Huellas de la cultura judía

Caminos de Sefarad. / Mundiario
Caminos de Sefarad. / Mundiario
Apellidos de origen sefardí están entre los más comunes en español y apenas se menciona la existencia de la Red de Juderías de España.
Huellas de la cultura judía

La noticia refería los serios atrancos al proyecto de crear la Academia Nacio­nal del Ladino, la lengua medieval de los judíos de Sefarad, que evolucionó y se enriqueció con los idiomas que aprendieron los expulsados en los países del exi­lio. Apenas se menciona la existencia de la Red de Juderías de España, con 22 ciu­dades, incluidas tres gallegas: Ribadavia, Monforte de Lemos y Tui. Incluso es palpable el desconocimiento de la importancia de la antigua presencia judía en una ciudad que tiene una «Calle Sinagoga», un «Rego dos Xudeus» y un antiguo cementerio judío bajo la antigua Fábrica de Tabacos y el muelle de la Palloza.

Pero tal vez es menos comentada la frecuencia de apellidos de origen sefardí entre los más comunes en español. Tras la publicación de la Ley 12/2015, firmada por Mariano Rajoy, de «concesión de la nacionalidad española a los sefardíes ori­ginarios de España» aparecieron en muchos medios listas de apellidos que pre­suntamente servirían para acreditar su referencia genealógica. Aunque no hay una lista oficial, repasar las difundidas es un educativo ejercicio, que nos descu­bre que muchos de esos apellidos corresponden incluso con los propios o los de  personas próximas.

Datos:

> En el DLE, bajo el epígrafe judeoespañol, se reseña el ladino como la «variedad del español que hablan los sefardíes, principalmente en Israel, Asia Menor, el norte de África y los Balca­nes, caracterizada por conservar muchos rasgos del castellano anterior al siglo XVI.» El uso de tal idioma se reseña en Las siete partidas de Alfoso X el Sabio al explicar el valor jurídico de una promesa: «tiene que cumplir lo que otorga o promete dar o hacer, aunque los que hacen tal pleito no hablen ambos un lenguaje, como si el uno hablase ladino y el otro arábigo, vale la promesa solamente que se entiendan el uno al otro sobre la pregunta y la respuesta.» [Partida 5ª, Título 11 De las promesas y de los otros pleitos y posturas que hacen los hombres unos con otros].

> Pero la polisemia de la palabra ladino también aparece en el DLE, donde además de su eti­mología (latinus) se recogen un par de duros significados en castellano («astuto, sagaz, taima­do» y «esclavo que llevaba más de un año de esclavitud»), una adjetivación desusada («perso­na que habla con facilidad alguna o algunas lenguas además de la propia») y otra usada en Centroamérica («mestizo»), antes de la definición: «lengua religiosa de los sefardíes, que es cal­co de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes.»

> «O Rego dos Xudeus discurre desde Vioño, atraviesa Os Mallos y San Pedro de Mezonzo y desemboca a la altura de A Palloza», pasando por lo que hoy es la glorieta de Cuatro Caminos. «En esta zona existió en el pasado una importante colonia judía, lo que hizo que el barrio de A Falperra fuese conocido como A Rabiada, en alusión a los rabinos judíos». Por cierto que Falperra parece ser un término galaico-portugués para “zona con muchas piedras.”

> Apenas quedan recuerdos de una Pena dos Xudeos que fue el cementerio hebreo, donde aho-ra se levanta la Fábrica de Tabacos. Como recoge un artículo de Ma Ángela Franco Mata en el Boletín del Museo Arqueológico Nacional [Tomo XIII nº 1 y 2 (1995) pg 103, 108-109], tres lápi­das funerarias procedentes de A Coruña están allí custodiadas, con «facsímiles de las lápidas según copia a lápiz trazada por el Conde de Pardo Bazán.» Resalta que «las lápidas herculinas constituyen una importante aportación a la cultura gallega e hispana en general» y que «fue­ron donadas en 1894, tras ser descubiertas en 1869 extramuros de La Coruña, cerca de la esta­ción del ferrocarril, en un desmonte practicado en la orilla del mar» cerca de «un islote interna­do en el mar, de roca limpia, conocido con el nombre de […] Pena dos Xudeos, hoy desapareci­do.» Da por indudable que «en aquel arenal […] resguardado de las olas por rocas naturales que forman el término de la parroquia de Oza [de ahí el nombre de Palloza, con que también se le llama], existió, al S.O. de la capital, una necrópolis judaica, que debió de ser de indudable entidad.» Describe las tres lápidas, datadas como anteriores al siglo XII, donde aparecen los nombres «ABRAHAM BAR [hijo de] R. MEIR BEN [hijo de] PERES», «SETI MUGER DE DON ISHAQ EL QAROL» y «DONA IUSTA.»

> Ese artículo también detalla que una carta de foro, fechada en 19/noviembre/1494, ha per­mitido situar con precisión la judería intramuros de la ciudad y no lejos de la puerta llamada “dos Sares” [actual puerta de Aires], donde: «solia ser juderia que es en la colacion de la dicha yglesia» [la colegiata de Santa María del Campo]

> Aunque hubo judíos antes, «la primera presencia hebrea en A Coruña se documenta en 1375 con el nacimiento de Samuel, hijo de David Mordechai. La judería de La Coruña llegó a ser la más próspera y rica y de mayor actividad intelectual de todo el Norte de España. Una de sus actividades, reveladora de su alto grato de cultura, era la composición e iluminación de ma-nuscritos en hebreo.» En 1475, por encargo del judío coruñés Isaac de Braga, el escriba Moshe Ibn Zabarah redactó en A Coruña una Biblia ilustrada por Joseph Ibn Hayyim. Tras una mul-titud de avatares, este libro fue adquirido en 1771 por el hebraísta y párroco de la iglesia cris­tiana de Oxford, Benjamín Kennicott; en 1872, con su nombre pasó a formar parte de los fon­dos de la biblioteca Bodelian de la Universidad de Oxford.

> En el Preámbulo de la Ley 12/2015, publicada en ocho páginas del BOE del 25/junio, se expone los avatares de la comunidad «de los hijos de Sefarad», citando anteriores intentos de concesión de la nacionalidad española incluido los promovidos por Práxedes Mateo Sagasta. La adqusición excepcional que permitió el Real Decreto de 20/diciembre/1924, propiciaría la protección consular a los sefardíes y, a muchos otros judíos, que les permitió escapar del Holo­causto. La Ley 12 determina que además de certificados de autoridades rabínicas, tendrían que acreditar estudios de historia y cultura españolas y de conocimiento del idioma ladino o «haketía»; además deberían superar una prueba de conocimiento básico de la lengua española, nivel A2, y otra sobre «conocimiento de la Constitución Española y de la realidad social y cul­tural españolas.» Pero lo que se difundió en las redes sociales eran listas, de hasta 5.220 apelli­dos, presuntamente publicadas por el Gobierno, que permitirían acceder a la nacionalidad española. La dificultad de los trámites produjo que «solo 2.424 sefardíes habían pedido la nacionalidad española» en 2016. Pero hubo 522 nacionalizaciones mediante dos decretos (Real Decreto 893/2015, de 2 de octubre y Real Decreto 322/2016, de 5 de agosto) que conce­den «la nacionalidad española por carta de naturaleza a determinados sefardíes originarios de España.» Las listas de nombres y apellidos ahí publicados ya no nos son tan próximos, mos­trando en cambio referencias árabes y judías. @mundiario

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