Los hombres son admitidos, pero no bienvenidos

Mujeres que amaron mujeres. / Casiopea
Mujeres que amaron mujeres. / Casiopea
El libro Damas de Manhattan reúne la vida de más de 30 mujeres sorprendentes.
Los hombres son admitidos, pero no bienvenidos

Aun con resaca por las noticias publicadas con motivo del día del orgullo LGTB, nos detenemos unos instantes a repasar algunas historias que tuvieron lugar en el Village neoyorquino mucho antes de los disturbios de Stonewall, desatados en 1969 después de que la policía hiciera una redada en un bar de ambiente gay. Desde hacía varias décadas, las mujeres ya acudían a garitos, clubs y bares de la zona donde daban rienda suelta a su homosexualidad sin tapujos. Desde finales de siglo XIX, Greenwich Village ya era pionero en muchos aspectos, uno de ellos, el de albergar esa corriente liberal que aún le caracteriza y que lo convierte en centro neurálgico del movimiento lgbtq.  Los fairy resorts o clubs de homosexuales ya salpicaban Bowery Street. En fecha tan temprana como 1912, la feminista Henrietta Rodman trasladó allí la sede del Club Liberal, estableciendo así un patrón de comportamiento en la zona. Rodman era miembro también del Heterodoxy Club, institución feminista radical fundada por otra liberal del momento, Marie Jenney Howe. Ambos locales compartían la misma manzana. Sus socias manifestaban allí su recíproca atracción física y también su bisexualidad. Las veladas se celebraban de forma abierta a los excéntricos y artísticos vecinos que a veces se sumaban a ellas. De esta forma, MacDougal Street fue conocida por sus clubs frecuentados por los amantes del «amor libre». La manzana que ocupaba el Club Liberal y el Heterodoxy Club, acogió también la librería Square Bookshop y el teatro amateur Provincetown Playhouse. El público que recorría las calles vecinas era, como podemos imaginar, de lo más heterodoxo.

«Los hombres son admitidos, pero no bienvenidos»

En 1925 Eve Kotchever, una inmigrante polaco-judía abría en MacDougal Street un club literario para lesbianas. Eve’s Hangout, (el rincón de Eva) brilló como pocos garitos en las noches neoyorquinas pese a que solo estuvo abierto un año.  En su puerta colgaba el elocuente letrero: “los hombres son admitidos, pero no bienvenidos”.  Una periodista lo calificó de «uno de los locales más encantadores del Village». Allí, cada noche, esta inmigrante organizaba lecturas de poesía, actuaciones musicales y tertulias donde los temas sexuales se debatían libremente. El local se convirtió en refugio de escritores e intelectuales que celebraban el placer erótico y homo-erótico tanto en su trabajo como en sus vidas.  La calle estaba en la lista negra de la policía que ocasionalmente se dejaba caer por allí con una buena provisión de porras y de esposas.  El 11 de junio de 1926 el club sufrió una redada. Una de las detectives, infiltrada en el local, había descubierto el libro Lesbian Love, escrito por la mismísima Eve Kotchever. Eve fue arrestada y declarada culpable de "obscenidad" y de "conducta desordenada" y acabó siendo deportada. El bar no sobrevivió al arresto de su propietaria y tuvo que cerrar.

Un rastro que se reparte por todo Manhattan

Algunos de los edificios y apartamentos neoyorquinos que habitaron algunas parejas de mujeres siguen aún en pie.  Ahí están las dos residencias que compartieron la agente y productora teatral Elisabeth Marbury su compañera sentimental Elsie de Wolfe (La primera diseñadora de interiores profesional del país), en el 49 de Irving Place y más tarde en el número 13 de Sutton Place. También siguen resistiendo el paso del tiempo el piso donde Elsa Gidlow escribió uno de sus más conocidos libros de poemas mientras vivió en Manhattan en la década de 1920 (en el 447 West 22nd Street) o la preciosa casa donde vivió Alice Austen en Staten Island, que frecuentaba el Darned Club, donde las damas se reunían para fumar, montar en bicicleta, vestirse de hombres o amarse libremente. Allí conoció a la institutriz y bailarina Gertrude Tate, que sería su compañera sentimental de por vida.

La residencia donde compartieron su amor la sufragista Marion Dickerman y Nancy Cook, se encuentra en el 171 West de la calle 12 (en uno de los primeros edificios de apartamentos, por cierto, en acoger parejas del mismo sexo). Las reformadoras sociales Anna Rochester y Grace Hutchins que lucharon por mejorar las condiciones laborales, especialmente para las mujeres, vivieron en un apartamento del edificio situado en el 85 de Bedford Street desde 1924 hasta su muerte en 1966 y 1969, respectivamente. Y la casa y estudio de la fotógrafa Berenice Abbott, en el 50 de Commerce Street, también en el Village, es otro ejemplo de supervivencia. El rastro de las casas habitadas por estas mujeres en Nueva York puede seguirse a través del proyecto NY LGBT, Historic Sites Project.

La escritora y luchadora por la igualdad, Lorraine Hansberry, la pionera de la sanidad pública LiIlian Wald, la fotógrafa Berenice Abbot, que inmortalizó la vida de Manhattan en la década de 1930, o la primera dama Eleanor Roosevelt, que durante dos décadas mantuvo una relación sentimental con la periodista Lorena Hickok, son otros ejemplos.

La fotógrafa Alice Austen, por ejemplo, frecuentaba el Darned Club de Staten Island, donde las damas se reunían para fumar, montar en bicicleta, vestirse de hombres o amarse libremente. Allí conoció a la institutriz y bailarina Gertrude Tate, que sería su compañera sentimental de por vida. También se conserva la preciosa casita donde la fotógrafa vivió la mayor parte de su vida en Staten Island.

Era una época en que la mujer ya reivindicaba su derecho a reunirse en clubs que no admitían el acceso a los hombres. El Colony Club de Nueva York, abierto en 1903 por la sufragista y reformadora social Daisy Harriman, el Woman's Press Club y el Sorosis Club, ambos impulsados por Jane Cunningham Croly y abiertos también en Nueva York, son buena prueba de ello.

Una republicana española y una dama de la alta sociedad estadounidense

También la inmigrante republicana Victoria Kent, nacida en Málaga en 1891 y Lousie Crane, quince años más joven que ella, de familia millonaria y oriunda de Massachusetts mantuvieron una estable historia de amor. Procedían de mundos distintos, eran como agua y aceite, pero desde que se conocieron nunca más se separaron. Ocurrió cuando Louise ya había roto con la poeta Elizabeth Bishop, su compañera sentimental de dos décadas. Al parecer, el motivo de la separación no fue otro que Elisabeht halló a su compañera y a Billie Holiday en la cama. Louise Crane y Victoria Kent marcaron tendencia cultural y política en el Nueva York de principios de siglo.

Estas y otras historias están recogidas en el libro de reciente aparición: Damas de Manhattan:las mujeres que forjaron la historia de Nueva York, de la escritora Pilar Tejera, que reúne la vida de más de 30 mujeres sorprendentes, y publicado por Ediciones Casiopea. @mundiario

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