El pasado vuelve con dolor

Bailarina rusa. / RR SS.
Bailarina.
Fue en la primera tormenta eléctrica de mi vida, a mi llegada. Siempre que había tormentas, papá salía al balcón a contemplarlas. / Relato literario
El pasado vuelve con dolor

Quizá estuviera balbuceando en francés o conduciendo las zapatillas en un rally. Tendría unos dos años, y papá me pisó la cabeza. Más tarde supe que el hombre blanco les pisa la cabeza a las morenitas. Cuando veía la foto, mi hermanastra me decía que estaba borracha. Pero, cada vez que papá me riñe por cualquier cosa, pega un pisotón al suelo y me deja petrificada.

A los diez años, me encontraron un soplo en el corazón. Me lo notó la profesora: yo sentía tal ansiedad y embeleso que suspiraba. Pero creo que ya siendo un bebé tuve un infarto: fue en la primera tormenta eléctrica de mi vida, a mi llegada. Siempre que había tormentas, papá salía al balcón a contemplarlas.

Creo que mi amnesia comenzó aquella noche en la que, según un recuerdo nítico, los tres rodearon mi cama.

Sin embargo, no sé por qué no percibo mi rostro. ¿Sería mi gran esfuerzo por apreciarme española? ¿Sería por aquella vez en que la monitora de baloncesto me pegó un balonazo en la cara? ¿Y si me veo fea porque me tratan muy mal?

Mientras tanto, ahora voy asociando todas las burlas, ¡se estaban riendo de mí! ¡Por eso mi tendencia suicida! Cada vez que notaba que mis padrastros se estaban sobrepasando conmigo, sentía un dolor en la autoestima, como compasión, y me callaba. Por eso nunca pedía nada: yo sabía que no me complacerían.

Mi hermanastra sigue riéndose de mí, hasta en las situaciones más macabras. Con ella, todo es posible. Ella considera que estoy aquí para sufrir y divertir, tiene claro que no tengo el mismo derecho.

Ya me da igual que hayan desaparecido las fotos, fueron sacadas a traición. Mi pasado lo llevo en el estómago, el futuro comienza ahora.

Ahora, he luchado tanto que soy mi propia madre, me cuido, ya sé que, cuando pienso en el suicidio, es porque la sociedad me presiona, me está castigando, porque no tengo familia ni patria, y ellos en realidad no entienden.

Me he hecho tan fuerte que no pienso en los demás, sino en hacer muchas cosas rápido, antes de morir.

Mi salud se resiente, pero sé que mi supervivencia depende de la felicidad... No he vuelto a hablarle a Dios; le pedí ir al cielo, creo que mi hizo caso, pero sé que él no me dejará morir. Seguro que tengo mareos para descansar, para que duerma con el gato.

Porque me queda mucho por delante, a pesar de las trabas del sistema... ¿El sistema? Lo sé, es mucho decir: creo en Dios y soy antisistema. @mundiario



   

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