"Al igual que se estudia a los griegos, se estudia a los musulmanes"

Musulmanes rezando. RR SS.
Musulmanes rezando. / RR SS.

En este artículo se aporta una entrevista que hemos realizado a uno de los autores comprometidos con la realidad social de los inmigrantes y a un autor que ofrece una nueva mirada sobre el hecho migratorio: Said El Kadaoui Moussaoui.

 
"Al igual que se estudia a los griegos, se estudia a los musulmanes"

El tema de la inmigración sirve como telón de fondo para algunos escritores para abordar otros aspectos relacionados esencialmente con el proceso de integración del inmigrante en la sociedad de acogida, lo que hace que estas obras presenten rasgos novedosos que se alejan de la tendencia de muchos escritores de limitarse a relatar las consecuencias de la inmigración clandestina y las tragedias humanas sufridas por este fenómeno.

En este sentido, la nueva literatura de la diáspora marroquí ofrece una nueva mirada sobre el hecho migratorio y la dificultad que conlleva la integración del individuo en la nueva sociedad, proyectada desde la perspectiva humanística y la sensibilidad literaria de los llamados "hijos de frontera". Esta visión cobra un matiz significativo, al alejarse, de este modo, de todo tipo de difamaciones que divulgan los medios oficiales y del carácter documentalista que impera en muchas obras que tratan el fenómeno migratorio y cuya literariedad adolece, en muchas ocasiones, de atractivos estéticos.

Por otro lado, la lectura y el análisis de estas obras nos llevan a comprender desde una perspectiva holística ese conflicto identitario que sufren los protagonistas en su proceso de asimilación, adaptación e integración en la sociedad de acogida y todo lo que conlleva en términos de obstáculos.

En otro orden de cosas, en este artículo se pretende aportar una entrevista que hemos realizado a uno de estos autores comprometidos con la realidad social de los inmigrantes, Said El Kadaoui.

Said El Kadaoui Moussaoui nace en Nador en 1975 y reside en Cataluña desde los siete años. Licenciado en Psicología y máster en Psicopatología y otro en Psicoterapia psicoanalítica, desempeña el cargo de psicólogo en el Hospital de Día de adolescentes de Gavá.

También trabajó como docente del máster en Relación y Comunicación Intercultural (Atlántida, professionals per la interculturalitat y UAB) y del posgrado sobre Salud Mental en Inmigrantes, Refugiados y Minorías (UB).

> ¿A qué te refieres cuando hablas de "libertad de la gallardía intelectual”?

Quiere decir que, a veces, pensar tiene un precio. Pensar tiene un precio porque significa decir cosas que no le van a gustar todos. Siempre que piensas de forma autónoma dices cosas que hay gente a quien gustan mucho, hay gente que no le gusta nada y hay gente que, bueno, discute las cosas. Entonces es tener la libertad de pensar y decir lo que uno piensa.

> En tu opinión, ¿cuáles son los leitmotiv de la literatura diaspórica?

Esto lo tienen que decidir un poquito los expertos, los que estudian el tema porque yo pienso que es literatura. No sé si diaspórica, pero es literatura y cuando te pones a hacer literatura quieres escribir sobre cosas que te importan mucho. Imagino que los que hemos nacido en un país y hemos crecido en otro con su contexto actual, con todo lo que significa ser un inmigrante en Europa, lo que significa también todo el Islam, todo el movimiento. En fin, no se escapa nada de lo que pasa en el mundo y queremos reflejarlo a través de la literatura. No sé si hay algunos pero a mí los autores que me gustan como Philipp Roth, Kureishi, Malika Mokaddem, todos tienen en común el tema de la identidad que les preocupa muchísimo y escriben sobre su identidad.

> ¿Existe un vínculo entre la inmigración y la temática que de ella se deriva (desarraigo, identidad, etc.) con la denuncia que se realiza al Makhzen?

No sé si lo hay, pero sí que es verdad que cuando emigras y cuando tienes dos referentes, dos países en tu cabeza, y dos imaginarios sociales bastante diferentes, uno que se expresa en árabe, en amazigh y tiene una religión que es el Islam, el otro que es el europeo, el español y el catalán, y hay cosas que son muy diferentes pero hay otras que a pesar de que parezcan muy diferentes son iguales. Entonces cuando hablo de Makhzen, tanto de un sitio como de otro, lo que intento decir es que hay cosas que se repiten en todo el mundo. En todas partes hay obstáculos, hay grandes dinosaurios. Enfrentarse a un Estado es enfrentarse a un gran dinosaurio y tiene un funcionamiento pesado y eso hace que pueda haber cosas que son diferentes entre Marruecos y España pero hay cosas que son comunes. Lo que hay en común, es que la persona que se va y que crece en otro país, siempre piensa en lo que une y separa los dos países, y ve más similitudes que diferencias, en muchos casos. Hay muchas cosas que, a lo mejor de grado son diferentes, pero de base son parecidas.

> ¿Y el vínculo entre el tema de la religión y el fanatismo religioso con el sentir de los inmigrantes?

No se tiene que tomar como una novela, lo que afirma el personaje es desde el punto de vista de lo que le preocupa al personaje. No es como un ensayo que intenta sentar cátedra o intenta decir de forma ensayística que las cosas son así, sino que me meto en la piel del personaje y entonces empieza a pensar desde su experiencia vital. A mí me preocupa mucho, no tanto la religión, no es el Islam o el Cristianismo, sino es que, en el momento actual, hay una instrumentalización, de todas las religiones, pero especialmente del Islam, muy preocupante. Hay un dialogo muy pernicioso y muy malo, y entre lo que se supone que es Occidente y lo que se supone que son los países musulmanes, entonces hay una construcción de la realidad desde conceptos que no son rigurosos: Occidente-Oriente, por ejemplo, como si fueran dos bloques muy separados, como si el Islam no formara parte de Europa o como si en Marruecos no hubiera nada más que Islam cuando Marruecos es un país mucho más complejo a nivel de religión también, al nivel de lengua, al nivel de culturas. No hay una cultura, el Magreb tiene una cultura amazigh impresionante, una cultura africana y pagana muy importante. El Islam siempre ha cohabitado con algunas religiones paganas y antiguas de Amazigh. Está también el tema judío, el tema cristiano. Entonces cuando construyes realidades tan diferentes y bajo conceptos poco rigurosos, al final creas realidades y esa realidad es la que yo intento criticar, es decir, ¿por qué nos tenemos que obcecar en defendernos como musulmanes de una determinada manera? Este es un dialogo con una determinada construcción que es falsa y eso es de lo que se queja mi personaje. Entonces, con las personas que han inmigrado, por ejemplo en mi caso, hay una cosa que es buena. Es decir, yo nací en Marruecos, y me crié allí los primeros siete años, y sé lo que significa haber nacido en Marruecos y tener una familia musulmana, modesta y que han hecho sus doctorados, han salido, han estudiado, se han desarrollado y de más. Es decir, sabes la complejidad del país, sabes, también, la práctica del islam y en Marruecos ha sido siempre, por lo menos en el que yo conozco, una práctica tranquila, un islam modesto pero muy tranquilo. Ahora ¿qué está pasando en Marruecos por ejemplo? Yo cuando vine a Marruecos, en el año 2016, a la Universidad de Mohamedia, vi mujeres vestidas con burqas y eso me impresionó muchísimo. Es decir que hay un movimiento regresivo de lo musulmán muy importante y aquí, en Europa, los jóvenes que no tienen esta base, esta raíz como la que puedo tener yo, esta relación afectiva con Marruecos, esta base real de lo que es Marruecos, muchas veces, no saben qué es ser marroquí, cogen este tipo de Islam que es como si fuera el auténtico, el de la autenticidad de su identidad y lo empiezan a reivindicar ferozmente. Por suerte, son sólo una parte, pero también hay que preocuparse porque cada vez hay más adeptos. Eso es lo que a mí me preocupa.

> Le das mucha importancia a la sexualidad al ser el protagonista casi obsesionado por el sexo, ¿por qué?

Bueno, a mí me gustó mucho El mal de Portnoy de Philipp Roth cuyo protagonista es Alexander, un adolescente de familia judía ortodoxa y al haber una práctica religiosa muy ortodoxa, lo primero que se aparta, lo que es haram, de lo que no se puede hablar y lo que siempre sale perjudicado es la parte sexual. La mujer y la sexualidad. No se puede hablar de la sexualidad, no se puede pensar, es una dimensión individual e insocial de la que no se habla y que se excluye. En esta ortodoxia, el personaje Alexander de Philipp Roth era también un enfermo sexualmente y yo lo que quise hacer es intentar pensar que no fuera un adolescente sino un cuarentón que tuviera sus conflictos pero que también luchara por una cierta ortodoxia. Simplemente para acabar diciendo que no es sólo el tema de la religión, sino puedes ser judío o musulmán pero si la cultura es cerrada, la sexualidad la intentas reprimir y cuando la reprimes, a veces sale de una forma un tanto enferma u obsesiva. Y a parte cuando a un personaje lo desnudas tanto, no necesitas explicarlo tanto. Entonces me interesaba mucho hablar de un personaje que tuviera problemas desde lo más primario, en su sexualidad, hasta problemas más intelectuales. Entonces, era un poquito coger el personaje y mirarlo en profundidad en estos aspectos mostrando diferentes Marruecos y diferentes migraciones.

Cuando vivimos en sociedades tradicionales o familias tradicionales, se te dice lo que hay que hacer en cada momento, no te deja pensar mucho. En cambio, en algunas clases, sobre todo la clase media y media-alta, en Marruecos como en Europa, tenemos la opción de pensar y pensar mucho, si nos queremos casar, si no lo queremos, si el amor es esto si el amor es lo otro. Entonces, hice que el personaje pagara un poco el precio de la libertad. Como si el precio de esta libertad de poder escoger fuera, paradójicamente, que él no pudiera elegir y que la vida ha elegido un poco por él porque aunque tenga dificultades para elegir pareja, está con Mayte, no quiere tener hijos pero después pasan cosas. No todo lo podemos decidir y, a veces, cuando podemos decidir desarrollamos la neurosis también. Todo tiene un precio.

> ¿Cuándo supiste que querías plasmar en una obra literaria otra mirada sobre lo marroquí?

Desde pequeño quise ser psicólogo y desde pequeño me gusta mucho la literatura, escribir, leer, y entonces, éstas, son mis dos grandes confesiones y pasiones y al final, las he convertido en una pasión. Cuando uno se pone a escribir, escribe sobre cosas que pueden ser realidades fantásticas y otros mundos, y hay otros que nos gusta más beber de la realidad, la pura y estricta. Analizarla, desnudarla, mirarla desde un ángulo, desde otro, y yo cuando me puse a escribir quería hacer una trilogía aunque no fuera una trilogía al uso y en mi primer libro Límites y fronteras, pensé en un personaje sin estudios pero listo y que pusiera un poquito el dedo en la llaga del racismo y la exclusión en Europa. Pensé en hacer un segundo, No -que acabó siendo el tercero porque me ha llevado más tiempo- y éste era una mirada más íntima del yo como musulmán, del nosotros como musulmanes y marroquíes en Europa, simplemente, una mirada sobre la comunidad, su manera de vivir. Una incidía más en el racismo -aunque las dos hablan de las mismas cosas- y la otra sobre la mirada sobre la propia gente y cómo se encierra en sí misma. Y un tercero, que fuera un poquito más equilibrado, que fuera un poco más mi experiencia, que es el libro autobiográfico que tengo el de Cartas a mi hijo, escrito en catalán. Quise que fuera más equilibrado porque mi experiencia también fue bastante equilibrada. Pues en este libro aparecen unos padres como son los míos, modestos pero abiertos y no padres castradores como en Límites y fronteras y en No. Entonces quería hacer este juego de espejos con un tema que me importa mucho. No es un libro sobre Marruecos, sino un libro sobre el Marruecos que algunos inmigrantes tienen en la cabeza, sobre el proceso de asentamiento en Europa, personajes con una identidad marroquí no muy desarrollada, con conflictos para acabar de ser europeo lo que es un tema que me interesa mucho.

> ¿Por qué crees que la civilización musulmana está en una decadencia total?

Hay que hacer un buen diagnóstico, y yo creo que, por suerte, si coges a Mohammed Arkoun, que es un gran islamólogo, él lo explica muy bien y, además, ha sido un hombre que ha ocupado toda su vida estudiando este tema.

El mundo musulmán es capital en el desarrollo de la humanidad, cuando lo estudias, tú ves que, ya en el siglo X, había un pensamiento humanista increíble. El sufismo es una corriente de la religión musulmana absolutamente admirable, lo que escribió Averoes en el siglo XIII o Ibn Khaldoun en el siglo XV es maravilloso. Son gente que ha influido en toda la civilización en general y no sólo en la musulmana. El desarrollo de las matemáticas, el desarrollo de la ciencia en general, el desarrollo del pensamiento humanista, de todo esto Mohammed Arkoun habla en su obra, también el Yarbi. Hemos tenido una época de luz absolutamente admirable ya que al igual que se estudia a los griegos, se estudia a los musulmanes, pero ahora debemos de reconocer que desde hace un tiempo la luz se ha apagado.

A mí me desespera cuando en los países musulmanes no tienen ningún problema en desarrollar edificios, utilizar móviles de última generación, en crear toda una arquitectura o construir barcos enormes para las familias reales. Todo este procedimiento científico, hoy por hoy, se ha desarrollado en Occidente, y no hay ningún problema y no es haram en absoluto ni hay una reflexión con respecto a aprovecharse de este conocimiento al cual también ha contribuido toda la civilización musulmana pero que se ha desarrollado mucho más en lo que llamamos Occidente, no hay ningún problema en cogerlo. En cambio, todo el pensamiento humanista –que también bebe, en parte, del pensamiento musulmán de hace muchos siglos-, todo el pensamiento humanista que ha dado pie a la igualdad hombre mujer, el que ha dado pie a la democracia, ¡eso no! Eso es occidental y eso lo apartamos. Esto es absolutamente decadente y es horripilante hacer esto. Es engañar a la gente y comprar un discurso absolutamente pernicioso, es decir, no podemos vivir en esta época contemporánea pensando que el Islam prohíbe la igualdad hombre-mujer, pensando que no es compatible con la democracia, desarrollándolo como una excepción cultural para los musulmanes. No hay derecho y, además, no hay razón y no tiene sentido. Vamos a centrarnos en eso, en ese aspecto que, de momento, es muy decadente. Si no hacemos un buen diagnóstico, no podemos hacer un tratamiento adecuado. Los países musulmanes, muchas veces, en algunos aspectos –porque en otros, como he dicho, Mohammed Arkoun es un islamólogo y, por suerte, tenemos algunos, pero no muchos- no se publica tanto, no se escribe tanto sobre esto, ni se ha desarrollado la sociedad, sino todavía estamos justificando la excepción cultural para justificar el inmovilismo, las dictaduras, en fin, es una cosa bastante opresora. Entonces, en ese aspecto, hay que decirlo, necesitamos un cambio de arriba abajo y un cambio, sobre todo, en el pensamiento ya que es básico para desarrollar una propuesta de sociedades avanzadas. Hay que dejar que la gente crezca, que la gente produzca y se desarrolle, que desarrolle su potencial, hay que dejar que las mujeres y los hombres tengamos los mismos derechos. Hay que desarrollar todo esto y no vale decir que el Islam lo prohíbe o ponerle cadenas justificándolo a través del Islam. @mundiario

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