Habitación 300: Cuando el 'patriarcado' es un acertijo de Mary Poppins

Supone una gran responsabilidad ser una desheredada de la Tierra en el primer mundo. Aquel sindicalista al que me quise acoger me preguntó de dónde soy y le di mi dirección. La fatalidad vino a mí cuando yo no podía huir. Cualquier prejuicio recae en mí, puedo ser todas las cosas. Y soy una muerta potencial; una miserable que debería estar muerta, un fenómeno del sistema que todavía no ha sido sofocado.

No tengo padres ni nacionalidad; ni un sueldo, ni la paz de saber el lugar que ocupo. Pero ello me hace más consciente de la pobreza que sume al primer mundo, ya que los excesos del bienestar han condenado los valores morales a la marginación, la cultura es un producto que se consume adulterado, las relaciones sexuales se han institucionalizado y la noción de amor se ha trasladado al ámbito de la economía, cuando se invierten sus ahorros en ocio y la pareja se sustenta mutuamente.

Estos ciudadanos me acosan y me humillan en defensa del sistema patriarcal y en el nombre de sus dinastías. Comenzaron con la maldad contra mi inocencia y las burlas que les recomendaban sus padres, que a mí me parecían chistes. Pero, oh, ahora sí lo entiendo: no se puede ser huérfana y oriental y superdotada a la vez, porque no se puede ser perfecta. Porque esta realidad desafía a muchos patrimonios y ejércitos y camas de dos.

Tampoco puedes ser tú misma y brillar si tus ex compañeros se graduaron mientras tú mendigabas y están formando nuevas familias que levantan muros al pasar.

Por supuesto que una miserable no forma parte del electorado, y es evidente que una mujer no vivirá de su belleza por mucho que centre las miradas.

Pertenezco a muchas minorías en soledad. Tengo muchos ídolos en sepultura y creo en los extraterrestres. Me creo todo lo que me hace sonreír. Pero son malos tiempos para las libertarias, esas miradas acechan deseosas… @mundiario