Netta, una mala imitación de Pucca y de la cantante Björk, gana Eurovisión

Netta, ganadora de Eurovisión 2018./ El Periódico
Netta, ganadora de Eurovisión 2018./ El Periódico

Pasó que España fue directa al iceberg, mientras que, en Europa, la reividincación y el efectismo visual marcaron la tendencia festivalera.

Netta, una mala imitación de Pucca y de la cantante Björk, gana Eurovisión

Las declaraciones sinceras y espontáneas de Amaia dejan claro lo que sentimos todos los españoles tras las votaciones en Eurovisión. Es verdad. El puesto conseguido por nuestro país en el concurso "es una mierda". Pero, Amaia, quizá la mierda no sea solo el puesto.

La canción de Netta mereció ganar Eurovisión, porque intentó arriesgar, a diferencia de otros países como España, a los que el concurso, hoy en día, se les queda demasiado grande, después de unos años de bajonazo general en la organización del festival.

La fórmula de "Tu canción" fracasó por varios motivos desde mi percepción como parte de la audiencia: 1) Enamoramiento, triunfitos y balada se convirtieron en un cóctel Molotov en un festival donde la reivindicación fue la constante en muchos países y donde el efectismo visual sigue funcionando de cara a la audiencia. Para muchos que no podemos seguir todos los realities, no entendimos el germen de esta relación sentimental ni el feeling de la pareja. La BBC, tampoco, por el mensaje demoledor que dejó en Twitter. 2) La canción, además, no caló ni antes, ni durante, ni hoy, cuando solo se habla en las redes sociales del tercer gran error. 3) ¿Por qué no fue "Lo malo"? 4) Las baladas no son para un festival, donde lo que seduce es un "aquí te pillo, aquí te mato", a no ser que te llames Salvador Sobral, tengas un talento acojonante para el jazz, estés a la espera de un transplante y la letra de la canción responda a una vivencia personal de la infancia con la que todos nos sentimos identificados el año pasado. 5) El problema de "Tu canción" fue ya el título, que recordaba a los villancicos que las monjas de colegio te obligaban a aprender para El Día de la Familia, y cuyo estribillo y melodía eran muy parecidas a la pista número doce de la BSO de Pocahontas que compré en un segunda mano. 

¡¡Qué fácil es hablar después de la derrota!! Sí, la verdad es que sí, pero es que nos lo han puesto a güevo.

Y, para colmo de males, aparece el tema de libro de Albert Pla, España de mierda, lo que desencadenó un grado de desafección hacia la pareja por parte de algunos periodistas, para los que Isabel, la Católica, ha fundado las CUP.

En casa, tengo algunos libros y algunos discos que se cagan en España, pero también digo, aquí, entre nosotros, Alfred, que a mí no se me ocurre llevarlos a ningún Congreso de Hispanistas en la Juan Carlos o mentarlos en una charla que di hace unos años, sobre El Cid en el cine, a la Asociación de los Amigos de los Castillos en el Casino de Murcia.

(Joder, con lo que se han vendido en San Jordi los libros de poemas tuiteros. Macho, podías haberte guardado el España de mierda para el cumpleaños o para el aniversario. Yo he regalado a Paul Auster, que siempre queda bien. Es correcto, aséptico y puedes devolverlo en cualquier librería de la geografía española, si no te gusta).

Al margen de la anécdota envenenada, que hizo, sin embargo, que una España recalcitrante y épica, enamorada de repente de la lectura de los clásicos, diera la espalda a la pareja, la canción era mala, así que la movida del pollo ganó. Original, fresca e innovadora, si no hubieran existido antes Björk y Jean Michel Jarre.

Me cuenta un amigo abogado, que le ha soplado otro amigo con influencias en las esferas de los realities, que la canción de Alfred y Amaia se llevó a Eurovisión para hundir a la pareja. Porque así "Lo malo" se convertiría comercialmente en la gallina de los huevos de oro con el empuje de la polémica.

No sé, no sé. Me da mucha pena todo esto, porque creo que hay talento creativo en este país, músicos anónimos de carretera y caravana que podrían hacerlo decentemente y arriesgando, y que ni siquiera tienen la oportunidad de participar en Got talent. 

Lo peor de estos dos últimos años es que caemos desde la simpleza y el pop más previsible. Y sería algo muy distinto caer, sin triunfitos, sacando a gente valiosa de las orquestas de pueblo y haciendo algo menos aburrido. 

El último puesto de Remedios Amaya se recuerda con dolor y con acritud, pero era un temazo y ella era, y es una artistaza. Europa no conocía tanto el flamenco y la rumba como ahora. Pero todos tarareamos el "ay quien maneja mi barca, quien". Detrás de esa canción, existe el estéril orgullo de haber mostrado una parte de nuestras raíces al exterior. La dictadura se alejaba con la reivindicación étnica de una gitana que hacía visible su identidad y su cultura.

¿Quién se va a acordar de "Tu canción" la semana que viene, cuando "Lo malo" arrase en las discotecas y en los pubes, más de lo que lo está haciendo ahora. ¿Quién?

Por cierto, el libro de Albert Pla, que ya lo tengo, no es una maravilla, un símil de Diarios de motocicleta, pero es mejor que leer esos poemas tuiteros a los que la letra de la canción de anoche me recordó. 

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