A.E. Housman: Armonizar la tristeza del universo

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Standpoint, noviembre 2017 .

El conocimiento de la vida de Housman agrega placer y comprensión a su poesía. Sin embargo, su obra, una vez terminada, tiene una existencia independiente de las circunstancias en que fue producida.

A.E. Housman: Armonizar la tristeza del universo

“Accesible” es otra forma de decir “popular”, un adjetivo que ha ilustrado en numerosas ocasiones la trayectoria del poeta británico A.E. Housman (Worcestershire, 1859 – 1936), autor muy leído y citado con frecuencia en el ámbito literario anglosajón. Pero ya se sabe que cuanto más leemos a un escritor, menos escribimos sobre él. La crítica privilegia los enigmas, por lo que el verso opaco y altamente alusivo de Eliot ha recibido mucha más atención que la dedicada al poeta de A Shropshire Lad (1896).

Y, sin embargo, lo quintaesencialmente inglés informa su poesía: orgullo, patriotismo, la nostalgia de un bucólico catálogo de arroyos, granjas, bosques, pastos verdes y llanuras. “El asunto esencial de la poesía”, sostuvo Housman, “es armonizar la tristeza del universo”. El amor elusivo; la vida fugaz; la ausencia de Dios: esos son sus temas recurrentes y los del movimiento estético al que perteneció: la Decadencia. El enigma de Housman, sin embargo, reside más en su vida que en su arte, y de ahí la oportunidad del estudio de Simon Heffer The Age of Decadence (Britain 1880 to 1914), recientemente publicado por Random House en Reino Unido.

Larkin solía decir que la diferencia entre una novela y un poema es que aquella habla de otros mientras que el poema habla de ti. Hardy nos advirtió de la lectura de sus obras en clave privada. The Age of Decadence viene a justifícar el británico gusto por la biografía de sus figuras más relevantes: Beatrice Webb, Joseph Chamberlain, los músicos Elgar, Delius y Vaughan Williams. El conocimiento de la vida de Housman agrega placer y comprensión a su poesía. Sin embargo, su obra, una vez terminada, tiene una existencia independiente de las circunstancias en que fue producida. Eso, al menos, sostiene el periodista escocés Allan Massie en la entrega de noviembre de la revista inglesa Standpoint.

“[Heffer] desarrolla un profundo disgusto por la obra de Virginia Woolf, pero se explaya sobre la obra de Housman, que nos ofrece “la visión de una Inglaterra sagrada, una tierra bendita sobre la que camina un pueblo elegido y un modo de vida absuelto por el paso del tiempo”. La claridad de Housman ha sido, no pocas veces, penalizada por la negligencia erudita. El ensayista de The Name and Nature of Poetry (1933) fue un poeta de culto antes de que su poesía se hiciera un hueco y fuera retomada por su nación. Su tono es distintivo y fácil de imitar. La mitad del trabajo de aprender a escribir es conocer el sonido de la propia voz. En vida, no tuvo que lidiar con las consecuencias de la fama, no tuvo que imitarse a sí mismo, como sus colegas más conocidos tuvieron que aprender a hacer. Pudo haber tenido éxito, pero sus circunstancias vitales le negaron su lugar adecuado, carencia que viene a subsanar el volumen de Simon Heffer. 

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