La necesidad de la escritura como destino: Faulkner

William Faulkner. / historia-biografia.com
William Faulkner. / historia-biografia.com

William Faulkner, en realidad Falkner, 1897, New Albany, 1962, Byhalia, USA. Puede ser considerado el arquetipo de la necesidad imperiosa de escribir, observador-escritor.

La necesidad de la escritura como destino: Faulkner

¿Qué es ser un escritor, un ser escritor, qué es ser un novelista? Quizás, el género o subgénero que un escritor escoja o sea escogido por él, es secundario. Ciertamente, para la industria cultural y la difusión cada siglo existen unos géneros predominantes y otros no. Pero para el escribiente-escribano, lo esencial es la observación-pensamiento y después, materializarlo-cristalizarlo, en algunas formas de la literatura. Aplicable, quizás esta fórmula a cualquier arte.

Quizás ahora el género por antonomasia sea la combinación de todo y de todos. Todo puede y debe entrar en la literatura, con el límite de la equidad legal y moral. Palabras que no gustan a los escribientes.

Nos diría Faulkner, que el trabajo realizado, nunca es tan bueno como lo que se podría haber hecho. Esta enorme diferencia quizás sea la dificultad de traspasar al papel, a palabras, en este caso, lo que se observa, de la relación interior y exterior de y en el mundo. El mundo interior es inabarcable, una galaxia entera de hechos-datos-emociones-ideas, y éste en relación con el exterior es inmensa. Ni toda la humanidad podrá cristalizar todos los posibles relatos-interpretaciones del mundo. La literatura-filosofía son matemáticas con palabras.

Escribir es como una enfermedad, podríamos traducir a Faulkner. Combinar géneros, estilos, tendencias, voces que surgen del interior de los entes, sean humanos o sean vivientes o sean materiales, o sean de la tradición cultural. Nos diría no preocuparse ser mejor que otros escritores, antiguos o nuevos, sino ser mejor que uno mismo. Modestamente, añadiría, buscarse mientras tanto un trabajo-oficio-profesión para vivir y sobrevivir con dignidad, y después, sosegadamente, intentar encontrar la realidad, la verdad de la realidad. Se escribe para encontrar lo real, no por vanidad-soberbia-petulancia.

El autor es hijo de un sueño o una necesidad, no sabe de dónde surge, pero de alguna manera, lo controla y lo manipula. Es el deseo de realizar “su obra”, grande o pequeña, plasmarla de una manera o de otra, con un arte u otro, con un género o con otro, en unas circunstancias o en otras, teniendo éxito o siendo todo fracasos. Pero en ello, si es prudente y racional, ese sueño no le mata, la moralidad natural y espiritualidad mínima, formar una familia, tener un trabajo o profesión, que le permita vivir y sobrevivir, y después, gran parte de su existir, es materializar ese sueño. No será entendido por casi nadie, ni posiblemente, por si mismo.

Consejo que ofrecería, intente llevar una vida normal y rutinaria, no tome jamás substancias no saludables, no caiga en la soberbia o vanidad del fracasado o del ganador. No se tenga superior a nadie, ni inferior a nadie. Intente llevar una vida normal, aunque dentro de usted, esté buscando las fórmulas de meter la realidad en unos colores, en unas imágenes, en unos conceptos, en unas palabras-frases. Intente no tropezar en ninguno de los siete pecados capitales, que durante siglos se han clasificado.

En matemáticas o en física, no todos los autores son geniales, cada siglo, la Humanidad solo son reconocidos, una decena, quizás otros se pierden por el camino, quizás, otros se pierden sus trabajos, en la literatura o en cualquier actividad, hasta ahora, sucede lo mismo, las grandes genialidades, que realizan obras de gran talento, y que son reconocidas por la humanidad, en un siglo, no suelen pasar de una docena, a nivel mundial. Ciertamente, después existen centenares de segunda o tercera categoría, miles de otras categorías. Ciertamente, que los siglos posteriores, mueven las fichas y el valor y la cualificación.

Pero incluso para el escritor-escribano-escribiente, que en definitiva, es solo un observador que piensa o un pensador que observa, con determinados clichés o categoría de captación de lo real, lo interior y lo exterior, lo individual y lo colectivo, lo social y lo cultural, para un escritor todo es literatura o mejor literatura-filosofía. Porque no hay literatura de ficción o no ficción que no lleve en su seno una gran dosis de filosofía, diríamos de metafísica, de intentar entrar en lo esencial del mundo, de miles de trozos de ese mundo, un laberinto caleidoscópico, de lo general y lo individual. Cada vida es un misterio y un enigma, toda vida sobrepasa el concepto de vida. Toda vida es algo más que la vida, aunque no agote el concepto de vida.

Quizás, un escritor, solo necesita papel y lápiz, como nos diría Faulkner, si se me permite, yo añadiría, llevar una vida rutinaria, teniendo una familia y un oficio que le permita vivir y sobrevivir con dignidad y honestidad. Y escribir y esperar, esperar y escribir. ¡Y que el tiempo termine valorando ese trabajo! Quizás, ahora Faulkner no se valora tanto como en décadas pasadas, pero Faulkner será siempre considerado uno de los grandes observadores del siglo veinte. ¡Faulkner le espera a usted…! @mundiario

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