Lo que la tecnología no ha sustituido ni descubierto todavía

Postal navideña.
Postal navideña.

¡Es una aparición que todos creen que succiona penes! ¿Necesita algo más una fémina?

Lo que la tecnología no ha sustituido ni descubierto todavía

La aparición que relato es ancha como un armario, flácida como una babosa, con pelo de coño, pelo en el culo y en los pezones. El paso del tiempo, el contacto con las personas, tornaron su cara un culo y, los acontecimientos que relataré, dirán por qué no tiene cuello.

Engendrada en un engaño crónico y cotidiano, aprendió a ocultarlo todo tan bien como la cagada diaria. Aprendió a mamarla de su creador y aprendió que la Ciencia de la Mamada rige este mundo de hombres en el que pasa desapercibida.

Esta aparición constituye un serio riesgo para el parentesco, dado que, aunque seas su pariente, come pollas sin distinción. Nunca robó, sino que extrajo el semen de muchos, incontables hombres. ¿Promiscua? No, homosexual mental, dado que se niega a sí misma que en la infancia violaba a su hermanita.

¿Soltera? No, moderna como los cajeros automáticos y el modelo de belleza mórbido del primer e histórico porno.

¿Virtud? ¡Miente! ¡Miente tan bien que se ríe contigo! Y, al reírse jactanciosa, sacude sus tetas. Al no alcanzar respuesta, sacude sus tetas y se acoge a su hermanita.

¿Ella sabe lo que está bien? ¡Coño, lo calentito! Y los suculentos restaurantes, y los chicles de menta en la guantera.

¡Es una aparición que todos creen que succiona penes! ¿Necesita algo más una fémina? ¿Si le propones una mamada a cualquier hombre, quién se negará?

Su riqueza rebosa y sus pechos se desbordan, le hace feliz permanecer en silencio contando putaditas. ¡Él debe de estar orgulloso! Porque él necesita su taberna cuando ella se basta de post-its en puntos estratégicos, erógenos.

Ambos dominan la ambigüedad y el acto sexual, así como esa violencia que se les despierta cuando no complacen su lívido.

¡Matarán a la inocente! ¡Le han dicho a la hermanita que morirá! Van haciendo felaciones como un come-cocos hasta llegar al corazón de la criatura, y comérselo también.



  

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