La habitación de las ahogadas, Alana Portero
La habitación de las ahogadas de Alana Portero, editado por Harpo Libros inicia con un prólogo de Layla Martínez titulado Los dioses antiguos han regresado y nos pide, al final, que escuchemos sus cantos.
Esta narración inicial nos pasea por el Monte Citerón de la mano de Layla Martínez y así escuchamos la llamada de Dionisio, luchamos contra el culto al dios Apolo,celebramos la condena a muerte a los hombres de Mitelene, hacemos comer a Atis del pan de la locura o lloramos sobre la casa de Atis, tiramos lirios a Ofelia, entre muchas más concluye: «Los dioses antiguos han regresado: escuchad nuestros cantos».
Alana Portero./ Harpo Libros.
Alana Portero ha publicado los poemarios "La habitación de las ahogadas" (2017), "La próxima tormenta" (2014), "Irredento" (Endymion, 2011) y "Fantasmas" (Endymion, 2010), así como la obra de teatro "Música silenciosa2 (Endymion, 2008). Colabora en los libros "Alcasseriana" (2016), "Mundo subterráneo" (2015), "La revuelta del pueblo cucaracha" (2013) y "El descrédito" (2013). Dirige la compañía de teatro STRIGA. Recientemente acaba de escribir el texto de presentación de La Peliculera, un nuevo espacio dedicado a la fotografía analógica en Madrid.
"La habitación de las ahogadas" se divide en tres partes: “la diosa y la polilla”, “pythia” y “el antro”.
El primer bloque se abre con una cita de Jorie Graham que versa: «Alguien cree que la muerte se puede reparar». De entre todas las poetas que desconozco, Jorie Graham es una de ellas, así que desde ya agradezco el descubrimiento al poemario por ello. A simple vista se ven que la preocupación por el enlace entre el pensamiento y el lenguaje está presente. Este primer bloque de Alana me trasporta a una historia antigua, un cuento que va tomando fuerza, forma y voz en los relieves de mi imaginación.
Yacerás muerta y de ti no habrá ninguna memoria.
Safo.
II (Fragmento)
Trato de escribir mi vida
hora tras hora
con la esperanza de contar mi fragilidad
en veintiún poemas de amor
y un par de canciones ruinosas.
Pero yo no soy Adrienne Rich.
No sé leer las arrugas
de las ancianas enfadadas,
Ni entiendo el lenguaje luminoso
que me muestra el telescopio
de Caroline Herschel
en las claras noches de verano.
Mi nombre está escrito en las olas,
no en el agua,
en las olas
porque es lunar y cambiante,
no tiene resonancia en regiones de alabastro
ni se le espera en las habitaciones griegas.
Conozco el exilio que emparenta con la hiedra
que cobija escarabajos y moho
en las fachadas de los monasterios escuálidos.
La sombra es ágrafa, la miseria es muda,
las mujeres se esconden detrás de los carteles,
los hombres nunca han sabido mirar de cerca.
Si abrir un libro es sinónimo de descubrir nuevos universos, con “La habitación de las ahogadas” das un paseo por un habitáculo mucho mayor tamaño del que podamos calcular. @mundiario