombres escriben y leen romance en todas sus variantes. No hay obra literaria que no hable del amor, de su exceso o su falta, de sus formas.

Adjudicar a este tipo de obras el mote de “menos” o “no literatura” es de una liviandad y superioridad en la que caen aquellos que dan a la cultura rangos y a la literatura escalones. Leer clásicos o novelas sesudas no hace mejor a nadie, ni lo hace menos leer novela romántica. Creer esto es de un esnobismo importante. SI leer es conocer, viajar, aprender, liberarse, nutrirse, ¿por qué esto no puede caber en una novela romántica?

-¿Qué autores o libros son tus referencias o inspiración para escribir?

-Leo de todo, honestamente. Mucho de ello es literatura específica, histórica y de pedagogía o psicología. A la hora de leer por placer, elijo mucho thriller, policial y por supuesto romance. Elijo de editorial tradicional o auto publicado, dependiendo de las recomendaciones que leo, de las reseñas o sinopsis que encuentro a la hora de elegir mi nueva lectura.

Me gusta mucho Isabel Allende, Sarah Lark, John Katzenbach, Carmen Mola, Gómez Jurado. Dentro de la auto publicación: Isabel Acuña, leo de mis compañeras del colectivo Románticas, historias con corazón, Lee Vincent, Stefanía Gil, Raúl Garbantes, Antonio Orozco, etc.

Todo me suma, todo me da ejemplos: una forma de esbozar personajes, una manera de desarrollar el suspenso, la generación de un clima, la maquetación, etc.

-¿Qué es lo más difícil para ti a la hora de acabar un libro?

-Al momento de escribir, lo más complejo se me vuelve la mitad del libro, ese momento donde los personajes tienden a dispersarse por variedad de caminos y es necesario encauzar la trama.

Soy una autora que delinea toda la historia antes de comenzar, esbozando un esquema primario que contempla todo el desarrollo. Pero las planificaciones están realizadas para romperse y, al avanzar la trama, esta se suele desenganchar de la idea primaria, por lo que hay que dejar a los personajes hablar y respetarlos.

Luego, ya con el borrador, sin duda lo más arduo es la corrección, esa que no termina nunca y es imprescindible. Y finalmente, toda la tarea de promocionar y conectar con los posibles lectores, algo que es el pan de los auto editados. Me gusta, aunque implica tiempos de los que a veces no dispongo. Por ello son tan importantes los grupos de lectura y las personas que generosamente difunden nuestro trabajo.

Muchas gracias, Isabella. @Mundiario

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